domingo, 25 de marzo de 2018

Capítulo 244 "Inmolación papal"

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¡Que lo he localizao! ¡He localizao a Toledo!, me dice a los gritos Murillo por el whatsapp, después de llamarme diez y siete veces al hilo a mi teléfono. Me da un vuelco el corazón porque estaba ensimismadísima en la menage a trois findeañera gracias a la inspiración conseguida por los celos de Ella por Él y no por mi. De lo más feliz en la terraza de la colina tomando de mi jugo de naranjas recién exprimidas. Ninguno de los dos está en este momento y ya soy una suerte de parásito en este lugar, sin que se den cuenta me adueño de todo, poco a poco... ¿Y... pero qué te dijo? ¿Dónde anda? ¿Por qué te bloqueó? ¿Te dijo? ¡Quiere o no quiere hacer la obra! ¿La leyó al menos?, le pregunto borbotónica, aprovechándome de la interrupción para airear mi cabeza un poco. ¿Qué obra, Fíloc, qué obra!, responde entusiasmada. ¡El tío se está yendo a noséónde escapando de la justicia después de haberle gritado a España a los cuatro vientos que se cagaba en dios y la virgen María... ¡Lee El País, Fíloc! ¡¡REVOLUCIÓN FÍLOOOC!!

Me divierte la historieta y la locura de mi amiga me arrastra. Busco en twitter rápidamente, resulta que Toledo ahora es TT. ¡Lo lee todo El País! Y a mi me invade de nuevo el virus de la contradicción. ¿Qué hago yo acá tan modosita perdiendo el tiempo en menages a trois con el loco de la colina y la sensual de Ibiza? ¡Eh! ¡NO ME LEE NI LA CHICA QUE QUIERE HACERME JUICIO POR HABERLE PAGADO LO QUE CORRESPONDÍA! (Y más también si sumamos lo que me robó, en nombre de dios...). ¿Es que tengo que insultar a Cristo para que me lean? ¿Tengo que follarme a la virgen? ¿Tengo que inmolarme contra el Vaticano? (Pausa hegemónica).

No. ¡No! ¡¡NO!! Se supone que estoy creando un degenerado nuevo género literario y todo lo nuevo cuesta, tengo que aguantar, ahora no me lee nadie pero quinientos años después de que muera se van a dar cuenta de que esto era original y profundo, como pasa siempre. ¿O será que no lo es? Dios mío. La verdad es que lo otro me tienta a mares, joder un poco a Toledo, ahcer la revolución, como me tentó venirme al presente ahora mismo para huir de la menage a trois findeañera porque la cosa se me ponía peliaguda con la Sensual, la fiebre y Él, que nos miraba guapísimamente.

Suspiro. Pongo en altavoz el teléfono mientras miro Mi Giralda, tan hermosa a lo lejos. ¿Y pero… qué querés que haga yo ahora con Toledo y la virgen, Murillo? ¡Estoy en medio de la menage a trois! ¡Y tentada ahora mismo de contar lo de Dragoni y el éxtasis y lo de Reverte de la semana pasada con vos en Cajasol! ¡Y me falta todavía nuestra escena de la escalinata en la calle Francos, cuando esperamos al Loco y Tenerife se había enfadao tantísimo y luego pasó entonces lo que pasó! Dejo de hablar. Viene llegando mi Gitana, sí, todo es mío a estas alturas en mi Sevilla, en mi Andalucía. La escucho abrir la puerta. Se me acerca desde atrás. Corto la comunicación sin despedirme. ¿Apago o no apago la computadora? No hay ninguna foto que me comprometa, puedo estar escribiendo de cualquier otra cosa, ¿no? (No). Pone sus manos sobre mis hombros. Ignoro si ve la pantalla, ignoro si no la apago porque busco el conflicto para escribirlo luego, porque ya me pasé de insaciable, o porque no me da tiempo. Me da un beso en el cuello, cierra la tapa de la nootebook, gira la silla en la que estoy sentada y otra vez… ya no cuento el cuento salvo el cuento del amor. (Sigue)

Continuará...

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