La Escohotadiana de perfil |
Nos habíamos acomodado sobre las mantas que uso para dar sesiones. Sí, la invité a casa, casi sin conocerla, en un intento de abrirme, de dejar de ser la ostra fóbica que soy, la primer persona que atravesaba la puerta de mi apartamento de alquiler. Era Escohotadiana, mala gente no podía ser, creía yo, ingenua de capirote. ¡Y venía todo muy bien hasta ese momento! Habíamos charlado cinco horas sin parar, después de la conferencia nos fuimos a un bar, comimos, bebimos, reímos, me pagó todo, a pesar de que le dije que yo tenía plata, insistió y pagó. Compartíamos un montón de puntos de vista, y los que no, los discutíamos, yo sentía que nos enriquecíamos las dos, que había estado rebueno haberla encontrado, el Universo me ponía adelante un alma gemela que me venía como anillo al dedo para terminar de desterrar el dolor, para sacar de una vez por todas a la Gitana de mi corazón hecho percha.
Ella también escribía, la Escohotadiana, y era curiosa, muy curiosa y simpática, su padre había sido poeta, demasiadas coincidencias, ¿mentendés? Al ratito de estar conversando sentía que la conocía de toda la vida. Intercambiamos los facebook y lo primero que hice fue mirarlo, al face de ella, apenas volví al departamento ese día; una chica que ponía fotos normales, a la que le comentaban cosas normales. Vos no entendés nada pero yo te explico igual, Risita, porque estoy drogada lo hago: la normalidad es aquello a lo que estamos habituados, eso que vemos y no nos llama la atención, ni para bien, ni para mal, aunque esté mal, ¿mentendes? Como esta paparruchada de exigir cupos femeninos acá y acullá, no llama la atención aunque sea una reverenda ridiculez. Compartimos la inteligencia, dicen ellas, compartamos el protagonismo... Y yo les digo que el protagonismo se gana con inteligencia, no con normas, pero como si no dijera o dijese nada, ni me oyen, siguen obsesivas por su chillón camino, como caballo de alquiler, los caballos de alquiler caminan pero no miran por donde, van de memoria, uno atrás del otro y-- ¡¿De dónde sacaste toda esa guita, Gordo afanancio?! (Sigue)
Coninuará...
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ResponderBorrarlamento q no quisistes presentarmela, quede c muchas ganas d conocerla sin saber q tenia p invitar, q lastima no haber cambiado d roles entre el tuyo y el mio, capaz q el universo evitaba tus trabas y podia conocer a esa Antonia q tanto estaba buscando. Parece q se tropezo con vos, como me tropece yo, y quedamos golpeados x buscar tu onda...
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