lunes, 29 de enero de 2018

Capítulo 208 "Estoy bien"

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Y tuve que abrirle porque el despelote era por mi culpa, traía el guión de su amada película en la mano y cara de manicomio. ¿Y Miguel?, pregunté pero no respondió. Me decía que yo había estado escribiendo drogada y la había liado y que ahora todo el mundo pensaba que estábamos locas. ¿Drogada cuando? ¡Pon YA en facebook que no ta pasao nada, por dios, Fíloc! ¡Que todo el mundo pregunta! No lo podía creer. ¿Quién va a preguntar si nadie lee, Murillo? No me jodas que tya tengo bastante con lo que tengo. MIentras me defendía encendí mi móvil, mi amiga se dejó caer en la cama como una bolsa de papa. Luego iba a entender yo que no es para cualquiera esto de volverse persona/je. No me dio tiempo a preguntar ná que retomó el borbotón. ¡Llama a la periodista ahora mismo, hazme el favor! ¡¿Qué periodista?!, pregunté, ansiosa. El teléfono que tardaba en encender. El reoj marcaba ahora las 4:30 de la mañana. ¡La periodista de Buenos Aires ha preguntao por ti en todo el planeta! ¡Le ha escrito por twitter a Campanella! ¿A Campanella? ¡Sí! Y yo mequedao sin película, sin marido, sin productor, agregó, ya también sin aire.


Empezó a darme la sensación de sudor frío. La sensación de que el relato se me estaba desviando. El objetivo de Marina acá no es ser famosa. ¿O sí? Dejé el móvil sobre la cama, me senté en la silla, la única que había, intentaba respirar como me enseñó la Gitana la noche de la borrasca. ¿Y cómo has estao escribiendo?, preguntó con sus ojos extraviados. Desde mi teléfono, en locutorios, desde dónde puedo y en circunstancias más que espantosas, María José, si vos no me devolvés mi ipad. ¡Pues porque escribes y la lías ya tas fijao! ¡Y que has tenido también que escribirle eso a Toledo que ha cerrao el Twitter, mija, que lo ha cerrao! Le pedí que bajara la voz porque de verdad me iban a echar de la pensión. Lo siento, respondió terminando su lata de cerveza caliente. 

Mi teléfono cobró vida de pronto, conectó con el más allá, me entraron cuatrocientos mil whatsapp en un canto de gallo. ¿Qué carajo pasó? Mensajes y más mensajes, uno de la empleada que cuida a mi mare, me pedía aguinaldo, vacaciones y que mi mare estaba preocupada y quería hablar conmigo y que mi tía llamaba dos por tres porque etc. Otros tantos preguntaban si estaba bien algunos con varios signos de pregunta al final (???); mientras mi amiga seguía:
Venga, mira, me mostró el Twitter en su móvil, Toledo había cerrado su cuenta por “culpa nuestra” y la había bloqueado del facebook y ya nadie querría producir su largo porque el gallego justiciero le iba a contar a todos que estábamos locas... Yo escuchaba pero todavía no lograba asimilar el parraferío. ¡Mi vida está acabada, Fíloc!, concluyó. Y quizá la mía también porque drogada le había escrito por twitter a "mi jefe", Arturo Pérez Reverte, barbaridades olvidables. ¿Tanto lío por unos twits entonados? ¡Y qué no, que no es sólo por eso, también que has desaparecío, Filoc! ¡QUE POR QUÉ NO COGÍAS EL MÓVIL! ¡DÏAS SIN COGERLO! La miré. Estoy mal, Murillo, ¡MAL! ¡No tengo desde donde escribir!, le respondí, intentando no sulfurarme. Entonces es que enfermamente hice lo que no debía, o lo que sí, si de conveniencias de relato hablamos, me fijé si la Gitana estaba conectada en whatsapp. Y en un segundo el resto del mundo desapareció. Se me estrujó la garganta. Había cambiado la foto y para qué carajo la amplié, me la quedé viendo, su pelo cayéndole hermoso, los ojos asomando apenas por debajo del bombín azul, era la foto que le saqué la noche de LIVE, me estaba mirando a mi… Se me empezaron a caer las lágrimas. Mi amiga no se dio cuenta, seguía aferrada a su "Historias del cine". Me desparramé al lado de ella con el teléfono en la mano. (Sigue)
Continuará...

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