martes, 31 de julio de 2018

Capítulo 333 "Lentes de Rita Hayworth"

CAPITULO ANTERIOR

Paró en Barajas. ¡En Barajas! Hizo caso omiso a las veinte veces que le dije que lo dejáramos para el día siguiente porque yo estaba cansada etc. ¡Caso o-mi-so! Y tampoco me consoló por todo lo que le había contado de la Gitana, no te digo, ni se inmutó, y casi no me convidó cerveza en lo que quedó del camino, se la tomó toda ella, escuchaba música y no me daba ni bola, seguía sonando el boludo de Calamaro, para hacer a la cosa más calamitosa. Primero pensé que lo hacía por despecho pero no, chateaba por el teléfono que ni medio despecho era eso. Simplemente no le había causado nada que yo amara a otra. ¿Vos podés creer? Encima estaba guapísima con ese solero suelto y los lentes de Rita Hayworth, se había puesto crema en las piernas hacía nada, tenía un perfume riquísimo, perfume de mujer... Tan sola y desamparada que parecía en lo de Begoña, dormida en la cama marinera con la ropa puesta, los pelos mojados por la llovizna. No le conté lo de Ubrique, ni se me ocurrió, no había empatía, no se me dio la gana. Me quedé sentada en silencio, mirando la guantera del Volvo, eran como las seis de la tarde. Ella esperaba que me baje pero yo no me bajaba, tenía bronca, no estaba bien que tuviera pero tenía, porque ¿para qué me había ofrecido quedarme en su piso? ¿No me había dicho que me iba a conseguir pacientes bla bla bla? ¿Y para qué carajo se había venido a Álava a buscarme? ¿Ottra que me quería volver loca?

¿Anda, irás a por el boleto o que coño? JA. ¿Entendés? Me increpó y todo. ¡Encima! No había ganado yo para disgustos que ahora me increpaba la Morocha, faltaba que me cague un elefante, Gordo, en serio, ahí frente al aeroparque de Madrid, que me cague bien cagada un elefante, o dos, y cartón lleno. Ojo, no me lo dijo mal del todo, no, a ver si después me lee y me hace juicio por exagerona, me lo dijo en tono trnauquilo, mientras wasapeaba con vaya a saber quien, pero me puso el punto, que me fuera, que me dejara de joder, si tanto quería irme, si tan poco estaba dispuesta a hacer yo por mi felicidad… Así que abrí la puerta, sin mirarla, agarré mi mochila y fui a por mi putísimo cambio de pasaje. Ya está, pensaba mientras caminaba para el puesto de Iberia, me vuelvo a Buenos Aires, al carajo el final, al carajo el mierda blog, me aboco a escribir para la revista de Reverte y se van todos al carajo, que me tienen las pelotas bien rellenas. TODOS. (Sigue)

Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario