miércoles, 6 de junio de 2018

Capítulo 295 "Mitades que matan"

CAPITULO ANTERIOR

Ocurre que Zeus nos parte en dos y nos jode, yo no me canso de ir por la vida en busca de mi otra mitad, luego me acusan de mujeriego pero es que la culpa no es mía, ya he tenido siete matrimonios. ¿SIETE?, pregunta el Loco sin darse vuelta, escandalizado. Nos soltamos la mano al bajar de la Hummer, Él registró que se la tomé, que quise consolarlo por lo del teatro, me lo dejó saber con sus ojos brillosos, incapaces de mostrarse vulnerables, dolidos, aunque la estén pasando peor que como el culo. Fernando cuenta que tuvo un montón de hijos todos de mujeres diferentes, tomó el micrófono de nuevo, no lo larga ni por joda, Ana sigue siendo su embelesada de primera fila, pero él habla fuerte, para que lo escuchen los demás muchachos, sus pares de género, que caminan por la vereda un poco más adelante, hacia el restaurante.

Es verdad que muchos tipos tienen cierta reticencia a las luces femeninas, puede que sea porque se sienten en la obligación de ser mejores y temen que alguna los ponga en ridículo o porque arrastran ya hace tanto esta idea de que la mujer para ciertas disciplinas, por ejemplo pensar, es inferior. ¿Seremos inferiores? ¿Vos qué pensás, Ana? Dejá de mirar al místico. ¿Te gusta, no? Ahhhh, ya han tenido algo vos y él, me parecía. Escuchame. ¿Si no somos inferiores por qué nos tomó 3500 años alzar la voz contra un sistema que supuestamente nos oprime? ¿Nos oprime el sistema? ¿Quién es el sistema? Me encanta tu pelo, lo tenés hermoso, como nutrido. ¿Vas a comer algo vos? ¿Te vas a quedar unos días acá en El Portil? ¿Cuántos años tenés? Escuchame, la cuestión es que cuando me desperté eran como las doce, la casa estaba en silencio, me llevó un rato darme cuenta de en dónde estaba, eso que pasa cuando una no se queda quieta en un lugar, viste, corrí la cortina de la ventanita, afuera seguía lloviendo, llovía fuerte, miré y en la cama de abajo descansaba ella, la que manejó toda la noche para venir a verme. Tía Begoña se ve que le ofreció recostarse y la había tapado como a un bebé. Y y te juro que ya ni me acordaba de ella. Ni de Ella. Me las había sacado de encima a las dos pero no se puede. Escapar. Una vez que entraste en el juego ya no se puede volver al comienzo más. (Sigue)


Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario