Pagué al mozo con plata porque no le andaba el coso de la tarjeta de débito. Por suerte tenía algo de efectivo encima. Mi mamá apuró el trámite, al parecer se estaba haciendo encima de verdad. Era sábado por la tarde. Abril. Otoño. Palermo. Buenos Aires. No hacía nada de frío. Iba a dejarla en su habitación acostada y a salir corriendo a ver si Rocío seguía sentada en donde la había dejado. Sí. No sabía por qué pero iba a ir por ella. Con la angustia que sentía ante la idea de hacerlo. Con el miedo que me daban sus infinitas e impredecibles reacciones. Con lo que eso me atraía. Iría en busca de más sufrimiento, de más maltrato, de más mugre hedionda, como si ya no hubiera tenido suficiente. Claro, su discurso psicopático volvía a tener efecto, Loco. Así era. Así es. Vos bien la conocés. ¿O no? ¿La conocés bien? ¿O estoy dando por sentado, como suelo? Por momentos estaba segura de que nada de lo que decía ella de mi era cierto sino una manera de manipularme. Pero por otros era la dueña de la santa verdad. Rocío.
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La cosa es que mi Mare relajó un poco el paso, camino al hospital, se había hecho encima, por suerte el pañal había contenido algo así que el senderito de pis que iba dejando no era tan llamativo. Qué vacer… envejecer es una puta mierda, dice Sabina, y vos opinás lo mismo, ya sé. Iba a acompañarla hasta la habitación, a mi Mare, la ayudaría a cambiarse rápidamente y luego saldría corriendo para la plaza en donde me había anoticiado Rocío que me iba a estar esperando, al final respondió, como no, si era la estrella del drama, no se lo iba a perder, ya te lo dije. Y lo que hacía lo hacía de una manera muy particular, no sé si a vos te lo hizo alguna vez pero armaba meticulosamente el contexto, la situación, su situación, posiblemente mentirosa, armaba el asunto de manera tal que vos no pudieras desembarazarte de ella DE NINGUNA MANERA. ¿Mentendes? En esta ocasión, cuchame, en esta ocasión se había olvidado la billetera en el hotel entonces no tenía manera de volverse. Y encima Gallega. No conoce bien la cuidad, espamentando con que no se sentía bien por culpa de mi reciente “destrato”, etc etc etc. Sí, bien podría no haberle respondido más, que se jodiera si había olvidado la billetera, que se jodiera si se había ofendido por la nada. Pero no podía. Soy culposa. Muy culposa. Me gana enseguida y ella lo sabe. Y vos también. ¿O no? ¿Vos sos culposo, Loco? Tanto tiempo. Sabés que te extrañaba. Poco. Pero te extrañaba, che. ¿Y La Gitana? (sigue)
Continuará...
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