Mostrando las entradas con la etiqueta Tercera parte (post mortem). Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Tercera parte (post mortem). Mostrar todas las entradas

martes, 17 de octubre de 2017

Capitulo 131 "No"

Capitulo anterior

En este no...
Puedes escribir en cualquier diario de Sevilla, me dice tras leer la Crónica de Almodovar, los dos sentados en el bar de la esquina. Pero yo no sé si sirvo para escribir en diarios que te digan qué escribir, Jesú, no sé si me sale. Él responde que en Sevilla hay diarios independientes, que gozan aún de buena salud. Yo sigo todavía sin caer, nos estamos despidiendo y no asimilo todavía todo lo que pasó, no entiendo qué hago acá sentada con ella y él. En eso me hace un gesto, miro para el costado, por donde se viene arrimando un viejito raro. Todo el tiempo se me acercan de estos personaje, me dice por lo bajo. Se ríe. Jesús se ríe lindo. La risa es el rasgo más revelador de un hombre, recuerdo que decía Dostoievski, y estaba en lo cierto, Quintero es difícil de penetrar pero cuando estalla de risa he ahí de golpe toda su verdad. Regresa ella de la casa con un enorme bolso porque él tiene que irse pa Huelva a trabajar. Me pide que le anote mis teléfonos en su loca agenda, cosa que hago. Cargamos los petates, luego sube a su bella Hummer floreada, corre con ella (la Hummer) una silla del bar que estorbaba, quién la manda a meterse en su camino, y desaparece por la esquina. Hasta siempre, loco andaluz...

Y nos quedamos solas de nuevo Miss Quintero y yo, hablamos hasta por los codos, como debe ser, mucho de él, un poco de ella y de él, otro tanto de mí, de mi ex, de ella, mientras terminamos el almuerzo. Ella invita, ella es una fenómeno, una buscadora, una apasionada, una femme fatale… las dos capturadas por el mismo chiflado. Me cuenta que se va para Jerez, que si quiero ir y yo nuevamente por no sé qué cuestión le digo que prefiero quedarme por Sevilla… hay mujeres que dicen que no cuando quieren que sí… misterio pendiente. Me lleva a conocer el teatro por dentro, ¡el enorme Teatro Quintero!, en el corazón de Sevilla. Imagino mi obra puesta en ese escenario, pienso en lo difícil que debe ser llenarlo a tope...

Y yo me niego a que esto sea el final, como me negué al comienzo de este camino a que la vida sea sólo lo que es; a que solamente se escriba de esa manera tan solemne y aburrida: con el culo en la silla. Y mire usted, si pude demostrarme que uno está en dónde decide, que uno lleva la vida que elige, a veces consciente, otras inconscientemente, decido en este momento que el final llegará en un segundo viaje, aunque usted se desgañite, porque ahora tengo que volver a Buenos Aires, que tengo a mi mare vieja, a mi perro en la guardería, a la gata de lo de mi mare, al señor del alquiler chillando por su plata que no fue depositada… Además si no dejamos algo en el tintero ¿con qué excusa nos volvemos a ver con el señor Quintero?(Capítulo siguiente)

Continuará…

viernes, 6 de octubre de 2017

Capítulo 130 "Renunciar a un amor"

Capítulo anterior

Y ya vamos a ir redondeando porque acá lo que importa es lo important-- ¿Qué? ¿Cómo que vamos a ir redondeando? ¡¿Cómo que así sin más va a colgarnos la galleta, Marina?! ¿Y la tensión? ¿Y la fusión? ¿La pasión y el despiporre de los obstáculos? ¿La sotana y el precio de la cebolla? ¿La señorita Quintero? ¿Se ha molestado por algo? ¿Ha habido agarrada de pelo? ¿Platos (o platós) por el aire? ¿Patadas, desmayo y gritos? ¿Infidelidad, despelote y celos? ¿Menage a trois? ¿Ne me quitte pas? ¡Por favor denos el alimento! ¡Queremos el melodrama! ¿Y sabe qué? Habiendo casi liberádome de la necia necesidad de acumular megusteos podría tener el tupé de caerle mal, de aburrirla, de no gustarle en absoluto y mandarla a buscar la fusión a la plaza de Catalunia, pero (puta palabra)… habiendo casi no significa habiendo, y después de semejante viaje juntas, me refiero a Marina y yo, no voy a dejar el hilo sin la putada:

Un tipo difícil...
Se vuelven a ver ellos dos al día siguiente. Llama Marina con la excusa del paraguas aunque él bien le había dicho que lo dejara en el bar, luego también dijo que lo volviera a llamar, e incluso había dicho que podían hacer la obra de ella en el teatro de él, y también dijo que podía hacer el programa en la radio argentina y mientras tanto esas entrevistas en diferentes lugares del planeta que tenía ya medio acordadas con no sé quién y que le gustaría además entrevistar al Papa y ella le dijo entonces que podía ir al barrio de Flores a ver si conseguía un contacto del Papa a lo que él contestó que tenía ya su contacto pero que el Papa no era un tipo fácil…

Atiende ella (la otra) el teléfono de él, le dice que ahora están en el teatro, que él está ocupado pero quiere verla antes de que se vuelva a Buenos Aires, que los espere en la casa que ellos ya van para allá. Marina agarra el paraguas a devolver, mete en el morral unos disparates que escribió para hacer en el teatro y sale para la casa (de él). Cuando llega se sienta en las sillas de afuera del bar de la esquina y entrega su cara al sol. Y es después de eso que descubre los mails. Cuatro o cinco diarios españoles le habían publicado la crónica de Almodovar del Río: “Desde Argentina tras los pasos de Quintero y Gala”, la habían titulado en el diario Expreso del Sur… Suspira ella, debiera sentirse emocionada pero solamente suspira, suspira y piensa que posiblemente sea de las que fracasan al triunfar.

Un tipo cool...
A lo lejos ella (la otra) se acerca por la calle Francos, sonriente y vestida más elegante que de sport. Se saludan afablemente, él está terminando algo en el teatro y ya viene para acá. Se cuentan ellas qué han hecho en estos días, como dos viejas amigas. Ella, Marina, le dice que no hizo mucho, que iba a ir a Granada pero que al final no fue (omite el motivo). Ella (la otra) es buena gente, piensa Marina mientras la otra habla sobre él de lo más apasionada. Al final, no sin un nudito en la garganta, Marina se alegra de que la otra esté con él, porque lo sabe cuidar. Recuerda la respuesta de Antonio Gala cuando él le preguntó qué era lo más noble que había hecho por amor: pues... renunciar a un amor. (Sigue).

Continuará...

lunes, 25 de septiembre de 2017

Capítulo 129 "Las bambalinas del éxito"

Capítulo anterior

Tanto coraje mal empleado, como el de Erdosain, pienso mientras cruzo el patiecito del hostal para mi pieza. El dueño me ve pasar, me mira raro seguro porque parezco un escracho empapado y deprimido. No me importa nada, esto es lo que queda de mi después de tanto loco y Antonio Gala y Andalucía... Esto es lo que queda de una después de haber conquistado su sueño, señoras ¡Flor de joda! Dejo el enorme paraguas del loco en el paragüero, todavía chorreando porque en Sevilla vuelve a llover. Me pasé el día en el Starbucks de Constitución y Vinuesa intentando escribir algo pero los músicos no me dejaron. Podría haber pasado la tarde en la casa de él, podría haberme quedado el mes en su casa pero estoy en el hostal ¿Y por qué no me quedé allá? Por idiota, supongo. O por cobarde. O por demasiado correcta, por no querer incomodarla a ella, o a los dos, ya ni sé… Por idiota, sí, idiota de medias tintas.

Entro a la pieza sin ventana al exterior, húmeda, escueta, vacía. ¿Será que hay algo que aprender de los finales? Me siento en la cama, no enciendo la luz. Afuera no se oye un alma. ¿Y de qué me sirvió a mi toda esta parafernalia? ¿Toda esta travesía de nervios y patatuses? Estas parrafadas no pasarán a mayores. Algún capítulo leyó Darín, sí, otros Antonio Gala, Juan Campanella, Eduardo Sacheri y unos cuantos el loco de la colina. Supe tener dos seguidores en el blog pero se pelearon, se cansaron y se fueron. Me llamaron de Radio Nacional de España, me contactaron de Vértele... Nadie nunca hizo esto antes, generar acción en la vida real para escribirla luego ¿Y? Acá estamos, en las desoladas bambalinas del éxito, eso que a usted le han vendido como la felicidad.

No me aguanto encerrada. Agarro algo de plata y salgo a caminar bajo la lluvia. Necesito una hamburguesa. Necesito un loco que la comparta conmigo. Hoy es miércoles, llámame el martes, me dijo hace tres días pero ella ya está en Sevilla y yo sigo pecando de comedida, no puedo con mi genio desingeniado, con mi recato en el momento menos indicado… Ya te aguantaron bastante, me digo cada vez que estoy por llamarlo, dejalos en paz. Pasando por esa rotonda rara que hay frente a La Giralda llena de turistas que sacan fotos y se atropellan unos con otros me decido, marco su número y espero, al menos pa despedirme, tan amables que fueron, ¿no? Y si fuera valiente le diría que me enamoré, que qué le vamos a hacer… que así es la vida... que y ahora qué se hace...


Siento una angustia atroz. Atiende. Loco andalú, le digo sabiendo que me va a reconocer si le digo así… No te llamé ayer porqu-- Dame tu teléfono, me interrumpe, que estoy en una reunión… ¿Mi teléfono? ¿El de España? Sí, si, dame tu teléfono que no lo he anotado… Puf, pero si el domingo me llamast-- Que no me lo sé, Hesú… ¿No te lo sabe? ¡No, de memoria no! Pero te queda ahí en el display, en la pantalla del tuyo, quiero decir, loco… Silencio y luego ¿Por dónde anda tú? Por La Giralda. Vale. Nos despedimos.

Dos días y a casa, pienso. Se acaba la fiesta, se acaba el final, se acaba lo que se daba. Dice don Freud que el que piensa en fracasar ya fracasó antes de intentar, y el que piensa en ganar lleva un paso adelante pero claro, sucede que yo no pensé nada, ni antes ni después... Vuelvo al hostal sin hamburguesa, sin loco, y escribo esta crónica dolorida que nunca nadie adolerá. (Capítulo siguiente)

Continuará...

domingo, 17 de septiembre de 2017

Capítulo 128 "Ruina y pasión, como aconsejaba Pascal"

Capítulo anterior

¿Y por qué te arruinaste?, le pregunto mientras doy cuenta de lo que queda del café. La noche va cayendo en en barrio Santa Cruz, la lluvia amaina. Somos los únicos en el lugar, nadie es testigo del final que de tan cerca ya casi cachetea la mejilla. Me arruiné do vece, recuerda y se ríe. ¡La segunda pué porque la puta idea era buena pero lo actore no! Eran tan malo los tío patendé a la hente que pa traete el café tardaban como demasiao:

Todo eso fue mío, nos había contado nostálgico señalando por la ventanilla, estábamos llegando a Sevilla con Vigorra, pasábamos por el parque María Luisa. Ahí había estado el restaurante Montpensier, uno de los tantos proyectos idealistas y maravillosos en los que se hipotecó Quintero, por amor al arte, por culo inquieto, por ese karma sagrado que no nos permite quedarnos tranquilos en casa, como aconsejaba Pascal. Los mozos eran actores disfrazados de celebridades, vos ibas a tomar algo y eras atendido por Marilyn Monroe. Y al principio fue bien, se llenaba, se puso de moda, pero, como dice Escohotado, las cruzadas fallan porque no ponemos atención a los detalles, o a los actores; así poco a poco otro loco sueño se fue en picada.

Moza del Montpensier
Bueno, yo lo que gano trabajando me lo gasto en mis obras de teatro y nunca terminan bien, pero no puedo dejar de hacerlo, no sé… Seguramente si hacemos la que te traje terminamos como el culo. Me mira y se ríe mientras lo embarga esa amargura que llega con los buenos recuerdos, con la consciencia de que los felices tiempos no van a volver. Y yo la que he ganao en la tele la pierdo en mi teatro, agrega. Reímos. Por no llorar. La vida es demasiado corta para los que se animan y demasiado larga para los que no.

Salimos del bar. Me deja el paraguas porque sigue lloviendo y sabe que tengo un trecho hasta mi hostal. Y yo ya lo sabía todo esto, lo espantoso de animarse a ir por lo que uno quiere, lo horripiloso de hacerle caso al cartelito de face es justamente esto: todo tiene un final, todo termina. Y está bien que termine, Marina, intento convencerme de que algo bueno hay en las putas despedidas.

Mate de martes
No nos detenemos para despedirnos. Le digo que son unas pocas cuadras, que no me hace falta, que me gusta mojarme. Se me queda mirando, sus ojos piensan algo que nunca voy a saber. Insiste en que me lo quede, que luego se lo deje en el bar de la esquina, y a mi el corazón me da un vuelco porque esto quiere decir que es el final de verdad, que no lo vuelvo a ver nunca más… Se va abriendo hacia su calle, lo veo alejarse bajo la lluvia, con el paraguas cerrado en mi mano. ¡Al final no tomamos mate!, le grito, agonizante y con el pecho estrujado. Se toma un momento el andalú. Llámame el martes, responde, finalmente, de lejos. Yo sonrío, pero nadie me ve. (Capítulo siguiente)

Continuará...

martes, 12 de septiembre de 2017

Capítulo 127 "Bifurcación de mierda"

Capitulo anterior

Aquel que tiene un porqué vivir se puede enfrentar a todos los "cómos", dijo Nietzsche de lo más tranquilo claro, porque su porqué no tenía una simpática novia a la que se le ocurre volver a casa de Jeré o de no sé dónde JUSTO en el momento menos indicado. O quizá fue el más indicado, qué sabe nadie, ¿no? La cosa es que ahora mismo mi Porqué y yo caminamos juntos por la calle Francos bajo la lluvia, supongo que directo a nuestra despedida oficial. Él sigue cabizbajo, meditabundo, introspectante. A paso lento llegamos finalmente a la calle Placentines, a lo lejos La Giralda iluminada. Es hora, me digo y endurezco el alma lo más que puedo. Me voy a despedir ahora mismo porque estirarlo más es como morirse de a poco, eso que hacemos desde que nacemos aunque usted insista en poner fotos de florcitas en el grupo de amistad de face.

Bifurcación de mierda. Ahora él tiene que tomar para la derecha y yo seguir para la izquierda, cosa que no quisiera. Y que no puedo aunque debiera. Sigo con él pa la derecha, no sé por qué motivo pero eso hago, o sí sé, pasa que no puedo despedirme, no todavía. Y qué razón tiene Sabina cuando dice que la pasión es una ruina, pienso mientras camino a paso lento esperando que frene. Pero él tampoco se detiene, pasamos por la puerta de su casa, sigue de largo. ¡Sigue de largo!


Lo miro pero no me mira. Entra a una especie de restaurante abierto a poco más de cien metros de su casa. Hoy no he comido,  justifica, se sienta y agarra el menú. ¿Qué quiere tú? ¿Tortita? ¿Café? ¿Fuiste feliz, Jesús? Me mira sorprendido. Ceño fruncido. Niega rotundamente. En un mundo con tanto sufrimiento no se puede ser felÍ, me cuenta entre ademanes que le dijo un día Fernán Gómez. Me río descaradamente, debe ser por los nervios de la despedida. ¡Pero si Fernán seguro festejaba los goles del Atleti! La gente festeja el carnaval, festeja el mundial, festeja que Rosa de Sálvame deja la casa de Gran Hermano mientra la mitad del mundo se muere de hambre, Hesú ¿No es una pose hacerse el altruista? Se queda serio unos largos segundos. No era una pose, sentencia.

Y yo asiento pa darle el gusto pero nunca me olvido de lo que dijo Galeano: las palabras y los hechos se ven por la calle y no se reconocen. Necesito irme al hostal, no me da más el seso. Doy un mordisco a la tortita que compartimos. Ni remate, mire... (Capìtulo siguiente)

Continuará...

domingo, 3 de septiembre de 2017

Capítulo 126 "El cono del silencio"

¡Qué disparate! ¡Qué chifladura! ¡Qué tarupidez proponerle casamiento al loco de la colina! Sobre todo habiendo escuchado lo que dijo ayer en el evento de los ateneos. Pero sucede que los humanos necesitamos seguridad para soportar la vida y el matrimonio es una de esas instituciones que nos la proporciona. Y acá usted se reirá de mi porque ya lo dice don Chopra, la búsqueda de la seguridad es una ilusión, lo dice él que se dedica a hacer plata escribiendo libros sobre ella para, como todos sabemos, tener más seguridad, que es lo que se logra teniendo plata. Apegarnos a lo viejo conocido no nos permite evolucionar, espeta el gurú de la autoayuda, entonces la solución al dilema sería, hablando bien y pronto, lanzarse al vacío. Y es lo que estoy por hacer porque haberme cruzado el Atlántico, haberle declarado mi pseudoplatónico amor al loco de la colina y ahora recular en el momento crucial quedaría peor que como el culo.

¿Tienes hambre?, me pregunta por debajo del paraguas. Asiento tímidamente. Caminamos unos metros y se mete en un bar lleno de andaluces. ¿Será que después iremos para su casa? Quiero ir para su casa, sí, sobremanera. Lanzarme al vacío para evolucionar y la mar en coche, pero ¿y si llega a caer justo la bellísima tercera en discordia? Al final él nunca respondió si ella tiene las llaves, no sé si cambiaría algo pero al menos tengo tiempo de tirarme por la ventana del palacete si suena el timbre, ¿no? O nos sentamos en el sofá rápidamente y fingimos que mirábamos Sálvame. ¿O le propongo casamiento a ella también? (Pausa) Entro al bar atrás de él, cierro el paraguas enorme que gotea sobre el piso de colores; lo dejo a un costado. El Loco se acomoda en la barra, me siento a su lado. El televisor a los gritos, hay un partido de fútbol. Miro la gente. Los bares son como conos del silencio, lugares en dónde las personas se aíslan de lo que pasa afuera. El mundo puede estarse derrumbando, pa no decir que lo está, pero adentro del bar ellos beben y ríen, no sé de qué… 


Desde que recibió la llamada misteriosa dos capítulos atrás mi impresión es que está contrariado. Me intriga pero no me animo a preguntale ¡y tampoco corresponde!, vieja metiche. Espera veinte segundos, nadie nos atiende y me dice que salgamos, hay mucho ruido aquí dentro. Afuera diluvia de nuevo. Ella ha llamado, me dice. Camina fuera del cobijo del paraguas. Sus pelos se van empapando. ¡Qué escena guapa, señora, qué escena digna de Casablanca! Me acerco y lo cubro. Ha dicho que ya está en casa, agrega mirándome de reojete. Me dan ganas de abrazarlo.

Y ya sé que yo me vine hasta acá para hacer avanzar el cuento y no pa enrollarme con este loco de esta manera pero qué le vamos a hacer, todavía no lo controlamos todo, por suerte. Y así es la cosa, si una no se resuelve en el capítulo que corresponde, si una se acobarda y no dice las cosas cuando debe después te lo resuelve la línea de acción que más conviene. Y suele ser bastante pelotuda... (Capitulo siguiente)

Continuará...

domingo, 27 de agosto de 2017

Capítulo 125 "Dos peces de hielo"

Capítulo anterior

Lo bueno dura, ya lo dijo el Coronel, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks así que por esto y no por otra cosa el emocionante (y largo) día en La Carbonería va camino del epílogo y ya séééé, ya sé que el mundo se desmorona, los atentados abundan, la estupidez insiste y la gente está cada vez mas psicótica (usted) pero yo presumo de escritora así que es mi deber entretenerla con cuentos y novelitas que poco tienen que ver con la realidad circundante. Voy a relatarles entonces, y no perdamos más tiempo, lo que pasó entre el loco y yo (o viceversa) cuando sanseacababa la orgía flamenca en La Carbonería.

Lo voy a hacer, claro está, para que se distraiga y no se deprima por lo que está pasando en Europa gracias a usted. ¡¿Gracias a mi?! Sí, gracias a usted que acusa a los musulmanes de irracionales y la verdad, qué quiere que le diga (nada), yo veo irracionales en todos lados. Irracionales que caen como chorlos día a día en la trampa de los medios y sus noticias. El perrito apaleado, el bebito abandonado, el tironcito en el muslo de Di María, el SI, el NO, el TAL VEZ… Cualquiera de ellas sirve para que usted se enoje y salga a insultar a su vecino, y así pasan los días, los años, los vecinos y de pronto el planeta es de los fanáticos religiosos ¡Oh! ¿Cómo es que pasó esto? Pues ya lo dijo John Lennon, pasó mientras usted y yo estábamos ocupadas opinando en facebook… Y ojo, eh… no me vaya a venir con la perorata de que el asunto es más complicadito porque no tengo tiempo para profundizar y mucho menos para informarme; lo importante no deja tiempo para lo urgente:


Tras despedirnos de todo el mundo caminamos por una estrecha callecita que no me importa cómo se llama. Tímidamente está empezando a gotear de nuevo. Los dos vamos en silencio, silencio raro, silencio de final de obra. Abre el enorme paraguas marrón. Nos metemos abajo. En algunos barcitos hay gente tomando algo. Deben ser como las siete de la tarde. Jesús camina mirando el piso, ensimismado, ceño fruncido. ¿Por dónde andará de viaje esa cabeza chiflada? La de él no tengo idea pero la mía quiere que el tiempo se pare acá porque en una semana tengo pasaje para Buenos Aires, tengo que volver al trabajo, pagar mi alquiler, buscar a mi perro a la guardería, a mi gata a lo de mi mamá… Ya ni novio me quedó en aquella ciudad ajena y desvencijada... Porque los novios te dejan si te vas a buscar a otro al otro lado del planeta. No sé por qué, pero es así.


En eso el loco da un respingo ¡No fui al baño!, me dice preocupado. Y sin tiempo a que le diga algo me encaja el paraguas, se da vuelta, se arrima a la pared y alivia sus humanas necesidades. Es lo que se llama un loco pragmático (con todas las letras y sus correspondientes acentos). Y no sé a usted pero a mi los pragmáticos me pueden. Se cierra los pantalones. Me quiero casar con vos, loco andalú, le digo. Me mira. Agarra el paraguas. Lo vuelve a abrir. (Capitulo siguiente)

Continuará...

lunes, 21 de agosto de 2017

Capítulo 124 "Mis queridos hijos de puta"

Capítulo anterior

Don Antonio y los Jesúses
Claro, si uno dice la verdad se queda solo, pensaba mientras volvíamos de Almodovar en el auto de Vigorra. Es lo que pasa cuando una decide lanzarse al camino, acumula experiencias y Jesúses… Ellos en el asiento delantero y yo atrás, escuchándolo todo. Quintero contaba que hace tiempo está escribiendo un libro, Mis queridos hijos de puta, relata anécdotas más bien íntimas de sus entrevistas, será contar la comunicación por dentro. Y que él está de lo más entusiasmado pero su editor le dijo que si lo publicaba sus amigos no le iban a hablar más. Los dos rieron. Entonces sentí que el sueño iba llegando a su fin. Miré por la ventana, los verdes campos del Edén bajo la lluvia. Antonio Gala había quedado atrás y yo había charlado con él. Quintero ya me había aguantado todo el día, me estaba trayendo de vuelta a la civilización, ¿qué más podía pedir esta alma insaciable?

¡Las risotadas de los bailaores! Quintero, Farruco, Canales a las carcajadas me traen de nuevo al presente, a La Carbonería, y ahora hay má gente acá adentro que en la cuenta de twitter de Ariana Grande. Afuera ya no llueve, la entrevista al Farruco terminó y atrás mío el Loco charla con una mujer muy andaluza, cincuentona, de generosas tetas y ademanes exageraos. Es muy lindo verlo en su salsa, en su cotidianidad, como pez en el agua. Da la sensación de que todo el mundo lo quiere mucho. ¡Pero al final el periodista de los silencios habla hasta por los codos! Cada tanto me mira y a mi se me aflojan los pantalones de jean gastado, los únicos que traje porque en el viaje hay que andar liviana, aconsejaba Facundo Cabral.


La gente de filmación levanta equipos y parecería que estamos terminando, pero ya no sé. Tengo hambre y la ropa mojada. Quiero irme a desparramar a la cama y a la vez no quiero despegarme de Él porque ¿y si no lo vuelvo a ver nunca más? Se me estruja la garganta. La señora andaluza escucha atenta, el Loco acaba de contar una anécdota suculenta sobre alguien muy conocido ¡MUY CONOCIDO! ¡CONOCIDÍSIMO! Y fíjese que si a mi se me ocurriese escribirla en el blog salgo hasta en la tapa del diario de chismes llamado El mundo y ahí sí que me vuelvo viral y entonces me daría cuenta de que don Epicuro tenía razón con eso de que la fama sólo produce placeres efímeros y conduce al sufrimiento futuro y-- Y entonces se da vuelta Él y me dice: ojo con lo que escribe tú, xiquilla, porque la amistá e una cosa, pero… Me quedo patitiesa. ¿Amistad dijo? Debo haber oído mal. ¿O será que lo andaluce dicen por decir, amigo, amiga, a cualquier hijo de vecino? ¿O habrá querido decir amistad, lo que se dice amistad? Creo que le escuché a Antonio Gala decir que el amor perfecto es una amistad con momentos eróticos así que a mi me vendría de pelos esta novedad...

Pongo mi mejor cara de niña santa y prometo no escribir ningún disparate. En eso le suena el móvil, se aleja un poco y atiende. Asiente un par de veces y corta la comunicación. Se me queda mirando con cara de velorio. Seguro que le han dicho una verdad. (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuara...

domingo, 13 de agosto de 2017

Capítulo 123 "Algo, sexo y orgía en La Carboneria"

Capítulo anterior

¡Eaea el capítulo 107! Listo, habiendo realizado el festejo pertinente ¿qué tiene? ¿No puedo festejar el capítulo 107? ¿Tiene que ser número par? ¿Una centuria? ¿Un milenial? Festejo lo que se me da la gana que para eso escribo yo acá y aclárole (entre paréntesis) que no festejé en el 100 porque entonces el horno no estaba para jaranas, además, pensándolo bien, no se debe ostentar mucho de los logros obtenidos y menos de los capítulos porque vio que si a una le va bien ya no cae tan bien (a menos que guste usted de perder el tiempo haciendo buenas migas). ¡La gente quiere a los desvalidos! ¡La gente quiere al que no le va bien! Me lo dijo Antonio Gala y acá opinaría algo sobre las cofradías que se megustean entre sí para afirmarse mutuamente las falacias en las que creen pero si ya estamos en Guatemala con esto terminaríamos en Guatepeor así que vamos directo al grano ¿Y cuál es el grano? Que Jesús aun pone en duda si es la televisión la que asna a la gente o es la asna gente la que demanda asna televisión. En una acalorada charla él afirmaba lo primero pero yo le aseguro que lo correcto es lo último porque si llamo a un capítulo “Sexo algo” u “Orgía algo” el capítulo recibe miles de visitas pero si se llama “Algo sin sexo” o “Algo sin orgía” recibe con suerte unas cientas… ¿Me comprende? (No) El hombre es un animal grotesco y ahí lo vemos en las marchas peleándose con el animal que es ¿Que no todos son así? ¡Tiene razón! Algunos son peores porque--

Shhhhhh, niña, calla un poco ¡Que me deje meté un bocao a mí! ¡EL BLOG SE LLAMA JESÚS QUINTERO ALGO, NO MARINA ALGO, JOÉ! (Silencio de la colina...) Tiene razón. Me callo. Seguimos en La Carbonería y ya perdí la cuenta de cuanto hace que estamos acá metidos. La oscuridad es casi total. Yo sigo agazapada en mi rincón y debatiéndome entre lo que me manda el corazón y lo que me castiga la conciencia. Es un tipo con mujer, es un tipo con mujer, su mujer es buena, es copada, te hace siempre la segunda... El ruido de la lluvia todavía golpea sobre el techo del patio grande lleno de plantas. El loco observa cómo salen en un pequeño monitor Canales y el Farruco, ahora sentados a la mesa. Todos charlan en voz muy alta, casi a los gritos, hacen chistes, cuentan anécdotas, me quedaría a vivir acá con ellos. Con él... ¿No te das mucho con lo españole?, pregunta, estudiando mi actitud arrinconada. ¿Ere tímida? ¿Tímida? No, no soy tímida, soy... retraída... Retraída, repite y continúa: Pue déjame ver el material que ha traído y ya te digo... La obra que ha ecrito é de Huracán, eso está bien pero lo otro… lo otro no e tan así…



Acaba magistralmente de virar el tema de las llaves, de la casa y del adulterio hacia otro lado. ¿Lo otro?, pregunto. Alguien se acerca y le comenta algo. Jesús se para y lo sigue. Y a mi me da un vuelco el corazón porque “lo otro” seguramente es este blog, ¿qué otra cosa puede ser? Le imprimí hasta el capítulo 49 y ahí se me acabó la tinta… Seguimos sin saber si ella tiene las llaves de la casa y al parecer Quintero leyó En busca de Jesús Quintero y no está de acuerdo con algunas cosas. Y a mi me rechifla porque vamos a tener que debatir al respecto, capítulo por capítulo, tomar cerveza para seguir debatiendo y entre debate y cerveza quien sabe… me desasna. (Sigue)

Continuará…

domingo, 6 de agosto de 2017

Capítulo 122 "Escrúpulo"

Capítulo anterior

¡Farsa! Boludez total eso del optimismo que venden los libros de autoayuda. ¿Que si estás positivo atraerás lo positivo? JA JA JA, mire usted, puedo ahora mismo reírmele el la cara porque hasta España vine con mi pesimismo a cuestas, agonizante y con el NO como bandera, pensando que llegaba a Sevilla, NO encontraba a Quintero porque Sevilla es grande y usted dirá para minimizar mi anécdota que es una boludez porque se lo cruzó ayer al loco por la calle Sierpes, ¡PERO ES QUE USTED VIVE ACÁ! Yo iba a estar cinco días y no sabía en dónde buscar y-- ¡Y BASTA QUE ME BIFURCO! Es inevitable caer en la trampa de querer tener la razón así que se la regalo. Y volviendo al tema del pesimismo, luego de NO encontrar a Quintero me iba para Málaga a NO ver a Antonio Gala, con el caballo cansado me volvía a Buenos Aires y fin del comunicado. (Y del viaje trunco). Pero (patilluda palabra).... con el pesimismo y todo acá me tienen, en lugar de atraer lo negativo atraje a un Loco de la colina, acá me tienen en La Carbonería perdidamente enamorada y a punto de preguntarle lo que no debería (porque es un hombre comprometido):

¿Ella... tiene las llaves de tu casa? Lo miro con el corazón a punto de salírseme, sintiendo que traiciono mi escrúpulo porque ella es buena gente y yo nunca estuve con alguien que tuviera novia. ¡Divina contradicción! Lo miro esperando que me mande al carajo pero una vez más me sorprende el señor Quintero. Como me sorprendió su humildad campechana, su confianza, su hospitalidad para conmigo, su generosidad ¡y basta de halagos que me empalago! No me mira enseguida, acomoda impasible unos papeles sobre la mesa, creo que allí tiene las preguntas que va a hacer al Farruquito y a Canales. La gente de filmación se está tomando un descanso así que nos quedamos más bien solos y claro, el tipo está intentando concentrarse porque lo que él hace cuando entrevista es una suerte de  performance teatral, algo raro, singular, necesita inspirarse, y no va que vengo yo a preguntarle semejante barbaridad adúltera descabellada pero es que no sabe usted lo churro que se pone cuando intenta concentrarse--

Yo tuve un novio durante ocho años, le cuento, porque si vas a joder la paciencia ve hasta el final (no dijo Bukowski pero yo igual le hice caso). Me llevó mucho tiempo darle las llaves de mi casa a este novio pero se las dí. Él quería una relación independiente, venir solamente los fines de semana y eso hacía. Claro, en la semana no venía pero yo no podía hacer nada porque él tenía las llaves de mi casa y si un día se le daba por aparecer, ¿mentendes? Jesús no me mira, está cada vez más lindo y creo que eso es lo que me pone verborrágica, creo, o quizás la verborragia es para espantarlo, para que no responda nada sobre las llaves, no quiero que engañe a su mujer que es tan buena conmigo, pero en el fondo... Jesús no me mira pero yo sigo: Entonces le puse reglas al tipo, le prohibí aparecerse sin avisar en la semana porque ¿entendes? Si él tenía las llaves y no venía yo tampoco disponía de mi casa y no podía hacer nada si se me daba la gana... ¿Y qué hiciste tú entonces?, pregunta, todavía sin mirarme, mientras repasa detenidamente el enorme cuaderno. Lo miro perpleja. Y eso es lo que tiene este tipo, parece que está en otro lado pero te está escuchando detenidamente. ¿Qué hice yo de qué, con qué? ¡¡¡Shhhh, estoy siendo preguntada por Jesús Quintero, vieja decrépita!!! ¿Qué hiciste tú cuando él ya no iba a tu casa en la semana? Bueno, respondo dudosa, tratando de entender por qué carajo le conté todo esto a este hombre, cuando le dije que no viniera entonces... llegué un día miércoles y me lo encontré en el sillón.

Y acá tendría que venir la reflexión, moraleja, epílogo y/o poético cierre del capítulo pero teniendo a este señor tan cerca mirándome a lo ojo lo único que me sale decir es que espero que ella NO tenga las putas llaves de la colina. Aunque seguramente las tiene y todo terminará de la peor manera ¡¡¡SEGURO!!! (Capitulo siguiente pinche acá y va)

Continuará...



domingo, 30 de julio de 2017

Capítulo 121 "El sexo y el castillo"

Capítulo anterior

Santiago el contagiado

El mundo no quiere ser cambiado, los pobres no quieren ser rescatados, la desigualdad no quiere ser igualada y le juro que explayaría acá el porqué de mis aseveraciones pero como a usted le entrará por un oído y le saldrá por el otro me voy a ahorrar el disgusto además seguramente ya lo ha hecho algún otro erudito hace siglos y mucho mejor (lo de disgustarse). Y volviendo al tema, Jesús posiblemente no quiera volver a la radio y menos que menos irse a la Argentina porque el hombre ya no está como para andar cruzando Atlánticos, vivir en un monoambiente de Buenos Aires con una chiflada argenta que se encaprichó con llevárselo a trabajar a radio Milenium cuyo dueño hace un rato volvió a escribirme pidiéndome que lo contacte con el loco, a ver si lo convencemos… Santiago Pont Lezica está oficialmente contagiado del virus de la porteña loca y yo lo quiero tanto… nos falta un pirado más y seremos multitud.


Lo que debe ser coger allá arriba, ¿no? (Los recuerdos me invaden, usted dispense). Allá arriba estaba el castillo de Almodovar del Río y acá abajo, ayer mismo, Jesús y yo sentados frente a una pequeña mesa esperando que nos trajeran algo de comer. Ya habían terminado los actos de homenaje a Antonio Gala, acto seguido el almuerzo homenaje en este lugar tan raro y pueblo arriba Al loco no le gusta el bullicio porque donde hay bullicio no hay alegría, la alegría suele hablar en voz baja… Así que se hizo armar una mesita improvisada afuera del comedor y lejos de la multitud.

Gala, el sombrero loco y el de la colina buscandoló.
Yo no sabía bien en dónde cuernos estábamos, me limité a seguirlo desde la plaza de la Constitución en donde nombraron a Antonio Gala ateneo de honor. Nos metimos en un auto que amablemente ofreció subirnos hasta el lugar. A pocos metros don Antonio Gala puteaba y charlaba ávidamente con una señora de violeta que luego me dijeron se llamaba Rosa Aguilar, la alcaldesa de no sé donde. A unos metros de Gala estábamos ¿a usted le parece? La lluvia seguía arreciando para hacer a la cosa más romanticona ¡¿Coger?! ¿El loco acaba de decir coger en lugar de follar? Efectivamente, señora, se aporteñó el andalú, y luego agregó: la de hitoria que habrán pasao en ese Castillo…


Y así es, el recuerdo supera en intensidad a la vivencia porque en aquel momento estaba yo paralizada, no podía hilar con él un diálogo coherente (cosa de locos), me apabullaba su presencia, estar sentada a su lado compartiendo el flamenquito, pero ahora, mientras lo observo entrevistar a Farruco en La Carbonería desde la seguridad de mi rincón de a ratos me sumerjo en el día de ayer y entonces me animo a sentir, a mirarlo a los ojos e incluso me atrevo a preguntarle con el bellísimo Castillo de testigo ¿A dónde van los amantes por acá cuando quieren no ser descubiertos? (Capitulo siguiente pinche acá y va aunque es aburridísimo)

Continuará...


domingo, 23 de julio de 2017

Capítulo 120 "Cyrano y la fuente de su encanto"

Capítulo anterior

¿Y estás enamorado? (Silencio) El hombre se ha ensimismado, parece estar ahora en el otro mundo, ese en que nos perdemos todos de vez en cuando. Mira sin ver el movimiento de los chicos, estudian posibles rincones para grabar. Todavía sostiene el vaso de coca, ya vacío. Y cómo describir que lo veo tan vulnerable en este momento... Siento que ha bajado su defensa, su gesto adusto pura pose, el que está a mi lado es el hombre y no el famoso loco de la colina.

Seguimos los dos sentados en el banco de madera y me parece que no me oyó, por suerte porque qué me tengo que andar entrometiendo en la vida de este señor periodista ¿Quién se ha creído usted que es, vieja chismosa, para andar preguntando semejantes intimidades al cuerdo de Andalucía? ¡COMO SI TUVIERA DERECHO! Tú en tu blog ha escrito sobre Cyrano, me dice de golpe. Lo miro sorprendida ¡Sí! ¡En el capítulo 4! ¡¿Lo leíste?! Pué claro… Cyrano… eso quiero yo, dar la vuelta en una esquina y enamorarme... (La mareeeeeee... que me muééé)

El extraño de pelo largo y su amigo Canales
Se escuchan voces de afuera, para cagarnos bien el clima se abre la puerta y arriba más gente al lugar, todos con remeras negras y equipos de filmación. ¡Éramos pocos y parió la abuela! Jesús me devuelve el vaso, se levanta y regresa al trabajo.

Y yo he quedado estaqueada en la mitad del tablao ¿A usted qué le parece? Me vine desde Buenos Aires sin saber que iba a encontrarlo y de pronto me salen con todo esto. ¡Así no hay cuerpo que aguante! Reprimo cualquier reflexión al respecto, cualquier interpretación buena o mala sobre lo que acaba de pasar. Intento vivir el presente que, según un filosofo de opereta, es lo único que tenemos ¡Flor de charlatán!


El loco sonríe y se abraza efusivamente con dos muchachos, los últimos en entrar. Uno es flaco y lleva el pelo largo y el otro es morrudo, por no decir que está gordo, lleva un sombrero negro y transpira todo el tiempo. Quintero se me acerca, ése es Antonio Canales, me cuenta, gran bailaor flamenco. Les da indicaciones precisas a los técnicos de en dónde colocar cada elemento, cada cámara, cada foco. ¡Se lo ve de lo más entusiamado! Y ya sé que usted no me va a creer, piensa que estoy inventando todo esto porque demasiado loco para ser verdad. Todos somos un poco locos, un poco dementes... El punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto, y cuando te adentras, cuando captas ese grano de su locura ya es imposible no amarlo... (Capítulo siguiente pinche acá y va)
Continuará...

domingo, 16 de julio de 2017

Capítulo 119 "Faena"

Capítulo anterior

Sentada en un taburete de madera sigo observando al loco en acción, cosa que a usted le importa nada porque es claro, LO QUE ACÀ IMPORTA ES LA NOTICIA DE RAJOY que es todos los días la misma porque nadie quiere cambios ni revelaciones sino opinar en face APORTES MENOS QUE SUSTANCIOSOS sobre lo malo conocido (que bueno por conocer). Pero no me cambie de tema que me desestructura, no sea jodida.

Jesús trabaja y yo cada tanto filmo un poco lo que pasa con mi precario Nokia porque si no ¡¿cómo voy a saber que no fue un sueño todo esto?! Uno de los muchachos sentados a su lado le describe detalles de una obra flamenca que van a estrenar dentro de poco, hablan cerrao y andalú.

Yo pregunto poco y ná porque siempre tuve miedo al ridículo, a quedar como una tonta aunque el proverbio insista con que el que pregunta pasa por tonto una vez y el que no, toda la vida...

De pronto se levantan los tres, parece que la primera parte ha finalizado. ¡No entendí ná pero con cuanta pasión hablan estos señores del tablao! Uno de ellos comienza a ponerse elegante, parece que van a filmarlo. Y acá me mira él con ese gesto Marlon Brando (bien cursi lo mío, sí), se acerca hasta mi rincón. Le ofrezco de mi cocacola con todo el torbellino pasándome dentro. Agarra el vaso y bebe. ¿Será que es este tipo tan seguro como se lo ve? ¿Será que a él también le están pasando cosas? ¡Del amor le hablo, vieja tarúpida! ¿O será que soy una ilusa y me estoy inventando el cuento de hadas? (Los cuentos que yo cuento acaban fatal...)


Vuelve a lo suyo, se lleva mi vaso. Y yo ya sé que usted quiere que me deje de vueltas, me lleve al cuerdo a la casa y el romance se concrete ¡Vieja impertinente! ¡Desmedida! ¡Libidinosa! ¡Perdularia! Luego pediría a gritos que llegue la que no debe llegar, en medio de la faena me retuerza el pescuezo, se arme el despelote, vuelen videos de entrevistas por el aire y mientras tanto La Giralda nos de las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres... Empero… santo dilema, porque la que no debe llegar está siendo de lo más simpática conmigo, la señorita guay de Quintero es loca lúcida y amable, hinchaba el otro día por que dirija yo mi obra en el Teatro Quintero así que no pienso birlarle el marido ¡No insista! ADEMÁS TENGO MIS ESCRÚPULOS, VIEJA MALA, MI DON DE GENTES, MIS PRINCIPIOS SI NO LE GUST--

Jesús se sienta a mi lado (la mare...), su humanidad rozando la mía, me dice algo por lo bajo que ni les pienso contar, está má guapo que pegarle a Cristo. Escucho que pide a alguien un cigarrillo light, me causa gracia ¿Light? ¿Para morir lentamente? Me mira de costadete, mira su cigarrillo. Acabo de hacer reir al loco de la colina. (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuará...


domingo, 9 de julio de 2017

Capítulo 118 "Celos de Guadalquivir"

Capítulo anterior 

La indecisión paraliza y el amor es una macana, nos deja estaqueados en la mitad del patio, dijo un fulano que, seguramente, escribió la frase con ánimos de ser recordado, pero mire usted, yo me acuerdo de la frase y no del fulano. ¿No ve? ¡Todo es para nada! ¡Nada importa nada! Ni escribir best sellers, ni liberar países, ni ser administrador del grupo de face... Yo estoy acá pasando las de San Quintín, inventando un nuevo género literario junto al loco de la colina, género que pasará a la historia por original, loco, creativo, maravilloso y también es de autoayuda, claro, porque las fobias que estoy puliendo en este camino ni se imagina. Además me obliga a vivir para seguir escribiendo y así van pasando cosas y más cosas...

Pero (furcia palabra) absolutamente todas mis neurosis, todos mis ataques de pánico, mi casamiento con el loco y su novia, los desencuentros, los encuentros, el intento de ella de ahogarme en el Guadalquivir porque me instalé en la habitación linda, mi escándalo gran escándalo porque él me comió las naranjas de la dieta, el posterior divorcio y la división de males, la visita al hoy encarcelado Luis Pineda los tres para que nos cuente por qué teniendo tanto sigue queriendo más al punto de cavarse la tumba ¡¡Todo eso ocupará como mucho dos putas líneas en Wikipedia!! (Calamitoso)

¡Calla y ven, Marina! Lo miro, el cuerdo andalú me rescata de mí, por eso lo quiero. Camino tímidamente hacia la mesa en dónde están ellos sentados. Una amiga periodista, les dice el loco a dos andaluces que van a trabajar con él, y yo me aguanto, pero ahora sí que le daría flor de beso... ¿Y usted qué pensaba? (Nada) ¿Qué iba a poder yo no enamorarme de este chiflado? Shhh... hay algo de ritual en el aire, La Carbonería es hermosa, flamenca y hermosa, porque estoy con él.

Y a estas alturas casi que no me cabe duda, Jesús Quintero me está abriendo las puertas de su templo sagrado: su trabajo, su cotidianidad. Y aunque a usted le interese un bledo yo pienso, la mar de perpleja, ¿por qué?, ¿por que a mi? ¿Será que le divirtió que me vine a por él desde el culo del mundo en busca de la inspiración? ¿Es que me está alimentando la pluma el muy travieso? ¿O lo hace porque me crucé el Atlántico y quiere ser amable? ¿Lo hace porque sabe que voy a escribirlo?


Habla con ellos y cada tanto me mira, como si estuviera chequeando que atiendo a su clase magistral. Y cada vez que me mira tengo la sensación de que me está sacando una radiografía del alma, este hombre sabe lo que estoy pensando a cada instante. ¡Me pone nerviosa! Garabatea cosas en una cartulina y en algo así como dos minutos de reloj les arma una estrategia de marketing, un plan de desarrollo, cómo, dónde, cuándo y por qué deben hacer lo que deben hacer.

Y me parece que hasta acá llegaron mi amor, mi ética, mis valores, mi monogamia y mi moralidad, señora, me pa que Jesús esta noche no vuelve a casa, después de todo... morir ahogada en el Guadalquivir por su señora mujer sería un final acertado. ¿O no? (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuará...

jueves, 29 de junio de 2017

Capítulo 117 "Causalidad"


Vogirra, Quintero y Gala
Y la casualidad no existe dice un fulano, y yo puedo afirmarseló porque voy a contarles algo que pasó ayer en Almodovar del Río y ahora sé que el encuentro con José Antonio Sierra iba a tener sus consecuencias. Y es curioso, sabiendo el futuro de la historia el presente se comprende diferente, es como espiar una hoja venidera de la novela, ver una película por segunda vez o volver con el ex marido. En general es contraproducente, claro. Por ejemplo si usted supiera o supiese que Iglesias, Rivera o Macri van a ser más de lo mismo el presente sería nefasto pero como aún no lo sabe la vida se soporta, todavía. Y yo la envidio, ya se lo dije, porque sé que hasta que no dejemos de preferir el orden a la justicia la cosa no cambiará. Por suerte están los diarios que me hacen olvidar de lo importante. En fin...
 
Esperando a Gala
Resulta que José Antonio es corresponsal de Andalucía y por causalidad estaba apostado a mi lado mientras esperábamos la llegada de Antonio Gala. Conversamos un poco y al escuchar mi acento me pregunta de dónde vengo. ¿Escribes para algún medio en Buenos Aires? No, señor, respondo, lo que escribo no encaja en medio alguno, no tiene pies ni cabeza… Salvo Quintero y yo no creo que alguien más se divierta con esta novela que venimos escribiendo, ahora a dúo. La cuerda de la Argentina y el loco de la colina. Reímos y ahí es que me propone escribir una crónica sobre lo que estaba viviendo, que se la mande que él podía publicarla. ¿Salir en el diario? ¿Yo? ¿Usted dice que me echo a perder, vieja?

Escucho un ladrido, vuelvo al presente, la lluvia amainó un poco, nos da una tregua. Abro la puerta de La Carboneria y entro; soy una catarata del Niágara. Un par de perritos vienen a saludarme. Perritos andaluces. Cierro intentando no levantar la perdiz. Está muy oscuro ahí dentro. En alguna parte se escucha un bebé. Alguien me hace una seña. Camino hasta el fondo (lo que yo creía era el fondo porque este lugar es enorme) y ahí está el de la colina sentado a la mesa con otros dos.


Me lo quedo mirando. A veces siento que todo esto no está pasando, que en algún momento me voy a despertar y estaré en mi cama, en mi casa... Porque no tiene sentido ¿Por qué este hombre me trajo a trabajar con él tan reservado que es? ¿Será que, contra todos mis pronósticos, Quintero la pasa bien conmigo? Lapicera en mano, rulos mojados, se lo ve de lo más compenetrado. Lleva anteojos de leer y si no querías que peque por qué pusiste en mi tanta pulsión, dijo San Agustín. Y a este loco andalú en mi camino (puede tirarme con tomates tras la cursilería, para eso la hube de colocar, el tomate está carísimo en Argentina). ¡Ven, Marina!, me llama y yo me derrito al espiedo, me acerco a ellos tímidamente mientras me acuerdo de una frase de almanaque: La vida es la suma de todas tus decisiones. (Capítulo siguiente piche acá y va derecho viejo)

Continuará...

sábado, 17 de junio de 2017

Capítulo 116 "El loco detrás del loco"

Capítulo anterior

Quiero trabajar con vos, loco, arremeto en un impulso pero no soy sincera y cuando uno no es sincero en general naufraga. Sincero con uno, claro. Mire si no usted al periodismo dando lugar a las rastas podemitas, al perro apaleado, al bebito abandonado para entretener a la marabunta frenética. Entretener entretiene porque usted se pasa el día hablando de eso pero el naufragio es lo otro, señora, mire a un periodista a los ojos y verá que no era comunicar sobre las rastas lo que soñaba el día que se recibió…. Sin ir más lejos saque sus ojos desvencijados del iphone y miresé ¡No sea cobarde, miresé! ¿Se acuerda dónde han quedado sus anhelos? ¿Recuerda lo que imaginaba para su vida hace dos, tres, cuatro décadas? Vea a su alrededor

¿Trabajar conmigo? Me mira tres segundos y vuelve al camino. Lleva la cara mojada por las gotas de la lluvia, los pantalones empapados, arrastra las botamangas por el suelo; pantalones de campana bordó rayados, como nosotros dos. Siento que esperaba otra respuesta y claro que la respuesta era otra porque trabajar con él implica pasar tiempo juntos, conocerse, descubrir al loco detrás del loco, al amor después del amor.

Porteña neurótica, habrá pensado, se viene hasta acá y ahora recula. O quizá no, quizá pensó por qué no soy diez años más joven para poder joder con ella hasta que amanezca; o tal vez recordó que se había olvidado de almorzar y qué espantosa la versión del himno de ayer en Almodovar; o por ahí le agarró la duda ¿Metí o no en el morral las preguntas que tengo que a hacerle al Farruquito? Será tal vez que no soy lo que ella imaginaba. ¿Y si me llevo esta cuerda a casa y llega justo la tercera en discordia? (Esto último lo pensé yo, no le voy a mentir aunque usted me pide a gritos que lo haga)


Finalmente pensé que pensó lo que me conviene a mi y a este relato. ¿Vas a entrar?, me dice y me corta el mambo, siempre manteniendo la distancia, el gesto adusto pura pose. Los dos parados frente al portón de madera. Sí, en un segundo, voy a llamar primero a mi mamá. Asiente y abre la puerta. El loco andalú se funde con el espíritu flamenco del lugar. La puerta se cierra, me quedo sola. La lluvia arrecia. Y sí, la respuesta era otra. (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuará...


sábado, 10 de junio de 2017

Capítulo 115 "Nunca diga nunca"


Camino a La carbonería avanzamos los dos bajo la lluvia cubiertos por un paraguas marrón. Jesús anda mirando el piso, silencioso. Le metemos pata para no mojarnos tanto. El tipo va a buen ritmo, tengo que poner cuarta para seguirle el paso. A nuestro alrededor las hermosas callecitas andaluzas, no tengo idea de en donde estamos pero estoy enamorada de Sevilla ¡Jesús! Le gritan desde un garaje. Él levanta la vista, sonríe y se acerca al hombre. Me empapo. La puta madre. Pienso en mi casa, en lo lejos que estoy, diez mil kilómetros. Pienso en el alquiler, no sé cómo voy a pagarlo cuando vuelva. Y pienso en mi novio, que me dejó por facebook el día anterior a subirme al avión en Buenos Aires porque como dice el dicho, cuando te decidis por algo otras cosas quedan atrás... ¡Todo no se puede! Me cobijo bajo un techito, lo miro a Quintero a un metro de distancia, sigue charlando con el señor. ¿Y qué hago yo acá con vos, loco andalú? Por un momento dejo de escuchar qué hablan. Me acuerdo de ayer:

¿Y qué quieres tú ahora? Me preguntó al final del largo día en Almodovar del rio mientras nos tomábamos un café con tortitas (creo que en un bar de Triana). ¿Qué quiero? Di un respingo. Lo miré. Sus ojos parecían algo tristes ¿Estaría triste? Bajó la mirada. Descubrí que son grises, claros y huidizos (si su mujer lee el blog creo que me manda un sicario). Esperaba la respuesta mientras daba otro sorbo a su café. Quiero inmolarme con vos, pensé, pero no lo dije. ¿Por qué no le dije? No sé. Lo vi cansado, lo vi posible, lo vi tan cerca… Qué quiero ahora me preguntaba el señor de las preguntas, como si fuera fácil saberlo, como si a uno no le demandara la vida darse cuenta. Como si no se muriera en el intento.

Me seguía mirando, inquisitivo. Entonces la que se refugió en el café fui yo. No sé... pensé un momento... Sé que uno a veces no quiere lo que cree que quiere, sé que no quiero desaprovechar esto que en una semana se acaba porque me voy. Sé que no quiero irme. Que no quiero ser leída en serio, no quiero que me ofrezcan escribir para un diario importante aunque a veces creo que sí, no quiero ganarme el premio porque entonces me voy a volver acartonada, voy a tener que escribir porque tengo que entregar y no porque se me da la gana; escribir algo que impacte a la marabunta frenética, algo que agite el avispero pero no tanto y ojo con hablar mal de Repsol o de Santander que son los turros del mundo pero también pagan los sueldos… ¿Pero no era que lograr la meta da felicidad? ¡Además los diarios están para informar la verdad y los periodist-- (Ahora la miro yo a usted) No sea ingenua, vieja tarada...

¡Marina! Me trae al presente mientras se despide del hombre del garaje. Retomamos la marcha y me explica entre risas de donde lo conoce. Yo me río para no dejarlo solo aunque no entiendo bien qué era lo gracioso. A veces me cuesta todavía entender el andaluz. Y creo que a él le pasa similar con mi porteño. Entonces de un impulso se lo digo: quiero trabajar con vos, loco. Nunca diga nunca. (Capìtulo siguiente pinche acà)

Continuará...


lunes, 22 de mayo de 2017

Capitulo 114 "Condenados a entendernos, dijo Reuters"


Coherente pared andaluza


¿Por qué la gente no quiere saber? ¿Por qué no googlean cómo y quiénes manejan el mundo en lugar de cómo ser felices? ¿Por qué no averiguan a quiénes pertenecen los diarios que leen? ¿La televisión que miran? ¿Qué quieren que pensemos? ¿Por qué prefieren creer en dios a creer en sí mismos? ¿Por qué sienten que si logran muchos like en facebook algo bueno pasará en sus vidas? ¿Es la gente imbécil? ¿O está manipulada? ¿La tele los idiotiza? ¿O les da lo que demandan? ¡EL VIDEO DE YOUTUBE QUE MÁS VISITAS TIENE SE LLAMA “LAS CHICAS DE VERDAD NOS GUSTA EL POLLO FRITO! (Pausa introspectiva) ¿Y quién nos manda a querer cambiar el mundo? ¿Está mal depender de los like de facebook? Vos dependes de tu audiencia, yo de mis lectores... ¿Los boludos somos nosotros que no podemos aceptarlo como es? ¿Quiénes la pasan menos peor, los que ignoran o los que saben? (Pausa larga y transición melosa) ¿Qué hay entre vos y ella? ¿La amas? ¿Se aman? ¿Se llevan bien? ¿Podríamos compartirte? (Ella se queda con Jesús y yo con el loco).

Todas estas preguntas embarullan mi cabeza mientras camino por la calle Placentines para su casa de lo más ansiosa. Piso un charco ¡La puta madre! Entonces recuerdo una frase de Woody Allen: ¿Por qué no dejo de destruir mi vida buscando respuestas que no voy a encontrar y me dedico a vivirla mientras dure?

Doblo la esquina y ahí está él bajo la llovizna. Me quedo un momento mirándolo, su pinta inconfundible, móvil en mano, sombrero loco, lentes de la colina. Ya... Ya... dice cada tanto al teléfono. Camina corto y errático sobre los charcos mientras habla de mala gana. Me le paro detrás. Entonces se da vuelta y me ve unos segundos. Sonríe sutilmente, sin perder su gesto adusto pura pose. Vuelve a la conversación.Y yo estoy que me muero muerta (aunque jamás se los confesaría). Condenados a entendernos dijo su mirada o eso quise entender y déjeme ser ilusa por un rato, señora, usted lo es 24 horas al día ¡Le cree a Reuters! ¡Le cree a El país! Además crea yo lo que crea el mundo sigue siendo lo que es. Shhh... que cada vez que me mira siento que se me afloja algo adentro ¿Será que será esto el amor? ¿Sentir que algo adentro se te afloja?

Corta el teléfono y me mira apenas. Agarra sus cosas de lo más ensimismado. Una mujer le pide una foto. Espero. Ella le cuenta una acécdota de cuando era chica y que se crió escuchando al loco en la radio bla bla... Termina. Coge el paraguas, me dice él mientras empieza a alejarse presuroso por la angosta callecita. Vuelve a sonarle el móvil. Atiende. ¿Y ahora? ¿A dónde me lleva este hombre? ¿Será que vamos a ver a Escohotado? ¿Será que iremos a compartir una almohada en el infierno vos y yo, loco andalú? ¡O SERÁ QUE MIC-- Mejor me dejo de escribir boludeces... Agarro el paraguas y apuro el paso porque el loco ya dobla la esquina y acá es que me acuerdo de la lección del día: no vale la pena preguntar, mejor vivir... (Capìtulo siguiente pinche acà y va)

Continuará...