domingo, 17 de diciembre de 2017

Capítulo 172 "Talento trágico"

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Ella y su enojo, su enojo y ella. Me piden sentido y si pensamos en términos absolutos nada lo tiene. ¿Cuál es la diferencia entre los buenos y los malos? Que los malos son siempre los demás, claro, pero usted es una viva bárbara, entiende lo que le conviene así que su opinión no tiene valor alguno. ¡Ellos quieren que crea que la loca acá soy yo pero ¿quién me dio vela en este entierro? ¿Quién me invitó al banquete pantagruélico? ¿Quién me puso adelante las papafritas a caballo sabiendo que soy una insaciable? ¿Eh? ¡Así que no me vengan ahora con histeriqueos porque yo tengo cara pero de tonta ni medio pelo! Y basta que me pillo encima.

Bajé las escaleras a las apuradas intentando de memoria llegar al baño en dónde habíamos estado de Kamasutra con la gitana. Creo que era en el segundo pero si ayer estábamos en la terraza que debe ser el quinto y bajamos hasta el tercero, ¿o era el cuarto? ¿Nosotros ahora desayunando estábamos en el-- Desesperé. Literalmente me estallaba la vejiga. Entreabrí una puerta al azar pensando ya seriamente en ir a hacer pis a la terraza. Porque sé que subiendo en algún momento se llega al cielo, es la única certeza que tengo en este Limbo, infierno de los condenados.
Entré a la habitación que tenía delante, presurosa, y me quedé de piedra frente a la imagen. Era una habitación bastante grande, de paredes blancas, con ventanas cuadradas por las que entraba la claridad de la calle. Estaba abarrotada de pinturas, supe que eran de ella. Me embargó la emoción, una emoción profunda y triste... Estaba entrando al corazón de la gitana. Había pinturas en el piso, en las paredes, sobre una mesa enorme, bastidores, pinceles, óleos… Este es su refugio. Yo tengo mi piso, me había contado el último día que nos vimos, hacía dos años, allí me recargo, ia sabe, él tío este te absorbe, ha vito cómo é, y si no tengo lo mío… Que llega un momento que no doy má. Un vampiro, pensé yo, pero entonces no sabía que ella iba a volverse persona/je.


Caminé lentamente por el lugar, con mucho cuidado, no quería pisar nada que no debiera. En una esquina, apoyado contra la puerta de un armario descubrí el bastidor de La noche estrellada, el del accidente de la noche anterior, había sido retocado y no tenía ninguna marca. Pero... ¿y cuándo lo había hecho si pasamos la noche juntas? ¿O no? El olor a pintura era asfixiante, sentía cómo los bronquios se empezaban a cerrar. Estaba pasmada. Al parecer la femme fatale además de ser el conflicto de la saga tenía talento, talento trágico. Afuera las primeras gotas se dejaban oír. Miré las ventanas del lugar, estaban todas cerradas. Abrí el armario blanco, más cuadros apilados, su overol todo pintarrajeado. Entonces vi el bastidor sobre el piso, algo escondido, con una figura que me llamó la atención. Me acerqué lentamente, la miré bien en detalle, la pintura todavía estaba fresca. Era una mujer desnuda reposando sobre la cama, de anchas caderas y pelo oscuro. ¿Soy yo? (Sigue)

Continuará...

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