lunes, 30 de abril de 2018

Capìtulo 267 Como quien sí quiere la cosa"

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El loco que sigue blanco y transpirado, sentado a los pies de la cama, transpira a pesar del fresco que hace, el pelo ralo pegado a la frente, su camisa desabotonada. Entro tiritando, no los miro, así me da menos vergüenza. Busco mi pantalón de jean gastado por el piso, haciendo el menor ruido posible, quedó tirado al lado de la silla de la lujuria, morocha demente… Quiero a mi Gitana, quiero que me arrope, que me de un paracetamol y me ponga compresas frías en la frente. Quiero su locura inocente y campechana. Me lo llevo a un rincón y me lo empiezo a poner, al rincón más oscuro de todos. Siento la boca seca, el cuerpo hirviendo, los músculos tembleques, me duele una pantorrilla, como si me hubiera esguinzado. Me siento una miseria humana. Dragún abre el minibar, saca una botellita de agua y se la alcanza mientras le da consejos a Él sobre cómo se debe actuar cuando uno ya no es joven y tiene tentaciones delante. Dragún, con ochenta y dos veranos por cumplir y casi una decena de hijos.

El que acusó a Paquita de estafadora
Me importa lo que hablan pero me siento como el reverendo culo, hace como dos días que no duermo bien. De pronto extraño a mi mare, a mi perro, a mi papá, a mi gata… soy una chica de hogar que se ha extraviado y necesita reencauzarse. De pronto necesito abrazos de gente que me conoce y que me quiere, necesito volver a mi soledad full time, a mis largos y pacíficos celibatos, mis mañanas silenciosas, mi rutina, mis plantitas… ¿Y Rocío? No quiero preguntar porque me van a incorporar a la escena y si me incorporan no voy a poder huir a mi habitación a morir en paz de gripe aviar. Él lo escucha y bebe. Dragún, apoyado en el marco de la puerta cancheramente, le explica al loco sobre el sexo a los ochenta y lo que pasó en la playa, porque algo había pasado, yo lo sabía, le explica al loco pero mientras lo hace me mira a mi, que no quiero que me vea ni el loro. Al parecer el concubino de la mare de Rocío se acaba de agarrar a trompadas con uno que la acusó de estafadora entonces ella preguntó por qué no le avisaron que ese ser nefasto había sido invitado, que quería hablar con Jesús ya mismo, y el tipo acusó también a Jesús de delincuente y estafador, la discusión subió de tono y se fueron a las manos, el concubino terminó en el piso con el cuello estropeado y Paquita con ataque de nervios.

Saqué pasaje de vuelta, ya no te vuelvo a ver nunca más...
El discreto encanto de la aristocracia. Lo que queda de mi termina de calzarse el pantalón. Voy ya saliendo como quien sí quiere la cosa pero: ¿Y qué te ha pasado a ti?, pregunta el loco que pensaba estaba más muerto que yo, pero no, justo cuando escapaba airosa del campo de batalla se le da por revivir. Me mira el otro gallego. Mujer, que a ti te quedan como mucho dos telediarios, agrega, acercándose para examinarme mejor. Te has puesto como un puto cangrejo, me pone la mano en la frente para ver mi temperatura. Se escucha la sirena de una ambulancia. ¿Pa tanto?, pregunta el loco mientras se incorpora y se abrocha la camisa apurado, deja la botellita a un lado. ¡Tu calzado!, lo avispa Dragún, Él vuelve sobre sus pasos, se calza las nike colorinche y sale. Dragún me mira, levanta los hombros y los deja caer, despreocupado. Ha llegado la ambulancia, me cuenta, y me convida la botella de agua. Acepto la ofrenda y asiento con la cabeza, levantando mis cejas. (Sigue)

Continuará...



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