martes, 19 de mayo de 2015

Capítulo 54 "¿Bienvenida significaba bienvenida?

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Entonces. A dónde andábamos. Sí. El pasaje. El lo cambio o no lo cambio. La vida o la muerte. Y la reunioncita en la que finalmente me apersoné, pero no estaba solamente Juan de los palotes, el que se ganó el Oscar. Estaban Ernesto Tenembaun, periodista sobre todo de temas políticos. Andaba al parecer con poco trabajo y Campanella lo había convocado para darle una mano, que tiene por costumbre hacer eso. Lo hizo también con Mario Alarcón, que andaba desocupado, y con Aída Bortnik. Ella estaba algo depre porque había enviudado y Juan le propuso dar las clases junto con él. Él nos enseñaba el análisis y la estructura y ella a escribir. ¡Un libro por semana nos hacía leer! Y luego desarrollar algo con ese material relacionado. Estaban también los dos directores del equipo, Gustavo y Emanuel; estaban otros dos guionistas, en realidad una guionista y un guionisto, con los que, si quedaba, iba a tener que trabajar. 

Entré a la sala con la chica de los mails, Carla, y ahí nomás Juan sonrió anchamente. Ohhhlaaa, exclamó, alegre. Y mi pecho se contrajo, claro, porque era el maestro, era Jota Jota Campanella, que tanta experiencia tenía en todo esto y que había trabajado en La ley y el orden y la mar en coche. Una vez más, no podía creer que se hubiera acordado de mi, que me hubiese mandado a llamar., que fuera yo la que estaba ahí, entre todos esos. A mi y no a otro, que éramos 400 o más en esas clases de ya tres años atrás. Lo abracé, con unos nervios espantosos, agradecida de la oportunidad que me estaba dando y completamente descreída de que pudiera estar a la altura. Pero lo iba a intentar, claro.

Todos saludaron amablemente. Me senté en la silla más apartada que encontré para que rápidamente se olvidaran de mi presencia y poder estudiar el método, los movimientos, la manera en la que había que desenvolverse en ese mundo hasta ese momento para mi desconocido. Me iba a tener que poner al día, me explicó Juan con una semisonrisa. O yo lo idealizaba o estaba más que gustoso de tenerme ahí. En cambio yo de estar... Sentía que poco a poco me iba tragando la silla, me sentía completamente inexperta, y lo era.

Charlaron un rato de Cristina, sí, de la presidente de los argentinos. Tanto Tenembaun como Campanella parecían conocer muchas bambalinas de la vida de la dirigenta. Sin faltarle el respeto contaban anécdotas que se mataban todos de la risa. Logré distenderme algo, alguito. El clima no era lo que pensaba, no estaban todos estresados y apurados porque el estreno se les había venido encima etc. Al contrario, daba la sensación de que el tiempo sobraba, de que todo estaba yendo bien. Quizá esta parte del asunto no era tan estresante como la que había vivido, la del capítulo de prueba, del que nadie decía nada por lo que ignoraba si estaba ahí para el veredicto, si ya era parte... Pero Juan cuando entré había dicho ¡Bienvenida! ¿Significaba que estaba adentro? (Imposible, decía mi sinsentido común). Porque Carla en un mail había escrito "¿en caso de quedar podes venir a trabajar acá?". ¿Ya estaba trabajando ahí? 

Continuará...

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