domingo, 28 de enero de 2018

Capítulo 207 "Aneurisma"

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En el armario encontré un abrigo bastante grande y negro, supongo que de él, volví a la cama y la cubrí, ni se movió, ella y su sueño pesao. Se escucharon unos pasos por el pasillo, alguien entró al baño, hizo pis. Por fin se habían dormido estos hijos de puta. A los periodistas españoles cuando están borrachos se les da por no dormir y por contar verdades, eso que no dicen en los diarios porque a nadie interesa. Y la vigilia ininterrumpida de estos seres extraños combinada con el mal de amor, descubrí, es casi lo peor que puede pasarle a una en esta vida. No... Lo peor es estar lejos de Ella, me dije y me reí en el silencio de la noche. Estaba cayendo de nuevo, aún presintiendo la que se me venía. No podía elegir por quién dejarme romper el corazón, no podía no quererla, y así el que estaba en lo cierto era Cortázar y no Arlt, el amor es como un rayo que te deja estaqueado en la mitad del tablao. Me alegré. Me alegré mucho aun sabiendo que iban a verme llorando dos por tres.

Me metí en la cama bajo el abrigo, la abracé despacito por atrás. Apoyé mi cara en su pelo liado, amo olerle el pelo liado a la Gitana. Tenía puestos los aros grandes, esos que le quedan tan bien. Su respiración cortita, serena, como de sueño plácido. Se me escurrió un primer roce de labios en su nuca, roce que terminó en beso… La abracé fuerte y no me alcanzaba, cómo la había extrañado. La abracé fuerte pero no se me llenaba ese vacío espantoso que se siente con el amor no correspondido. Acá ella un poco me correspondía pero no sé si el amor, me había correspondido el sexo aquella noche de la borrasca, drogadas, contrariadas, y no confundas al amor de tu vida con el sexo de tu vida, dicen algunos eruditos… Se dio vuelta y me miró, como si siempre hubiera estado despierta. Sus ojos grandes y atentos. Se me salió el corazón del pecho. Tenía rimmel en sus ojos, rimmel corrido. ¿Qué hace tú aquí?, preguntó, como si fuera yo la que estaba en la pieza equivocada. Se puso el brazo de almohada, muy tranquila Ella. Me quitó el pelo de la cara. Yo sonreí pero tenía ganas de llorar porque el amor me pega así, pelotudamente y cada mil años.


Y ahora golpea la puerta de mi pensión. Ahora. Hoy. 28 de enero. Cuatro de la mañana. ¡Hace media hora golpea y me van a echar! No quiero interrumpir el relato de amor pero es mi amiga de Valencia y desde que llegaron ellos no tengo paz... El presente no me deja terminar nunca con el puto pasado y el futuro me pisa los talones. Está del otro lado de la puerta, me dice que lo siente, que no va a llamar a nadie más para decirle que estoy loca y que por qué no atiendo el móvil, que una periodista de Buenos Aires la contactó ayer para preguntarle de mi paradero, que estaba preocupada, y que porqué eliminé el último capítulo y que donde me había metido y-- ¡Tengo que escribir, Murillo! ¡Tengo que encontrar el final a esta mierda!, exclamo mientras voy escribiendo esto pero ella no me escucha y sigue, que tiene problemas ahora con su marido, que le dijo que ¡ARREGLE LAS COSAS Y QUE VUELVA YA PARA VALENCIA! ¡Porque tu amiga argentina (yo) os está haciendo quedar fatal con Toledo, con Campanella! ¡Nadie querrá producir tu película si creen que estáis locas! Eso le dijo el marido y-- ¡Ábreme, Fíloc que estoy a un latido del aneurisma! (Quiero volver a mi vida de antes...) (Sigue, tras cartón)

Contnuará...


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