sábado, 26 de enero de 2019

Capítulo 433 "Tanta adrenalina"

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Creía que estaba eligiendo por quien dejarme romper el corazón. En realidad creía que ella no me lo iba a romper, la Morocha Osada, no era posible, estaba muerta conmigo entonces la cosa era bien simple, me dejaba querer por quien quería quererme y listo, sanseacabó, a otra cosa mariposa, si te he visto no me acuerdo, adiós al mal de amores para siempre y bienvenida felicidad a mi vida. Es más, llegué a pensar que el mundo era simple si uno se resolvía a serlo, incluso ilusioné que estaba haciendo lo que debía y quería, recomendaciones de Dragún, sentí que iba a poder lograr que no me pesara la existencia de mi mare enferma del otro lado del Atlántico, primero porque qué culpa tenía yo del troglodita sistema que nos hemos construido, y segundo porque si algo quieren los padres (o deberían) es la felicidad de sus retoños, y la mía, claro estaba, no era volverme a Buenos Aires a cuidar a la vieja enferma sino seguir viviendo/escribiendo y quedarme con quien me quería bien: Rocío.

Tomé el aparato en la penumbra, con las dos manos, sintiéndome la peor de las pecadoras, mi mare casi seguro que tenía cáncer de endometrio, su irresponsable hija a un Atlántico de distancia, el mundo desmoronándose por “el maldito capitalismo”, las mujeres que seguían muriendo a manos de los hombres y viceversa, todo un desastre, y yo iba a tener sexo con un aparatejo. Lo hice. Si no fue el orgasmo más intenso de mi vida pegó en el palo, supongo que por la intensidad de la situación, tanta adrenalina, encrucijadas, contradicciones. ¿Será esto lo que siente un abusador? ¿Placer porque sabe que mientras él goza hay otro que sufre? Me dio un vuelco el corazón. NO, me dije, porque yo no estaba haciendo sufrir a nadie, al menos no directamente. ¿O sí? Mi mare estaba sufriendo en Buenos Aires, pero, ¿era mi culpa?

Por la hendija de la puerta entraba la luz amarillenta que manaba de las farolas de la pileta. Al nivel de nuestras habitaciones había una especie de patio, o balcón terraza, o algo así, y una pileta con hidromasaje, la dejaba funcionando toda la noche, el sonido era adormecedor, como el de un arroyo mendocino. Y ahí la vi pasar, salió al baño, creo, o a la cocina, era la madrugada, yo seguía sin poder pegar un ojo, ojo, no duermo con la puerta abierta, dejo apenas una rendija, si no me da sensación de falta de aire, pero el viento se ve que la abrió y en un momento la vi que subía la escalera, sin ropa, duerme sin ropa, yo también duermo sin ella, no es anormal, en medio de la noche, en su casa… (Sigue)

Continuará...


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