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El tipo salió, Ella volvió a lo suyo y yo me refugié en la cama, no quería que me notara la cara de culo porque no tenía derecho alguno. ¿O sí? ¿Follar sin parar durante seis días de corrido te da ya algún derecho de propiedad sobre el otro? No sé, yo traté de fingir que no me pasaba mucho, pero no pude reponerme rápidamente, no te creas, verlos discutiendo de esa manera, ver cómo él, entre reclamo y reclamo, trataba de seducirla, incluso conmigo adelante. Un celoso de mierda. Y la intuición desde entonces me amargaba, me decía que a Ella algo de este marmota troglodita le atraía. Porque el tipo irradia algo que me da machista, le hablaba por momentos como si Ella tuviera un coeficiente inferior, como si fuera de su propiedad. El problema de fondo era que no había podido asimilar que una mujer lo deje a él, tan atleta, tan buen mozo, no sé si Ella lo dejó a él pero casi seguro, a Ella no la puede dejar nadie porque es bellísima y tierna e inteligente.
En un momento estuve a un tris de meterme, en medio de la discusión, de agarrar el bastidor y reventárselo al idiota en la cabeza porque a mi entender le estaba faltando el respeto, y porque veía que se moría por Ella, la cosa no estaba del todo terminada, la seguía queriendo y, claramente, no tenía herramientas para recuperarla, pensé entonces, claro, meses después, mientras la escuchaba gemir como una loca tras la puerta, cambié de opinión de golpe, no sé si hay otra manera de cambiar de opinión. Y sabes que no me crucé con muchos tipos así en la vida, con tipos que de verdad creen que tienen algún derecho sobre la mina que los acompaña, pero este me pareció que si Ella no le agachaba la cabeza era capaz de zamparle una trompada, no pasó porque se lo fumó en pipa, lo escuchó hasta el final sin responderle mucho. Ella es muy inteligente, tiene ese sensor, esa energía que portan las mujeres que todavía conectan con aquello primitivo. Él ironizaba y hería, con una semisonrisa le decía las barrabasadas, con voz tranquila, un cínico, se hacía el buen tipo pero le decía cosas punzantes, que anda, que con una mare como tú, miarma, cómo quiere que se encuentre el niño. ¡Eso le decía!, a Ella, que es una madre hermosa, que en lo primero que piensa es en su Bello Niño, doy fe, cada vez que le falla al nene se pone a llorar. ¡El tipo este no le pasa una moneda para ayudarla con el pibe! ¿Qué carajo pretendía que haga? ¿Que no trabaje? Una vez le pregunté porqué no le pedía plata y Ella, toda comprensiva, me respondió que al Toni tú le das la vuelta y no se le cae un duro, guapa, estábamos en la cama, para no variar, me dio tanta ternura que le acaricié el pelo, cuidadosamente, y Ella me dio un beso hermoso, me sentía tan cuidada con mi Gitana, qué tristeza, cuanta tristeza siento, no te das una idea. (Sigue)
Continuará...
Un día quise dar con este periodista, empecé a buscarlo, la búsqueda se puso interesante, me senté a escribirla, en el capítulo 5 conseguí su teléfono, en el 14 me animé a llamarlo, en el 30 saqué pasaje (tenía que hacer avanzar la historia), en el 45 le llegó a Campanella justo cuando tenía que viajar, terminé trabajando con él. En el 76 arribé a Sevilla, en el 83 lo puse contra las cuerdas y la aventura continúa... (Vivir para escribirlo luego porque la realidad supera la ficción).
lunes, 20 de agosto de 2018
Capítulo 348 "De golpe"
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