Capítulo 389 "Todavía en el aire"

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Y ahora te quiero ver, me dice la demente escribiente, me mira desde la cama y se sonríe, maliciosa, a punto de tirarme el ipad por la cabeza para que nos pongamos a escribir, siempre me jode porque no confío en lo que hacemos juntas, dice que la reprimo, que la desvío, le histeriqueo a la vida y así perdemos y perdemos el tiempo... Uno que sí sabe te dice que sabés lo que creías que no, Antonio Escohotado, Tucídides Pericles en el mundo del facebook. ¿Y ahora? ¿Qué más vas a inventar para tirarte abajo? Siento una responsabilidad horrible. ¡Porque ahora sé que sé! Por lo que me dijo Antonio mientras fumábamos el porro, y porque cuando llegué al hotel me miró y exclamó el Gurú: ¿Tu eres Marina? ¿Marina eres tú? (Mi parte insegura insiste con que nos estaba cargando) Yo me quedé de piedra y mi amigo Luis igual, porque nos reconoció a los dos, del grupo Escohotadiano de facebook, nos dijo el hijo, el Gurú nos había leído y echado el ojo, ¡y nos estaba esperando! (Pausa emocionada) ¿Entonces? ¿Quiere decir que estoy haciendo las cosas bien pero con la sensación de que las hago mal? ¿Quiere decir que mi norte sensor está averiado? ¿Que aunque nadie me ponga el megusta en face voy por el camino bueno? (Ese es el indicio clave para saber que una no está equivocando el camino, la ausencia de megusteos). ¿Estoy de verdad menos confusa de lo tan confusa que percibo que estoy? Y lo peor, si no puedo confiar en mi percepción… ¿en qué carajo confío?

En la endrogada reunión, que se merece el capítulo, no estuvimos solos, para colmo de bienes estaba el primo de Eduardo Galeano, hablándonos mal de él y del Pepe Mujica; estaban Fernando el antropólogo, Jorge Escohotado y algunas otras hierbas de las que tienen que estar. El Universo es perfecto, me había dicho Luis camino al hotel, y sí, el Universo es perfecto y el Gurú mejor de lo que imaginábamos: humilde porque lúcido, lúcido porque humilde, coherente en lo que dice y hace, porque se condice. Un rato con Escohotado es cursar cinco veces el bachillerato, siete veces la universidad y otro tantos doctorados en alguna cosa. Encuentros que se dan siempre que uno los busque, cada mil años o más, y por ellos vale la pena soportar unos cien mil de vida.

Antonio tiene setenta y siete, se le han venido los años encima pero este sí que está más allá, al conocerlo de cerca me doy cuenta de que el loco andalú no lo está, Escohotado le saca unos cuántos años luz de ventaja. Nos cuenta que ya cumplió su misión, que desde que terminó los Enemigos del comercio se ha entregado a ser chancho de indias de la humanidad, tomando dosis inescrupulosas de drogas, a ver cuanto más aguanta un cuerpo, y sometiéndose a dietas alocadas. No tengo hambre hace años, nos cuenta mientras bajamos por el ascensor, el humo del extraño cigarro de Jorge llena el habitáculo de un olor dulzón. Nos despedimos rápido, su taxi esperaba en la puerta, vimos como se alejaba, todavía en el aire. (Sigue)

Continuará...