viernes, 3 de noviembre de 2017

Capitulo 138 "La llamada"

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Y estos son los momentos en los que quiero volver a mi vida de antes, entretenerme mirando gloriosas existencias de otros en el facebook o en el cine. Emocionarme porque Bombita Darín se anima a reventar la grúa que le lleva el coche injustamente; enojarme porque Puigdemont puso en su twitter no sé qué a lo que Reverte respondió no sé cuanto. Cada tanto poner el cuerpo tibiamente, eso sí, estrenar un obra de teatro que pregona cosas que después no hago. ¡Si para finales geniales ya tenemos el de Casablanca, Marina! ¿Por qué no te dejás de joder con el final y te dedicás a algo productivo?

Ya en el hostal, completamente amargada por el encuentro desencontrado con el loco, me llega un mensaje al facebook, es de mi amigo Eduardo que organizó una charla para esta noche, será en una librería acá en Sevilla, yo estaría siendo la charlante y tratará sobre cómo es que fui construyendo este loco blog Quinteriano. Mi amigo me escribe que no pudo contactar todavía a Quintero para invitarlo pero acaba de enviarle la invitación a ella. ¡A ELLA! ¿A ella? Me caigo de culo y me levanto es mi reacción inmediata porque pude confirmar por una fuente confiable que no le cayó nada pero nada bien que la meta en esta novela. ¿Y si se les da por aparecer? Ya sé que como dilema a usted le parece una pavada porque está habituada a que todo sea de vida o muerte ¿y sabe qué? La vida o muerte del dilema dependen de cómo lo viva el persona/je, en este caso la persona/ja, que soy yo, y estoy en este mismo momento paniqueando. Usted no la conoce a la gitana enojada. Por un lado estaría bien que se aparezca porque a eso vinimos, a buscar un final interesante pero ¿y si se arma el despelote? En términos marquetineros también estaría bien porque el despelote da prensa y la gente te lee más, sobre todo si corre sangre. Ahora están en auge los femicidios, por ejemplo, los medios hacen uso de eso tupido así que si el loco harto de la telenovela nos ahoga a las dos en el Guadalquivir salimos hasta en la tapa del New York Times, señora.


Me angustio. A veces no puedo creer las cosas que escribo. ¿Será que uno está demente pero no se da cuenta? Suena el teléfono, miro el display, número desconocido. ¿Quién tiene mi teléfono de España? ¿Quién además de Quintero? (Capitulo siguiente)

Continuara…



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