domingo, 15 de julio de 2018

Capítulo 322 "De amores luengos"

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Y al final Nietzsche es un salame, un farsante, puro bigote nomás, ¡un peluquero de señoras! ¿Que lo que no mata engorda? ¿Que si sufrís y salís salís más fuerte? ¡Que se vaya a freír churros, mirá! Yo vivo, vivo exponiéndome a situaciones que si bien no son de vida o muerte, eso lo acepto, las habito como si lo fueran, porque te juro que temblaba como si me estuvieran por llevar a la guillotina, te lo juro, así que el efecto debería ser el mismo, debería estar fortalecida, menos melindrosa, pero no, hace diez meses que vengo sudando la gota gorda, exponiéndome a estas batallas burguesas de pánicos y amores luengo/desconcertantes, no sé para qué, pero lo hago. ¿Y? Acá me tenés, haciéndome encima cuando tengo que poner la jeta, lagrimeando por una Fulana a la que idealicé, una Fulana preciosa, sí, maravillosa, también, lunática como la que no creo haya otra igual, sin la cual no puedo seguir viviendo, según me inventé una noche medio nublada.

Estaba en la entrada del salón, la clase ya había empezado, la musiquita relajante sonaba, más o menos sonaba, porque era un aparato chiquito, con parlantes medio pelo, así que saturaba, pero lo que menos me importaba en ese momento era el contexto auditivo, si bien le daba clima a la escena no era el elemento protagonista. El protagonista era mi miedo, mi terror, mi taquicardia, de nuevo quería meter la cabeza en el hoyo del avestruz, porque a ver si justo Ella estaba llegando tarde y me la encontraba a la entrada, frente a frente, y daba media vuelta y se iba, la Gitana, mi hermosa, caminando rápido, indignada, como en las novelas, dejándome al fin con la certeza del adiós para siempre, del buscate a otra para jorobar, cuando te hartes de amores baratos de un rato me llamas, todo por lo que le había hecho, que en realidad no lo había hecho nada, en Nochevieja quiero decir, claro, y en Ubrique tampoco porque la que hizo eso no era yo, no estaba ahí, yo no hago esas cosas, te lo juro, vos ya me conocés un poco, ¿o no? ¿Era yo la que estuvo con vos en Nochevieja? ¿Vos decís que esa soy yo? ¡Ey! ¡Ojos negros! ¿Me estás escuchando? ¿No querés parar un rato en algún barcito antes de llegar a Madrid? Tu silencio me abruma. (Sigue)

Continuara...



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