miércoles, 15 de febrero de 2017

Capítulo 106 "Ponerse a tono"

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Erase una vez un señor llamado Wayne, vendió millones de libros: “Tus zonas erróneas”. Una boludez el libro pero a la gente le gustó porque vende la fórmula de la felicidad y es sabido que gusta usted de comprar la receta para nunca jamás llevarla a cabo. Este señor dice que cuando sentís el entusiasmo es que dios te está indicando que ese es el camino, que por ahí anda la música que viniste a tocar y si te pones a tono el universo conspira a tu favor; las cosas se empiezan a dar. Por eso insisto con este blog, vieja gilastra, porque un día este loco andalú me hizo sentir el entusiasmo, decidí ir tras él y no sé si algo empezó a conspirar o no pero yo empecé a ganar confianza, a ir cada vez más lejos y acá estoy del otro lado del planeta esperado que llegue don Gala a ver si practicamos finalmente los tres el Ananga Ranga y--

¿Quintero me está mirando? ¡Calle vieja! ¡Que me muero muerta! Estamos a varios metros de distancia, él conversa con colegas sobre el escenario, sus estrambóticos lentes no dejan ver qué carajo es lo que mira pero pa mi que mira pacá… Yo sigo apostada de perfil bajo y corazón confuso contra una pared. Parece que Antonio está un poco retrasado, me comenta un periodista apostado a mi lado. Asiento sin dejar de mirar al loco. Dejo mi mochila sobre una silla y saco algunas fotografías del contexto. Unos muchachos practican algo por lo bajo con sus guitarras. La plaza cada vez más llena y atrás el castillo, testigo silenciosos de la Fellinesca historieta (Fellini sí va con mayúscula).

Y original sería que dé media vuelta y me regrese a la Argentina ahora mismo, ¿no? Porque nadie, ni siquiera yo espera eso ¡Sería un punto de giro fenomenal! Vengo sudando la gota gorda, venciendo miedos tras los pasos de mis musos ¡¿Y AHORA voy a tirar la toalla?! Pues no, que no cunda el pánico porque he nacido sin el toque mágico de los originales así que--


Antonio Gala. Mi otro muso. Adelante mío. Como una aparición divina viene ingresando a la Plaza de la Constitución por un costado del escenario. Nos deja mudos a todos. ¿Será esto infundir respeto? Dos personas lo asisten del brazo más porque quieren estar a su lado que porque necesite asistencia el hombre. Se lo ve de lo más entero (demos gracias a Fellini). Para mi sorpresa no me invade el estupor ni el anonade sino la sensación de haberlo visto hace un rato. Me abro paso entre la muchedumbre y ahí me presento. Me mira a los ojos, el señor del que supe aprender por youtube de manera incansable me observa detenidamente con sus ojos azules, profundos y cansados ya de tanta vida. Me escucha atento cuando le digo que le traigo un libro de Roberto Arlt desde Buenos Aires, que después se lo voy a dar. ¡Pues dámelo ahora!, me dice de lo más simpático. Me río y salgo corriendo a por él.

No te mueras con la música adentro tuyo… No te mueras sin saber quien sos. (Capítulo siguiente pinche acá)

Continuará...

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