viernes, 30 de marzo de 2018

Capítulo 248 "Al grano"

CAPITULO ANTERIOR

Afuera los fuegos artificiales se habían callado hasta el año siguiente. Por la ventana se veía el cielo estrellado. Los que no se callaban nunca eran los invitados, se escuchaban sus cantos desafinados, sucede que los periodistas beodos tienen alucinaciones líricas, cantaban “Y viiivaaa Españaaa”, se turnaban para las estrofas y luego juntos le daban al estribillo. ¡Eran un horror! Y la monogamia también es un horror, me aburre, ya es oficial, pero el poliamor parece que no estaría siendo lo mío, aunque no sé si aquello que estaba por pasar entre la Sensual de Ibiza, el Loco y yo era poliamor o era más bien una orgía infiel, o simplemente un desliz findeañero producto de tanto nervio acumulado, y de despecho abandónico, y de flojera por el alcohol y la insolación de LIVE. Desde que empezó el despelote de mi mare en marzo del año pasado que me están saliendo canas.

La miré a la de ojos negros y me dio un pudor enorme, me sentía completamente expuesta sin mi corpiño, con el torso desnudo y calcinado por el sol del mediodía. Me había quemado con la marca de la remera musculosa, horroroso. Paradas las dos en medio de la habitación apenas iluminada. Él seguía ahí sentado, en la cama, mirando con toda seriedad el asunto. ¿No podía apagar la luz el tipo? Me daba una vergüenza... Cerré los ojos un momento porque cuando el mundo no cambia queda la posibilidad de cambiar uno, apagué mi luz, la que estaba a mi alcance. Todo se puso negro y ella volvió a pasar sus manos frías por mi espalda y que no, que yo no soy esta, me dije al borde del desmayo, casi segura de que no era esto para mi, la fiebre insolada superaba la temperatura de Venus, lo único que me mantenía en pie era el acento de la de Ibiza que de pronto me gustaba mucho... Bueno, y su piel suave también me estaba gustando mucho si la tocaba, muy suave, porque en un momento la tomé de la cintura, seguía tiesa como un palo enjabonado pero puse mis manos sobre su cintura y entonces observé que era suave como la de la Gitana. O quizá más.


Yo no soy esta, volví a decirme y dejé que me pasara la lengua por el cuello, por mi oreja, pasó sus manos por debajo de mis hombros y desde ahí me acarició los terrones de azúcar. Lo hacía de otra manera, como más salvaje, poseída, era otro estilo, completamente diferente al de mi Gitana, esta parecía curtida, experta, mandada… No dudaba un segundo, sabía lo que quería: sexo, y si era explicito mejor. Olé, dijo Él, y me trajo a la Gitana de nuevo en cuerpo y alma. ¿No podía decir otra cosa? ¿Teniendo tantas palabras el alfabeto tiene que decir lo que Ella me dice al oído cuando nos amamos a más no poder? Ahí me di cuenta de que la quería, en ese momento, y descubri al mismo tiempo que aunque quieras a alguien podes tenes sexo con alguien más, una cosa no quita la otra. Creo. La morocha enloqueció con el olé de Él, volvió a pasarme la lengua por los hombros, me ardía un montón pero no decía nada porque el clima de la escena a la mierda. La pelvis se le movía involuntariamente, o voluntaria, no lo sé con certeza. Se detuvo a mirarme un momento, intrigada alejó su cara de la mía y me observó a lo ojo porque yo no me entregaba, me miró como me habían mirado los tres exóticos aquél día en el iglú. Vente paquí, Rocío, suplicó el protagonista de la saga, con un hilo de voz. (Sigue)

Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario