jueves, 20 de diciembre de 2018

Capítulo 411 "Alboroto lacrimógeno"

CAPITULO ANTERIOR

¡Y yo no quería meterla! No era mi intención meterla acá, al menos conscientemente, volverla personaja, simplemente pasó, como viene pasando todo esto, que me atraviesa, me camina por encima, me lleva por delante y por detrás, no puedo evitarlo, simple y complejamente me arrastra, suena a que me hago la víctima, ya sé, y yo no quiero ser víctima al contrario, las víctimas me tirrian, me dan alopecia y hasta un poco de bronca porque considero que llorar es la peor manera de ir al frente, y gritar el enojo tampoco sirve, me han criado al modo estoico, fuerte y serena frente a la contrariedades de la vida.

A dios, Muso querido e imperfecto...
Aunque mi madre se la pasaba demandando desde el lloriqueo, haciéndose la víctima y echando la culpa a los demás de su desgraciada desgracia, nos tiene podridos a todos ya, y quizá por eso siento que demandar desde “la inferioridad” y el alboroto lacrimógeno es de gente sin orgullo, que se entrega, tal vez esa es la causa por la cual no me caen bien las víctimas, mi non santa madre, pero qué le voy a hacer, la verdad es que soy una víctima de mí misma, de mi necedad y necesidad de escribir, creo que me iniciaré una demanda por daños y perjuicios, porque mi salud ya no da para má, conseguiré algún que otro testigo falso y santo remedio, gano seguro, las víctimas siempre ganamos, siempre somos dignas gentes, nuestros derechos valen más que los de los que no son víctimas, el mundo se inclina hacia nuestro sollozante lado, en general, y en particular también, aunque la deleznable maestra Aída Bortnik me haya dicho una vez: “que sean pobres no quiere decir que sean dignos”, ahí me dejó callada por un rato pensando, con lo que a mi me cuesta eso...

Y eso que estaba logrando salir a flote, desprenderme de los protagonistas de la saga, de vos, Rubia, de tu Fulano Marido, apareció el Gurú Escota, nuevo personajo, divino personajo, me condimentó la saga con diálogo inteligente, con endrogamiento medido, y ahí fue que apareció la Mala… Me iba a ayudar a salir de esta adicción, ella a mi, la adicta maligna Escohotadiana, me iba a sacar de este mundo psicótico sinfín de vivir/escribir. Tienes que animarte a vivir, a vivir de verdad, guapa, me decía, y yo le creía porque estaba débil, me habías vuelto a dejar por Él, ¡otra vez! Ni Antonio me podía sacar del pozo en el que caí. Habíamos ido a Ronda de paseo, con la Mala, había logrado conectarme con la realidad real, según ella, había podido olvidar por un rato que vivo para escribirlo luego, veníamos de pelos y no va que me tiento de esta manera también con ella, que casi casi me denuncia a los delitos no sé cuanto. No me mires así, soltame que me falta el aire, vos me hacés quedar sin aire, nena. ¿Y Él? ¿No está? No se oye nada arriba. No vino a saludar. ¿Está bien el Loco? Me voy a quedar sola, Gitana, sola como una ostra, peor que ahora, porque la gente a la que quiero, con la que me engancho, esa gente interesante que se cruza en mi camino termina acá, inexorablemente. Gracias por hacerme sacar todo lo de ella, las fotos y eso, creo que no terminaba nada bien la cosa si seguía. Me acuerdo que lo último que escribí sobre ella fue que íb (Sigue)

Continuará...




No hay comentarios.:

Publicar un comentario