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Testiga única de mis lágrimas por Ella. |
Esa tarde peleamos, era de no creer, a mis cuarenta y pocos estaba yo peleando con alguien por primera vez. Peleando activamente, digamos, porque con la Gitana hacía eso que solía, pelearme en silencio, enojarme pero no decir nada, sufrir horrores pero que nadie se diera por enterado, lloraba días enteros encerrada en casa, que ni supiera Ella que me importaba tanto. En cambio con la Morocha Osada estaba estrenando estado nuevo, Marina sulfurada y exteriorizando los sulfures, Marina poniendo límites, planteando sus necesidades y sus desacuerdos. Lo hacía porque no me quedaba otra, Rocío era una aplanadora, si no le ponía límites me moría en el intento, me quedaba sin Yo, me lo aspiraba, me lo deglutía con su manera tan elegante y trágica que tenía de dejarme sin sentido común, sin lógica:
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Morfa como lima nueva. |
La pelea fue exactamente una semana después del beso en aquél bar de Argentina-Croacia, nunca llegué a contar cómo llegamos a ese beso si yo me estaba yendo, si me estaba cuidando de no engancharme con nada ni nadie porque mi mare enferma esperaba en Argentina, ya llegaré algún día a relatarlo, supongo, si dios me ayuda. Rocío se había llevado mi ipad, tenía un problema en el vidrio y ella se ofreció a repararlo, su amigo me lo haría gratis y me lo dejaría genial genial, como nuevo, incluso podía agrandarle la memoria bla bla bla… Primero dudé un poco porque mi ipad... era lo que usaba para escribir desde acá y desde acullá, pero ella me prestaba su notebook último modelo, eso prometió, me la daba para que la usara las 24 horas del día ya que contaba con un arsenal de ellas además de tablets varias y móviles supersónicos. Así que se lo dí, bajé desde la nube de dropbox los archivos que más usaba y me las arreglé de pelos. Incluso me sentí mal de ser una desconfiada, me cuesta horrores desapegarme de mis cosas, esas que quiero mucho o que considero cruciales para mi existencia. Fue una semana intensa, muy intensa, es imposible otra cosa con una mina como ella. Habíamos logrado congeniar por un rato, lo máximo que se puede congeniar con Rocío es un par de días, luego se las arregla para encontrarle el pelo al asunto y se arma la podrida, te hace enojar, según mis cavilaciones lo que la erotiza es eso, que el ser amado se enoje, se brote, llore y patalee, a ella esos signos le significan que una la quiere, o algo así.
Habíamos logrado congeniar y terminamos en su habitación, congeniábamos tan intensamente que acabábamos siempre exhaustas, todas transpiradas, abrazadas como sanguijuelas, no nos podíamos separar por un buen rato, sino el día entero, qué calvario, dios mío, qué calvario que te guste tanto alguien tan histérico y ciclotímico, si no era por eso que me gustaba, claro, las neurosis siempre son compartidas, siempre. Habíamos congeniado divino divino, conversábamos apaciblemente, sus pechos arriba mío me daban ganas de seguir follándola pero no me daba más el cuerpo, que no me daba, sentía el deseo por ella estremeciéndome sin tregua mientras la escuchaba hablando de no importaba qué, los desencuentros parecían haber nunca existido, todo era un paraíso terrenal y
(Sigue)
Continuará...
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