miércoles, 17 de enero de 2018

Capítulo 197 "Guapamente"

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Pensé en la posibilidad de que ella estuviera haciendo todo esto para él porque él nos había mirado en la cama esa mañana, la de la borrasca, la de la ducha y los besos y el tajo y las macetas y la charla con él bajo el techo transparente de la oficina. Él había mirado e incluso protestado porque movíamos la cama queen size pero ella había seguido moviéndose. No hizo esa cosa cursi de besarme y mirarlo a la vez, no, ella no es nada cursi por eso es mi protagonista, pero sí había seguido como si no lo notara, me acarició lentamente el cuerpo transpirado con sus manos pintoras, me mordió los hombros, a ella le gustan mis hombros me parece, y date la vuelta, decía el eclipse de amor en la tele, date la vuelta porque a veces me siento un poco sola y vos nunca estas cerca… Y su loco ahí se dio vuelta y nos miró, dormido pero despierto, como si lo hubiera escrito Ricardo Arjona al guión, un espanto. Y después se durmió de nuevo. Ella había fumado bastante esa noche y él no sé entonces quizá fue por eso todo el descoque libertino pero a la vez pienso que quizá pienso todo esto porque tengo miedo de enamorarme. ¿O será miedo a que me fallen? ¿O a fallar? (Tres segundos) El amor es una falla...

Bajamos del Saxo en la casa sin decirnos mucho. Era ya la media tarde del día de Nochevieja, yo estaba insolada por la caminata despechada, porque la resolana de Huelva es así, no pega fuerte pero te incinera el seso, si no es que era esta una insolación de falla de amor, claro. Algunos seguían jugando al voley, otros bailaban y reían, un tipo había llevado un saxo, uno de los modistos, y tocaba como los dioses. Esta vez habían contratado mozos y toda la bola porque había el doble de gente. Algunos de los que estaban desde la Nochebuena andaban  descompuestos, el loco había tenido que ir de urgencia a comprar no sé qué a la farmacia para la indigestión y el hígado, había tenido que ir él porque ella no estaba, ella estaba de joda conmigo y con la Hummer en LIVE, por eso no cogía el teléfono cuando el desbole de la alcoholemia, no había llevao el móvil, me contó entre risas nerviosas, las dos tiradas en la arena. La vi llegando a lo lejos, con su sombrero turquesa, su pareo negro que se movía con el viento, me empezó a latir fuerte el corazón. Se sentó a mi lado sin decir nada, me puso un sombrerito para que no me haga mal el sol y así nos quedamos un rato mirando el mar. No preguntó porqué te has ido así que estuvimos todos preocupados buscándote, ni qué coño que has desaparecido de golpe y Vittorio me contó lo de tu pasaporte y que no sabíamo qué pensa ya... No. Me mostró un dibujito que le había hecho su bello niño en el pie. Y yo me moría de ganas de agarrarla de la mano y llevármela lejos. ¿Y porqué no lo hice? No me animé. O podemos echar la culpa afuera y decir que no se podía porque las circunstancias etc.

Me mostró una foto de él con cara de culo examinando la camioneta esa mañana. Reímos. Me dio de pronto un beso en la comisura y no en la boca porque yo al verla venir la esquivé, el miedo a la insolación... Ella se sorprendió pero me respetó y es tan lindo eso que hace de no preguntar cuando no hay nada que preguntar. Vamonó, propuso al ratito, levantándose. Se sacudió la arena y me tendió la mano guapamente para ayudarme. Con ese cambio de acera de sus caderas caminó adelante mío hacia el auto. Y ahora no me atiende el puto teléfono ella a mi, hace dos días que llamo y nada. Me prometí no volver a Sevilla ya sé pero (Sigue)

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