Tiemblo. No lo puedo creer. No puedo creer lo que acabo de hacer. Le cuento a mi amiga, también por whatsapp, asegurándome de haber archivado el puto chat con la Gitana, a ver si todavía le pido ayuda a la Gitana para borrar el mensaje equivocado que le acabo de mandar. Le cuento a mi amiga milagrosa lo que hice, que acabo de mandarle el mensaje para ella a Ella. ¡Que me ayude! ¡Que es el final pero no el que yo quería! ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡QUÉ HAGO?, le pregunto aterrorizada, como si fuera el fin del mundo, como si le hubiera mandado un mensaje a Trump hablando mal de Trump y eso fuera a desatar la guerra química. La gente pulula a mi alrededor, todos vestidos de flamenco, como si nada, hay olor a bosta de caballo, tengo nauseas. Transpiro, el corazón me late fuerte, el pánico en todo el cuerpo. Amiga dice que me calme, se muere de risa, le doy risa, a mi las trageidas ajenas también me dan risa pero la mía no, hasta después de un tiempo. Ella me dice que no panda el cúnico, que ahora se pueden borrar los mensajes mandados por error y por un momento me calmo, le agradezco sobremanera, voy al mensaje urgida, hago lo que amiga me dijo y entonces aparecen las opciones ¡Aleluya! Eliminar mensaje para mi, dice, o cancelar… ¿Y eliminar para todos? ¡No aparece!
Una vez leí que un pedófilo cada vez que era encarcelado pedía por favor que no lo suelten porque no podía controlarse, y lo soltaban igual, y reincidía, y volvía a la cárcel, y volvía a pedir que no lo larguen, y volvían a largarlo, y reincidía, hasta que un día se suicidó. Eso es ser responsable, eso es tener agallas y si todos fuéramos como él las cárceles no existirían, no existirían las normas porque no serían necesarias. No sirvo para este lugar porque hago cagadas, no puedo controlarme, dijo el tipo, adiós y buena suerte, y allá fue. Hay que saber transformar el sufrimiento en virtud. Adiós. (Sigue)
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