martes, 20 de febrero de 2018

Capítulo 223 "Prohibido o imposible"

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¡Ella es mi karma!, ¿se da cuenta de que no miento? ¡Ella está loca! Y la prueba irrefutable es que aquella mañana de la borrasca, los tres sentados a la mesa del desayuno, a pocos minutos de haberme deseado la muerte porque a la noche le había hecho perder la razón, me invitó luego a que no me fuera, me sirvió café... La tormenta Ana seguía dando la nota, quería ser la protagonista pero no iba a permitir que esto se convirtiera en un blog catástrofe, no señora, aunque las novedades en la tele hablaban de serios daños en muchas provincias de la península.

Yo ya había pedido disculpas por meterla a Ella en el blog, me había excusado con que la Gitana era el conflicto (el más hermoso del mundo) y no podía omitirla, además el artista es el artista y el fin justifica los medios. ¿O no? Entonces Él, después de escucharme atento, con su gesto adusto pura pose que disimulaba el desconcierto, había descorrido la silla invitándome a sentar. Ella lo miró un rato esperando la palabra santa pero taaan largo fue el silencio del Loco que se pudrió, agarró sus lentes de leer, Ella también anda por los cuarenta, y se levantó, como si nada hubiera pasado, su enojo se había disipado, me batió el pirincho que tenía de peinado, como dándome ánimo, y empezó a levantar la mesa, risueña. Todavía le dolía el tajito del pie, al apoyarlo hizo un gesto de dolor, Él preguntó qué le había pasado, ya mirando su diario, pero nadie dijo ni pío. Luego nos dejó solos. Salió de la cocina con unos papeles y ahí nos dejó. ¡Solos! ¿Me comprende? Hacía cinco minutos estaba angumiada y a los gritos, queriendo saber qué había pasado entre Él y yo, si iba a hacer o no la película del blog con Toledo y Campanella, y ahora… Ahora me pedía que no me fuera y me dejaba sola con su señor marido. ¿Por qué? ¿Y las pinturas que había descubierto en su refugio?

La escuché alejarse por la escalera. Él me pidió que le haga otro jugo y le trajera un bolso del cuarto de abajo, volvió a sus diarios, a subrayar cosas, me quedé esperando al pedo que diga algo más sobre el asunto del abogao. Y supongo que ya se dio cuenta con la cantidad exorbitante de pistas que le di que venimos del 155, vieja lenteja, nefasta, meditabunda. Intento rellenar los agujeros del relato, las elipsis que me fueron quedando entre ajetreo y ajetreo, entre besos y mareos, entre sidra y bacalao…

Y no pude resistirme. Acabo de darle la sesión de Shiatsu a la sensual Rocío que no paró de hablar NUNCA, por momentos quise amordazarla con algo pero no encontré con qué. Le hice el masaje en el archivo, rodeada de VHS de entrevistas, ese espacio es tranquilo y ancho como para poder hacerlo cómoda. Él duerme hace horas en su cama queen size con su tele encendida. Y la Gitana y su invitación me daba vueltas y más vueltas. No pude más. Me excusé con ella, con Rocío, que luego del masaje quería salir a bailar flamenco a no sé dónde. ¿A bailar flamenco?  ¿A esta hora? Le dije que no, que estaba cansada. Subí a mi habitación huyendo de su insistencia como pude. Agarré mi morral con algo de plata y salí rajando para la estación de Renfe. Son las 4:30 de la mañana, me voy a Jeréz sin haber hablado con la chica que cuida a mi mare que no llamó nunca, sin dar muchas explicaciones a nadie, sin haberle avisado a Ella que voy y sin haber resuelto un carajo; y mucho menos también. (Sigue)

Continuará...

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