jueves, 17 de mayo de 2018

Capítulo 282 "Conchuda franqueza"

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Musa franca
Ella se quedó de piedra, parada frente a la laguna hermosa, con su sombrerito negro, sus orejas sin aros, su pelo recogido, los ojos delineados poquito, trataba de entender por qué yo estaba siendo mala. Nos quedamos mirando bajo la luz de la amargura que trae consigo la franqueza. Qué metáfora horrible, ¿no? Pio Baroja aconsejaba eliminar por completo las metáforas, porque ninguna puede ser buena. Yo creo que el día que la franqueza triunfe se terminan los compasivos. La franqueza es conchuda, cuando acierta. Me quitó el pelo de la cara, casi siempre me quita el pelo de la cara antes de abrazarme, con ojos francoangustiados, y me dio un abrazo largo. Yo sentí excitación, calentura, mucha calentura, y a la vez culpa, porque había sido franca, porque está bien decir la verdad pero no siempre, las incómodas no, que son las que producen cambio, reacción, las únicas que deberían decirse; y porque sabía que si no me hubiera jodido en la playa no le hubiera dicho nada, aunque lo pensara.

Y es interesante, perdoname que me vaya por las ramas, no sé de qué te reis, ya tendríamos que ir volviendo del túnel verborrágico, ¿vos tomaste? Tendríamos que volver ya a la realidad porque cuánto hace que estamos… Tengo mis responsabilidades, tengo que hacer avanzar el relato, la plata para el pasaje de vuelta, Begoña me tiene podrida, tengo que seguir el caso del abogao, etc. Es interesante que a cualquier hijo de vecino que no sea del entorno, a cualquiera que no te apuntale la seguridad, le podes decir cualquier cosa, las redes están llenas de eso, pero si lo conocés, si es de tu “equipo”, si te da seguridad y contención, aunque sea imaginaria, ahí ya es difícil ser franco. ¿Por qué? ¿Por qué no podemos ser francos? ¿Nos damos cuenta de que no estamos siendo francos? ¿Al menos con nosotros mismos? Sí, cuando alguien te dice algo que te enoja, ahí te das cuenta, con el enojo le estás dando al otro la razón, te dio en el clavo, con ese teatro estás dando muestra de que te sentís obligado a reaccionar, indignado por lo que te dijo, a ver si dios justo está mirando... ¡Cómo usted está dudando de mi! ¡De mis escrúpulos y valores y dignidad y bonhomía e inteligencia! Fijate que en los debates los que se indignan y chillan son los que farsean por “la buena causa”, la mayoría pobrista se enorgullece de ellos. ¡Y no hay nadie que mienta más que un indignado!

No sé si me abrazó porque agradecía que le estaba siendo franca, con el peligro que eso significaba, quedarme sin Ella, o porque se dio cuenta de que actuaba por despecho y eso significaba que me importaba mucho. Ella. No sé, pero me abrazó, me acarició la mejilla con el dorso de la mano pintora y después retomó el camino. Yo la seguí, varios pasos atrás, con la garganta hecha un nudo, con unas ganas locas de hacerle el amor de nuevo, de pedirle perdón, de verle la carita que pone cuando le doy los primeros besos en la cama, y así, sin decirnos más, hasta llegar a la colina. Esa noche Ella durmió con Vos. (Sigue)

Continuará...

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