sábado, 25 de noviembre de 2017

Capítulo 155 "María la Santa"


El bretel de la musculosa se le ha bajado un poco por el hombro. Imagino su piel al tacto. Descubro un pequeño tatuaje en su espalda, tres pájaros volando, y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando... Las ventanas siguen abiertas, se está levantando un viento importante, cada tanto un refucilo ilumina el cielo pero todavía no llueve. Refucilo viene de fuego. El fuego es pasión, pienso mientras nos miramos sin pestañear, como se mira al fuego.

Y si me quedo en el molde esto será solamente arte y el deber es ir por más, deconstruir es la palabra de moda, enloquecer, aconsejaba Pavlovsky. Si se juega hay que jugar a fondo y para eso hay que entrar en el mundo de la locura si no uno se burocratiza y repite palabras de otro. Tato Pavlovsky se murió hace dos años, mientras yo llegaba a Sevilla en busca del loco por primera vez, mientras jugaba a salirme del mundo de lo concreto por primera vez.


Mi pullover de lana salteña se está empapando de transpiración. Ninguna de las dos se anima a dar el primer paso, o beso, o roce con derecho a caricia, que supongo es lo que sigue. Ella también está confusa, es que hoy no tuve un día bueno, sabe..., balbucea como disculpándose pero yo no la escucho bien porque el oído de ese lado lo tengo medio sordo. El corazón se me sale del pecho, y son los milagros de la santa marihuana, si no fuera que estoy bajo sus efectos no estaría haciendo esto, no estaría acá de nuevo después de todo lo que pasó; una es más una con la Santa María. No escucho, le respondo acercándome casi sin darme cuenta. No la escucho pero no importa porque al decirlo le rozo el largo cuello y su cuerpo habla. (Sigue)

Continuará...

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