viernes, 27 de mayo de 2016

Capítulo 92 "Madrugada infame, loca humildad"

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¿Qué hora es? No puede ser que se hayan ido y yo acá sola. ¡¡NO PUEDE SER Y SE CALLA USTED, VIEJA METICHE!! Es que yo me vine en busca de lo diferente, claro que sí, y huyendo de conseguir marido, también, porque quien va a querer desposar a una chiflada como esta, pero en este momento de pánico hubiera preferido una inapetente vida como la suya sin otro anhelo más que el de opinar en face o que Terelu responda de una vez por todas el mensajito a Kiko Matamoros. ¿Al final para qué tanta parafernalia si sentada en el sillón de casa se siente la misma adrenalina? ¿O no? Me río en la soledad de la noche. El sentido común me dice que Jesús y ella duermen en el piso de arriba y yo estoy en el cuarto de huéspedes medio borracha y a tan solo un piso de treinta años de entrevistas. El archivo del loco está en el piso de bajo, le cuento por si no pregunta. ¿Es esto loco? ¿O yo estoy exagerando? Nunca confié en mi insano juicio. ¿Y si ahora con todo esto me vuelvo engreída? ¡He estado en la casa del Loco, soy su amiga! Ay, dios mío....

¿Alguna vez perdiste la humildad, Quintero?, le había preguntado llegando al final de la cena. El loco negó rotundamente y entre risas me contó de cuando le fue a preguntar muy entusiasmado a su madre aun siendo un chico si ellos eran de la familia de Juan Ramón; ella le había respondido cariñosamente que eran más bien de Platero y yo. Reímos. Jesús se ríe poco, intenta sostener un gesto adusto pero por momentos, cuando se olvida, se puede ver a través de él. Habla haciendo esos ademanes que vi por la televisión tantas veces, es un viaje verlo en directo, reflexionando conmigo. ¿Pensará que soy una loca? ¿Una fanática chiflada? ¿Agradecerá mi presencia? ¿O estará aguantándome porque me crucé el Atlántico y no quiere quedar mal? ¿Estará, como dice, más allá del bien y del mal? ¿Y si es así, por qué se ocupa tanto de su apariencia?


La cabeza me sigue dando vueltas ¡Joé con la cerveza andaluza, che! La oscuridad sigue siendo cuasi total, llego finalmente a la puerta no sin antes llevarme por delante lo que parece ser un perchero. No veo dos en un burro. De él cuelgan morral, pareo comprado en las cataratas del Iguazú, bolsita con elementos de higiene... Esta gente no está arriba, estos dos se fueron de fin de semana puente. Vuelvo a desesperarme, tanteo la puerta y doy con un extraño picaporte, de esos que tienen una gran traba y hay que hacer girar un redondelito metálico. ¡Qué difícil todo esto! Espío por la hendija, no se ve nada, intento abrir, cerrada… ¡¡¡CERRADA!!! (Sigue en el 77, pica acá y va)

Continuará...


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