domingo, 1 de julio de 2018

Capítulo 313 "Nortéame la vida de un tirón"

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Yo estaba buscando a alguien que me norteara la vida, después me di cuenta, bastante después, por eso caí, buscaba una brújula, a alguien que detuviera mis saltinbanqueadas orates, que me contuviera un poco, que me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien… De verdad, tarado, me sentía muy sola con tanto despelote, estoy muy sola, y vos dirás que con las cosas que escribo me lo busco pero no, que escriba buscarroña no quiere decir que sea mala y fuerte, no, al contrario, soy una pelotuda, buena y debilucha… Ya séééé, ya sé que todos estamos solos pero hay quienes juegan a la soledad de a dos y así se hace un poco más llevadera la cosa, ¿o no? Vos siempre andás con alguna, nunca te vi aguantarte solito mucho tiempo, andás sólo, sí, pero siempre tenes el fémino palenque en dónde rascarte. ¿O no? ¿Sabés estar sólo, Jesús? ¿O te queda esa asignatura pendiente?

Paseamos el resto de la tarde por Vitoria, una ciudad que a mi ni fu ni fa, te digo la verdad, limpita, sí, ordenada, todo lo que quieras, pero no tiene mucha personalidad, viste, por lo menos el centro que es una miniatura y callate, a mi la sola idea de saberme en el país Vasco me daba pánico, esperaba que vuelen las bombas a mi alrededor en cualquier momento. Había salido el sol, cosa de locos, porque llovía desde hacía una semana sin parar más o menos. Ella, vos ya lo sabés, estaba divina, con un solerito color crema que le tapaba hasta arriba de las rodillas pero con el viento que había la morocha se paseaba casi en pelotas por las veredas de Álava. Sombrerito de mimbre, sandalias de charol, collarcito de no sé qué cosa, todo le quedaba precioso, y bueno, esos ojos negros que te apuntan y hacen fuego.

Mientras parábamos frente a una panadería, a ella se le antojaron unos bollos que se llaman brioches, así que paramos ahí, yo la esperé en el Volvo y le daba vueltas a mi cabeza. ¿Había hecho lo correcto pidiéndole que me llevara a Madrid? ¿Sabiendo que se manejó novecientos kilómetros para verme y que eso me causaba cierto no sé qué? Me di cuenta, no soy idiota, de que la estaba mirando diferente, de que había conseguido mellarme un poco la voluntad. ¿Me había cavado, una vez más, mi propia tumba? Sí, vos reíte, que esto tiene ya más de cementerio que de blog, tarado. ¿Cuándo nos vamos, Loco? Me muero de sueño y de fiebre, y el olor a pecaíto me da ganas de vomitar, siento que se me quema el hígado. (Sigue)

Continuará...



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