miércoles, 29 de noviembre de 2017

Capítulo 158 "La curva sin final"

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Me besa. La beso. La tomo de la nuca mientras el viento arremolina la sombrilla encastrada al lado de la mesa blanca. Su pelo empapado se me enreda entre los dedos. Estoy besándola, pienso mientras siento su cuerpo agitado contra el mío. Estoy besándola, sí. Entreabro los ojos. Ella está en otro lado, allá lejos, allá lejos conmigo. El momento que no tendría que terminar nunca. Morirse así porque lo demás no importa, lo demás lastima, nos va matando de a poco pero nosotras así nos salvamos y eso nadie nos lo puede quitar.

Una maceta de la medianera se hace pedazos contra el piso, se suma a otras dos que ya están destrozadas. Los cactus quedan flotando en el lodazal, ella con sus pies descalzos. Nos seguimos besando y ya las dos perdimos la cabeza porque esto es una locura y nuestros cuerpos no se dan cuenta. Otro trueno hace temblar Sevilla. La sombrilla empieza a moverse feo, se nos está por venir encima pero no podemos separarnos. Todavía la sostengo firmemente de la cintura, por debajo de la musculosa siento su piel suave y mojada. Aparta unos centímetros su cara para verme, para tomar aire, en un intento de recuperar la cordura. Me mira extasiada, contradictoria, no comprendiendo qué pasa.


Y obviamente este tendría que ser el final. Si es que no tenía que haber sido, y caía de maduro, el capítulo 131 pero mire usted si el destino estará en nuestras manos que yo decido continuar, más bien porque no puedo parar, me llego de nuevo hasta el antro de la perdición y acá estamos con ella y no con él, en la loca terraza de la colina bajo el torrente sanguíneo de las pasiones y el agüita de cielo andalú. La mare mía… (Sigue)

Continuará...

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