domingo, 7 de enero de 2018

Capítulo 188 "Facilitos"

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Me tiemblan las manos. No por borracha, ya hace como dos días que no tomo ni fumo, no me daba más el cuerpo. Tuve que irme de la casa por la mañana temprano porque me empezaron a dar los pánicos. Agarré la bicicleta de ella y me vine por la autovía Huelva, no sé si está permitido pero llegué viva y coleando. Ayer no pude subir nada al blog por el asunto del wifi. ¿O fue anteayer? Estoy perdiendo la noción del tiempo, sé que hoy es 6 de enero porque me lo dice el ipad y porque la calle está atiborrada de carrozas de reyes rodeadas de gente que no va a poder pagar la luz gracias a las medidas del gobierno pero se ilusiona por recibir caramelos. Así de facilitos somos.

Estoy en el centro de Punta Umbría, en un bar que tiene internet a cuentagotas y a la media hora se corta así que no sé si voy a poder subir esto hoy o cuando... Quise recargar datos pero la tienda de Orange estaba cerrada. Mi amigo Sancho Dragoni se fue ayer, me dijo que lo vaya a visitar a Soria, ahí vive este señor, y es que con él me la pasaba bárbaro, no estaba tan pendiente de ella, no me daba cuenta de mis neurosis, pero ahora... Los periodistas siguen copando la casa y quiero imaginar que el domingo se rajan porque tienen que volver al laburo, ¿no? ¿Será que el domingo nos volvemos para Sevilla? Necesito alejarme de esta gente cuanto antes. De los dos. Creo que no están bien, ninguno de ellos. Encima me di cuenta de que no me queda mucha plata. Acabo de llamar a mi mare desde un locutorio, me dice que cree que está cerca del final, se refería a ella y no a este blog que de lo más lejos que está es de eso me parece… Y ya no sé si es que la cosa se va poniendo espesa o yo soy una exagerada, ¡¡¡que no me reconozco!!!

Sancho Dragoni (o algo así)
Intento volver ahora a la noche de la borrasca a ver si recupero algo de calma, cosa que no creo pero lo voy a intentar:
Su móvil en la mesita decía que eran las 7:30 de la mañana, me empecé a inquietar en la cama, estaba abrazada a ella y ahora la gitana olía a mi. ¿Cuánto habíamos follado? ¿Cuántas horas sin parar? Dios mío. Lo malo de permitirse la inconsciencia es esto, volver. Me alejé de su belleza despacito para que no duela tanto y para que no se despierte. Me detuve. La miré durmiendo a mi lado. Esto no puede ser, me dije. Me puse la primer remera que encontré y mi bombacha beige que había quedado perdida entre las sábanas blancas. Caminé despacio por la pieza buscando el resto de mis cosas. A La noche estrellada le faltaba una parte, la que había tenido el accidente contra el piso hacía un rato, allá por el 134, creo... Completamente contrariada y se me daba por darme cuenta de esos detalles, eso es el karma del escritor, no sé si me comprende. Miré a vuelo de pájaro pero no veía ni mi morral, ni mi ipad… Cerca de la cama una especie de bandeja rara con tres potes de cremas humectantes, dos estaban completamente vacíos... Eso no estaba ayer. ¿O sí? Agarré una, la olí... Entonces pasé la mano por mi cuerpo, mi espalda, mis caderas, me di cuenta de que estaba toda embadurnada. (Sigue)

Continuará...


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