martes, 28 de abril de 2015

Capítulo 47 "El dilema verdadero"

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Las normas a seguir no eran pocas. La biblia de autores que nos entregaban lo dejaban bien claro: acá se debe escribir de esta manera, o al menos intentarlo. Era divertido en un punto pero en otro me sentía encorsetada. Nunca, jamás había escrito por encargo y acá estaba la junta evaluadora que tenía la última palabra, ellos diría si lo escrito por mi encajaba con lo necesario o no. Y perdí el humor por completo, ya lo sé, vieja horrorosa, y el sarcasmo, y la ironía genial ganialísima que me caracteriza, pero es que con tanta lectura de lo otro, entre tanto intento de escribir como se debe escribir en la televisión el brillo por el que me destaco en ninguna parte se ha opacado, miserablemente, por un tiempo; no sé cuanto. Dios dirá. O no. Si tengo la suerte de que me parta antes un rayo.

Y ese era el dilema verdadero, el tiempo, el dilema de la historia importante que es la que estaba yo viviendo/escribiendo. (Esta historia, señora, la del blog este...). Decidí no pensar más en eso porque la verdad era que si en ese mismo instante, leyendo y releyendo los capítulos de Ariana, que después se llamó Entre caníbales, me daba un patatús  me habría hecho problema por la nada, como suelo. Como soleré. Para toda la vida, porque es genética la malasangre al ñudo, aunque los médicos no lo digan.

Mis clientes, sorprendidos por mi ausencia, reclamaban atención, respuesta, como se debe. No se explicaban qué pasaba en parte los muy marranos porque no leían ( ni leerán nunca) este blog (y así está el mundo). 
Pasé los días reglamentarios leyendo los capítulos restantes y releyendo todos, hasta empaparme del tono, del tema, lo esencial en un guión según el maestro Campanella. Leí hasta que empecé a garabatear el mío. Me llegaron más reglas por mail y "el punteo". ¿Punteo? ¿Qué carajo es el punteo?, me dije, al borde del ictus nervioso. Pues, oiga bien, vieja catastra, el punteo es eso, un punteo. Eso nos daban, ítems bien cortos de lo que tenía que pasar en el capítulo con Ariana, Vicuña y Furriel; otro punteo de la historia de los adolescentes (que era un embole), y otro punteo con lo que tenía que pasar con el tema de la política. Y de ese escueto material que no eran más que tres líneas en una enormísima hoja blanca yo tenía que, primero, hacer una estructura de las escenas teniendo en cuenta lo que decía la biblia de autores: no escenas que no tengan emoción, humor, que no hagan avanzar a la historia, esas las descartaban automáticamente; no escenas repetidas o que contaran algo que ya pasó. Prohibido hacer la típica del personaje escondido detrás de la puerta o de la esquina que escucha lo que no debe; debía tener además un increscendo, que la tensión fuera creciendo de a poco, que cada vez esté usted más agarrada del asiento, y por último tres actos: principio, nudo y desenlace, dejando a la vez algo picando, alguna intriga para que el querido espectador quede enganchado y muerto por ver el siguiente capítulo, tanto que se ponga la alarma para no olvidarse. 

Quedé paralizada frente al programa que me cargaron en la computadora, específico para escribir guiones, el Final Draft. Pasando en limpio. Se suponía tenía que aprender a manejar eso, terminar el capítulo en un día y medio. Otra vez. Me fui a dormir con la culpa, con la sensación horrorosa de que el tiempo no me alcanzaba, que el fracaso era seguro, que qué estaba haciendo intentando eso si lo mío era lo otro, Sevilla era lo mío, el loco de la colina. Llamó mi madre y me calmó los nervios un poco aunque antes de despedirnos dio la nota, que en realidad ojalá me fuera no muy bien así no dejaba de darle bolilla a ella que estaba muy sola y realmente me necesitaba. Siempre tan mi madre mi madre... Pero me ayudó. Su comentario me hizo reaccionar. Me levanté, encendí la notebook y escribí hasta pasadas las tres de la mañana. ¿Algo potable? No lo sabía. Y para eso se me ocurrió lo peor que se me podía ocurrir, le mandé lo escrito a mi amigo Guillermo, afamado por sus críticas destructivas compulsivas. ¿Y por qué hice eso? Autoboicot, vieja pasmada, autoboicot que me valió lo que me terminó valiendo...

Continuará... 


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