viernes, 22 de diciembre de 2017

Capítulo 175 "Hambre y amor"

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Ella parada frente a la ventana, sola y contrariada, mira sin ver a través del vidrio la lluvia de Ana. Se escucha el sonido del viento como una silbatina loca que no es la de mis bronquios. Y el dilema que la angustia no es pavada, señora. No va a poder llevar a su hijo a andar en motocross, no ha dormido bien, le duele el tajito del pie, no sabe si entre él y yo pasó algo pero sabe que es un inestable, él siempre tuvo fama de Don Juan y ella acá ha mezclado las cosas, como hace mucha gente, trabajo y amor, amor y trabajo, si se queda sin amor se queda sin trabajo, sin sostén, sin seguridad, lo que le impide saber si está con él porque lo ama o porque no le queda otra; pero creo que el dilema que la atormenta no es ese.

Da un mordisco chiquito a una tostada, se le caen unas miguitas en el borde de la ventana, se moja el dedo con la boca y las va comiendo de a una. El rodete se le desemprolijó y así le queda más lindo. ¿O es que la gente es más linda cuando no se sabe observada?

Y acá debo confesar que yo me la imaginaba encerrada en el baño, llorando porque él es un difícil e intentando cambiarse la vendita del pie, haciendo enchastre con el merthiolate porque la angustia y las lágrimas no le permiten razonar bien; en el baño al que intentaría entrar yo ya desesperada de ganas de pis, con el móvil de ella en la mano y hablando con el periodista de ABC que me pregunta ininterrumpidamente si el loco está en la ruina, si el loco va a pagar, si el loco come de la basura, si al loco sus hijas lo odian, si el loco y Gala tuvieron sexo tántrico, si el loco tiene un harén...

Así me la imaginaba pero no, ella está ahí parada frente a la ventana, sola y contrariada, y yo la miro apenas asomada desde la puerta, con un señor al teléfono que dice ser abogado. No sé qué decirle si entro. No sé si entrar y darle el teléfono o ir a buscar mis cosas primero y vestirme y luego decirle que ya me voy, o ir al baño y después todo lo otro, pero entonces el señor que espera en el teléfono se aburriría y me dijo Jesús que era muy importante... Sí sé que acá el problema no soy yo, el problema ya estaba, mi intrusión solamente lo puso en evidencia.. ¿O no? ¿O NO?

(Pausa climática) Hola… Ya me voy a ir yendo pero hay un señor en el teléfono y me pidió Jesús que lo atiendas vos, le digo desde la puerta, escondiendo mi medio cuerpo desnudo y extendiendo el teléfono hacia ella lo más que puedo. ¿Quién é?, se da vuelta de golpe, preguntándose cuanto hace que la observo desde la sombra. Y yo me pregunto si esa mirada intensa se la echará a todo el mundo o le sale sólo conmigo. Es un tipo... Saquino, un abogado, o algo así. Vale, agarra el teléfono móvil, tapa el auricular, duda un segundo, me mira todavía contrariada y luego: mira… no te vaia todavía, ¿vale? Hago una pausa larga, asiento con la cabeza. Luego rompo cuarta pared, la miro a usted. ¿Y ahora? (Sigue)

Continuará...

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