miércoles, 2 de marzo de 2016

Capítulo 85 "Santo dilema"


Y qué bien se la viene pasando usted conmigo ahí leyendo cómo me meto en despelotes para hacer avanzar la historia. ¡Ahora mismo estoy en un nuevo brete! ¡NECESITO PROZAC! Porque claro, Rockefeller es turro pero de boludo no tiene nada, nos hace meter en despelotes, nos aterroriza a través de sus medios de comunicación, nos encaja el Zika, el terror al terrorismo, nos da el tuiter, el facebook, después te los da de baja y ZAC, te vende el calmante para los nervios Y NO LE BUSQUE EL SENTIDO A MIS HUMORADAS PUES CARECEN DE ÉL... (A casi dos años todavía no me toma el tiempo, vieja tullida) Y sí, me meto en bretes porque sin ellos la vida es negra, sosa Y NO DIGA NI MU que está usted peor que yo ahí sufriendo por los bretes ajenos de Belén Esteban y Carmen Barbieri. Al menos yo encanezco por bretes propios y voy al grano que se me aburre:

Resulta que estamos todavía en la oficina meta charlar el loco, la rubia y yo cuando me suena el teléfono (pric). Disimulo. Vuelve a sonar (pric). Y qué vergüenza, me interrumpe mientras Jesús habla sobre la comunicación... Sutilmente miro la pantalla: es un mail de un periodista del Libertad Digital al que no conozco. Más abajo otro mail de otra periodista de Vértele. ¿Y esta gente quién carajo es? Ambos me piden el teléfono del loco porque quieren entrevistarlo. Ato cabos. ¡Claro, googlean Jesús Quintero y encuentran este blog! Dudo un momento. ¿Le cuento o no le cuento? ¿Y si les cae mal? ¿Y si ella ve amenazado su trabajo de secretaria porque me contactan a mi para contactarlo a él? ¿Y si él se entera de que me leen más de lo que cree y me pide que saque esta historia de la web? Ellos siguen hablando, ahora sobre el amor, valga la redundincia. Dudo un momento. No sé qué hacer. ¿Les doy el teléfono a los tipos directamente? ¿Y si me mensionan y el loco se enoja?

Entro en pánico otra vé, que a mi no me cuesta mucho eso. Porque si estos periodistas llegaron al blog realmente me leen más de lo que creo. ¡Y yo contando todo acá tan suelta de cuerpo como si fuera un diario íntimo! (Pausa angustiosa) ¿Y ahora? ¿Voy a tener que escribir a medias tintas? ¡Me voy a permitir seguir escribiendo lo que quiero si me leen más de lo que creo? Ya sé que a usted ni le importa pero justamente acá está el gran desafío, el pedregoso camino a la libertad. ¿Decir lo que se piensa o lo que se piensa esperan los demás que sea dicho? ¿Decir la verdad aunque sepamos que el que dice la verdad se queda solo? ¿O espetar politicamentecorrecteces para acumular y acumular seguidores mediocres? Delgada línea, santo dilema. Dilema del que se desprende la carencia de valores, la ausencia de periodismo y el mundo que anda como anda.

Dejo el móvil sobre la mesa, no respondo nada a nadie. ¿Se puede decir la verdad cuando uno está allá arriba Jesús? Se me queda mirando por el abrupto cambio de tema. Piensa un momento: depende de quien seas... Hay quienes pueden no decirla, yo no soy así. Y ahí tiene usted, lo que aprendí de este loco es que hay que decir siempre la verdad, ser uno mismo o al menos intentarlo, que eso le ha costado unos cuantos escandaletes mediáticos, unas cuantas censuras a sus programas, unas cuantas canas verdes y frustraciones. Y supongo que tengo que decir la verdad aún cuando ésta lo implique a él. Así que le voy a pasar a ella los mail de los periodistas y luego le chismearé a usted algo que sucedió pasadas las tres horas de charla, ya los tres totalmente relajados, entonados y algún otro ado que se le ocurra... Pero como la entrada se hace larga lo contaré en la 70. Prozac. (Sigue, pica y va)

Continuará...




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