martes, 4 de noviembre de 2014

Capítulo 26 “Prometídole peras, pero dádole olmos”

Capítulo anterior

de opereta
¡Quijota de opereta! ¡Idealista de morondanga! ¡Gladiadora melindrosa! ¡Revolucionaria de pacotilla! Y me detengo porque empieza Sálvame y debo correr a ver qué pasa con Terelu, si no podría seguir eternamente. ¡Y así es! Todos estos alias me caben, vieja calzonuda, todos ellos y en mayúsculas porque fíjese que los tengo a ustedes hace veintiséis capítulos con la promesa de dar con Quintero, de hacer un mundo mejor, de luchar en favor de la justicia, venimos desde mayo con el verso este de que espabilando y espabilando a Roma vamos llegando y mire usted, recién ahora ¡a estas alturas! debo confesarle que soy una truhana, una pusilánime, una mequetrefe, una pseudo wonder woman pues mucho bla bla bla y la mar en coche pero ante la primera tormenta, ante el primer molino de viento, frente a la primer adversidad ya me distraigo de lo que importa.

¿Y qué es lo que importa? No importa, pues no lo llevaré a cabo ¡PORQUE ESTRENO MI OBRA DE TEATRO MAÑANA! ¡MAÑANA MISMO EN BUENOS AIRES! (¡Al carajo Quintero por ahora!). Y resulta que nimios problemas tales como tener que cambiar de actor a un mes del estreno o que nos corten la luz y no podamos ensayar NUNCA ya me han cambiado el norte. ¿A usted le parece? ¡He perdido el norte! ¡Yo! ¡Yo que tan claro tenía el “hacia dónde” y el “para qué”! ¿Se imagina si a Mahatma por alguna tontera de estas le hubiera pasado igual? ¿Qué hubiera sido de la India? Que, entre nosotros, se ha independizado pero se siguen muriendo de hambre, peleando, matando como siempre, en fin... algo es algo, ¿no? (Me gusta opinar con este tonito sobre lo que no sé así algún letrado se indigna, me da cátedra y aprendo).

Pero, volviendo al tema que nos tironea de la pollera, ¿y ahora? ¿Ahora qué voy a hacer sin mi? Yo, que se suponía tenía carisma… Yo, que iba a ser la nueva Lenin (o Inessa)… Yo, que pregonaría el Martin Fierro a lo Ivo Kutzarida por los facebook más humildes... Yo que me llevaba a cuestas con dificultad, pero me llevaba… Yo que finalmente prometo pero no cumplo, como Quintero, como Rajoy, como De Vido, como usted… Yo, que no me conozco hasta que el molino me toca de cerca, me mira feo, me golpea la cara y me dice: ¡Alto, vos, que te la das de idealista, boludasa! ¡Atendé un poco tus asuntos porque el mundo anda como el culo pero tu obra no está precisamente hecha una pinturita!


¿Y sabe qué? La crisis sirve porque gracias a ella me doy cuenta de que en mi teatro puedo meter mano, en el mundo menos; a usted podría intentar comprenderla, al mundo preferiría no hacerlo; a mi puedo tratar de mejorarme, al mundo… luego. Y, como dijo el sublime Facundo Cabral en aquella entrevista que dejó sin palabras a Jesús: ¿Usted cree que puede haber revolución si la mayoría se estafa trabajando horas y horas en algo que no le gusta? Ni lo sueñe, Quintero, aquí nadie quiere saber nada con estar mejor… Vuele bajo, señora, pero vuele. (Capítulo siguiente pinche acà)

Continuará… (Teatro Brilla Cordelia, Peròn 1926, 21:30 hs, por si quiere venir)


2 comentarios:

  1. Coincido con usted, mi niña; sobre cuán fuerte está la oradora... aunque quizás sea la falta de costumbre de ser estimado como receptor; ante tanto mama-rocho arengando antropoides. En cuanto al estreno, ¡despreocúpese niña! ...que ya le pidió suficiente al niño jesú!! (molta merda) Mis respetos

    ResponderBorrar
  2. Qué se habrá hecho de usted, Primo...

    ResponderBorrar