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Y cuando la pesadilla se hacer carne, cuando el temor tan temido se nos planta delante, cuando la muerte de nuestra madre, con la que tanto fantaseamos, al menos yo, con la que tanto me torturé, ya desde chiquita, la pasaba horrible pensando cuántos años iba a tener cuando ella se muriera y qué iba a ser de mi entonces, bla bla bla... Una mañana, todavía nadie se había levantado de la cama, hice mal los cálculos, contaba una y otra vez con los deditos de la mano y la cuenta me daba que iba a tener once años cuando ella, ya de vieja, moriría. Casi corro llorando a la cama de mis papás, desesperada, sintiéndome huérfana y miserable, para que me explicaran cómo sobrevivir a semejante tragedia, estaban los dos, todavía no se habían separado, por suerte se me ocurrió hacer la suma una vez más y me di cuenta del error que había cometido.
Creo que en estos dos últimos años, a partir de que le agarró el viejazo, desde que me encargo de sus cosas y de su existencia, la he matado al menos quince veces a mi mare. Una cuando se cayó y se quebró la muñeca: de esta no sale, me dije mientras esperábamos en la guardia del hospital, al lado de la camilla, observándole la sangre en su cara sostenida por el cuello ortopédico. Volví a matarla cuando por la medicación psiquiátrica mal administrada decía incoherencias y dormía todo el día: ahora sí que me quedo sola en el mundo, pensé frente al psiquiatra quien no tuvo mejor idea que decirme que me mudara a vivir de nuevo con ella, así la cuidaba, ¡si no tenés hijos!, me dijo el tipo, casi me suicido de un ataque de pánico ese día. Pero tampoco ahí se murió. La más reciente fue cuando se me dio por leer el informe de la tomografía computada que le hicieron de la cabeza, por algunas desmemorias que estaba teniendo, la papeleta decía una cantidad enorme de nombres alemanes y detalles espantosos sobre infartos, partes ensanchadas o corridas o estiradas o dilatadas... Recuerdo que me dije: ¿cómo está viva esta mujer con todo esto? Y siempre resucitó, como el ave Fénix. Pero ahora han dicho cáncer. (Sigue)
Continuará...
Un día quise dar con este periodista, empecé a buscarlo, la búsqueda se puso interesante, me senté a escribirla, en el capítulo 5 conseguí su teléfono, en el 14 me animé a llamarlo, en el 30 saqué pasaje (tenía que hacer avanzar la historia), en el 45 le llegó a Campanella justo cuando tenía que viajar, terminé trabajando con él. En el 76 arribé a Sevilla, en el 83 lo puse contra las cuerdas y la aventura continúa... (Vivir para escribirlo luego porque la realidad supera la ficción).
jueves, 4 de octubre de 2018
Capítulo 378 "Quince veces"
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