sábado, 26 de febrero de 2022

CAPÍTULO 556 "DEMASIADO PRONTO PARA LÁGRIMAS"

CAPÍTULO ANTERIOR

La Vieja terminó de comer y estiró el brazo para que le recibiera la bandejita vacía. Con suerte ahora haría la siesta y por un rato no iba a tener que vigilar que no se quitara el suero. O los aros. O intentara bajarse de la camilla con baranda enclenque que nos había tocado. Dicho y hecho. Se recostó de nuevo mirando para la pared, sus dos manitos de almohada y menos mal que le había llevado la campera porque si bien el clima estaba lindo ahí metidas y quietas se sentía un poco el frío que todavía no se quería retirar. No sólo a los humanos nos cuesta esto de despedirnos de la vida, a las estaciones climáticas también se les da por los brotes del ego inflado, aunque ellas en relalidad se retiran al otro lado del globo pero nosotros… Vaya una a saber.

Busqué en donde tirar los restos de la vianda hospitalaria y volví al gabinete; descansaba plácidamente. Podía aprovechar para ir a ver si ya estaba la puta orina. ¿O era demasiado pronto? Demasiado pronto para lágrimas. Lo que quería era irme de ahí y no hay nostalgia peor que añorar lo que sabemos que nunca jamás sucederá: irnos cuando queremos de un hospital en plena pandemia. Volví a chequear que estuviera dormida y salí de ahí a por un poco de aire. Caminé por el corredor de la guardia sin el barbijo puesto, me sentí la llanera solitaria hasta que una enfermera me pidió que me lo pusiera. Me hice la que no me había dado cuenta para no generar encontronazos. Llevé de acompañante a mi teléfono que a veces para algo servía, para saber la hora, para corroborar cuan lento pasa el tiempo cuando queremos que pase rápido. Le escribí a mi tía que no sabía para cuánto más teníamos pero que la Vieja mal no estaba, que se quedara tranquila, a ver si todavía teníamos que correr por dos, una con los desmayos y la otra con el pico de presión por los desmayos de la una. 

La preocupación me carcomía, si lograr que los ineptos del Tornú le hicieran un análisis de orina y uno de sangre bien hechos había costado un triunfo… ¿Un hisopado? Me dejé caer en una parecita del enorme jardínSaqué una galletita que había quedado y di cuenta de ella. Eran las dos de la tarde pasadas. ¿Sería que nos iban a dejar ir? ¿Y si nos dejaban ir a donde la llevaba? Tenía terror de que no, de que nos hicieran quedar para controlarla, y peor, tenía pavura de que me pidieran que me fuera, que la iban a cuidar ellos, si esto sucedía al rato me llamarían, que se había caído y quebrado, pero la otra posibilidad, toda la noche mirando sentada en un banquito que no se quitara el suero, ¿iba yo a aguantar eso y al otro día y al otro sin dormir? ¿Y si se quedaba un mes y medio? 

Hice un poco más de tiempo y enfilé para el laboratorio mientras pensaba en cómo resolver lo del hisopo. ¿Un laboratorio privado? ¡Pero esa prueba tarda mas de dos días! Había pasado ya casi una hora, posiblemente estuviera la orina, y si estaba lo que quedaba por delante era que el médico viera los resultados y ahí preguntaría lo del asunto peor. Me dieron el resultado y ansiosa regresé a la guardia. Ella seguía reposando. Cada tanto amagaba moverse. La tapé bien con el gabán que se le había deslizado para un costado. Controlé que la guía del suero no estuviera tirante y rogué que por un buen rato no le dieran ganas de ir al baño porque era un baile algo complicado esto de que se recostara panza arriba e hiciera fuerza para levantar sus caderas para que yo entonces en el segundo exacto zac, deslizara la chata por debajo para que así pudiera desagotar los asuntos. Era esto más bien una ilusión ilusa porque si le estaban metiendo agua por la vena en menos de lo que cantara un gallo empezaría la danza. Me sentí una hija primeriza. Una idiota. Una inservible. Paciencia. Avisé al chico que ya tenía los resultados. Me pidió la hojita y la metió en una carpeta con el nombre de ella. ¿Y ahora? Ahora hay que esperar al doctor, sentenció, e hizo mutis por el foro. Le iba a preguntar del hisopo pero no me quedó energía.

Continuará…








1 comentario:

  1. Que bien relatas lo que sucedió en aquel momento. Un infierno y no por los virus... Saludos desde Marbella.

    ResponderBorrar