miércoles, 7 de marzo de 2018

Capítulo 232 "Cerrao cerrao"

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Y ahí le sonó el móvil. En medio de lo que parecía ser el idilio de Sigfrido, en medio de lo que era EL AMOR apersonado y materializado porque Ella me miraba y yo sentía como una angustia dulce en la garganta, un sufrimiento erótico en el cuerpo que me llegaba hasta la punta de los dedos de las manos, ¿me comprende? Realmente creí en ese momento que había vivido equivocada pensando que eso, el amor, no existía y era una pelotudez que, como tantas otras, nos inventamos los miserables humanos para no morir en el intento, de la esperanza le hablo, señora, de la paz, de dios, de la libertad, de la seguridad y de la ilusión... De verdad sentía que me había fundido con Ella, no sé si es la palabra, pero sentía al mirarla que éramos una sola, que pasara lo que pasara nosotras nos íbamos a entender siempre. Y con una sola persona que te entiendas ya se sobrevive diferente.

Le sonó el móvil y absolutamente todo se esfumó, en un segundo, como pasa cuando una tiene una obra maravillosa y a uno de los actores se le chifla el moño y se va. Eso tan frágil, eso que tanto trabajo costó construir, eso que se da pocas veces en la vida se desmorona como un castillo de naipes. Ya no la tenía a Amelie de melodía en su teléfono, ahora sonaba, para colmo de bienes, The fool on the hill. ¿Tanto puede ser que lo idealice a este Fulano? ¡Si es obvio que repite palabras de otro! ¡¡¡Si cae de maduro que le han guionado el personaje!!! (No haga del todo acaso a lo que digo en ese momento, estaba muy muy enojada). Él vive como por arriba del resto de la hente, ¿te ha dao cuenta tú?, me dijo el otro día embelesada, y claro que me doy cuenta, por eso se pierde los detalles más interesantes, por volar tan alto ¡Por eso no se da cuenta de la preciosa mujer que tiene a su lado y anda pelotudenado con otras!

Musa talentosa y bella, y Él no lo ve!!!
Lo atendió. Me dejó con los besos en la punta de mi alma y lo atendió al Fulano. Me destapó toda para encontrar el puto bolsito en donde tenía el putísimo móvil que sonaba con la mierda de canción que lo traía a Él de cuerpo entero hasta la Nueva Umbría. Miró el display y me lo mostró como diciéndome: disculpa, es Él, ES DIOS, debo atenderle porque a ver si todavía se enoja DON DIOS y se nos viene el diluvio universal reloaded. Se paró y empezó a caminar, errática, como camina Él cuando habla por su móvil, ya estaba simbiotizada. Yo me volví a tapar con lo que encontré y empecé con la difícil tarea de desenojarme porque si no me levantaba y me iba. AHÍ MISMO. Y NO ME VEÍA NUNCA MÁS EL PELO. Lo pensé, claro que lo pensé, pero es que no tenía idea de en donde carajo estábamos además irse enojada significaba cortarle las alas al relato, cosa que vengo haciendo desde que empecé, por eso del miedo a darle rienda suelta al deseo. ¿Y quién me había obligado a venir con Ella? ¿Acaso ya no sabía yo cómo era la cosa? Dos palabras con Él y le cambió la energía, se ofuscó, su belleza agreste desapareció, empezaron a discutir y claramente este Tipo no le hace bien, y a mi se me está terminando la paciencia, mire usted. (Sigue)

Continuará...


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