domingo, 25 de febrero de 2018

Capítulo 226 "Nochevieja a trua"

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Rocío intuía lo nuestro. Ya había intentado (en vano) sonsacarme algo. La que irradia sensualidad intuía, claro que intuía, porque las minas sabemos hasta lo que no sabemos que sabemos. Incluso sabemos cómo salir del entuerto patriarcal de manera mucho menos troglodita que el enojo neurótico. No lo ponemos en práctica por la misma causa por la que creamos junto al hombre un sistema que nos subordina y lo soportamos 3500 larguísimos años. Así que a Rocío le bastó observar un segundo y medio cómo le miraba yo la Gitana al Loco cuando salimos a comer al restaurante ese los caracoles inmundos que casi me indigesto por la impresión. Un segundo y medio y se dio cuenta de lo que nos pasaba, de que entre nosotras había ya pasado de todo. Yo me la agantaba estoicamente, eh, no dejaba traslucir angustia alguna cuando veía que Ella era más atenta con Él que conmigo, o cuando él le apoyaba la mano en algún lado para pedirle que le pasara el pan, no dejaba traslucir nada, o al menos eso intentaba.

Guadalcacín, el pueblo que vio nacer a la bella Gitana
Hablaban de subir un rato a la pieza antes de que se hicieran las doce. Y ella insistía en escarbar, acababa de preguntarme adelante de Él, como quien no quiere a cosa, si sabía algo de Ella, por dónde andaba la rubia, con gesto capcioso lo hacía, observando minuciosamente mi reacción. Pero yo fui actriz y en alguna que otra cosa no soy tan caída del catre así que me hice la boluda, agarré el vaso y tomé como para ganar tiempo y pensar qué responderle. Por suerte el Loco, con su camisa blanca que le quedaba tan guapa, se me adelantó. Explicó que la Gitana la Nochevieja la pasaba en Jeré. Explicó eso rápido y siguió contándonos sobre su proyecto, a mi me parecía alucinante porque el tipo quiere fusionar cine, periodismo, teatro, literatura, televisión, todo junto en vivo y eso es un aquelarre, le dije entusiasmada, me subí al carro, empecé a tirarle ideas, imágenes, ignorando por completo a la otra estúpida que me buscaba roña de envidiosa.

¿Te apetece a ti o no, argentina?, preguntó ahora ella con cara de ganas, molesta porque la estaba dejando afuera de la conversación. Y yo me amedrenté, claro que sí, le dije que faltaba solamente una hora para la medianoche y que me parecía medio loco subir ahora just-- Y que a ti te importa musho la Noshevieha, anda que…, me interrumpió ya morfándome con los ojos negros esos que tiene. Parece que así es la cosa por acá, al pan pan y al vino vino. Él se levantó sin preguntar más. Sabemos que no gusta de vueltas este muchacho, enfiló para la puerta de la casa como podía, la llevaba bastante bien. Ella terminó su trago, quedaban dos gotas, se levantó, recobró la estabilidad y lo siguió. Se dio vuelta para mirarme una vez y desapareció atrás de Él. Solita quedé. Solita con mis desconciertos. Perpleja. Miré a mi alrededor, los periodistas charlaban y comían, todos elegantes. Y más de un minuto me llevó reaccionar, faltaban cuarenta y cinco para entrar en el 2018. Pensé en Ella. En que se había ido sin avisarme. Pensé en lo que me había hecho en LIVe y en que esta oportunidad loca no se me volvía a dar en la puta vida. Me levanté y acomodé las cuatro sillas, ahora vacías. (Sigue)

Continuará...

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