domingo, 7 de septiembre de 2014

Capítulo 19 “Uno no estaría queriendo lo que cree que quiere”

Capítulo anterior

¡Estoy podrida! ¡Po dri da, señora! Harta, llena, henchida, saturada. ¿Es que no entiende el castellano? ¿Quiere que se lo deletree? ¿Que se lo diga en rutilante technicolor? Y hoy la sorprenderé porque no es por los políticos, ni por el hambre en el mundo, tampoco por la estupidez humana que creo yo nunca satura. ¡Es más, creo que me suicidaré! (Aquí disfruto porque usted ante la posibilidad de perderme se hará mas dependientes de mi de lo que era).

Pero hoy no estoy de bromas, me suicidaré y le diré por qué, vieja chancluda que cuando escucha la palabra muerte apaga Tinelli, agarra el pote de dulce de leche y para la oreja: Sucede que la pesadilla ha llegado, la causa por la cual me angustio diariamente se hizo carne (¡qué felicidad!) pues si el anterior fue una porquería este capítulo peor, porque no se arma, no le encuentro la tónica, el tema, el “para qué” y todo por culpa de Juan Campanella. ¿Campanella? ¿Pero qué tiene que ver Juan Campa-- ¡Claro que tiene que ver y le diré una cosa! Yo sabía que era un tipo jodido, eh, pero no tanto porque resulta que viene el otro día y me dice por el tuitter (lo más suelto de cuerpo) que es lector asiduo de mis crónicas Quintero. ¿Qué son las crónicas Qu-- ¡Esto que está leyendo, vieja y ponga atención que no me da más el cerebelo, por favor! Y vuelvo al tema: en el momento en que me lo dijo fue todo risas, emoción y júbilo cual brindis con Di Caprio en el Titanic pero el iceberg, señora, el iceberg del desastre, el hielo atroz de la catástrofe ya venía hacia mi, inexorable; la fatalidad, el huracán Katrina iba a llegar cuando me sentara a escribir ¡Porque ahora no me sale una letra! ¡Me he paralizado de pensar que va a leerme! (Es más, seguro que no lo hará por lo que todo este sufrimiento es gratuito y entonces aún más gozoso).

Y aquí llega la reflexión al respecto porque me gusta aleccionarla a sabiendas de que no entenderá ni jota: sin proponermelo he logrado que Campanella me lea, hace años que quiero que lo haga (supongo que es porque mi padre no lo hace y ambos son calvos) y sucede así, de esta manera, como quien no quiere la cosa. ¿Será la actitud que hay que tomar en la vida? ¿No buscar? ¿O es que en algún lugar yo sabía a dónde iba y ese “dónde” no era Quintero? No lo sé pero por si las moscas ya no me propondré cambiar el mundo, ni estrenar en Sevilla, ni hacerle entender a usted alguna cosa porque al parecer lo de la psicología inversa funciona, y entonces ¿sabe lo que hice? Me busqué un teatro en Argentina, sí, como escucha y en noviembre, si gusta, le dejo un 2x1. (Si aplaude, claro, pero vaya sin proponerselo). (Capítulo siguiente pique acá)

Continuará...


4 comentarios:

  1. Ay! mi niña... cuando logro que se le aplaque el desatino de que la siga un perro verde, se me endulza con Campagnola. Justo después de la pelopincho... Si parece una milonga! ¿cómo era?... http://www.youtube.com/watch?v=jGMXeRUApQc ...Mis respetos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Y sí, ha visto que al adolescente le digan o no que se corte el pelo, se lo corta a los treinta y pico. Nadie muere en la víspera y creo que decía más o menos así? https://m.youtube.com/watch?v=blgUkaId7cQ

      Borrar
    2. Así que se me puso respondona, la niña... y con esos dos pajarones! (cariñosa mente) amerita un correctivo; aplíquese con una dosis de shiraz, en silencio: https://www.youtube.com/watch?v=K4fUAVcXeiQ ...Suyo.

      Borrar
    3. Su correctivo me llevó por vuelo sin escalas a Match Point de Woody Allen... las cosas de la imaginación.

      Borrar