sábado, 14 de julio de 2018

Capítulo 321 "Cartón lleno"

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La cuestión es que llegué a las once a Jerez, de la estación de Renfe derecho al centro cultural en donde Ella tomaba su clase de yoga, acababa de empezar. Toda transpirada llegué, por la bicicleta, faltaba que me volviera a insolar y cartón lleno. Me había llevado ropa cómoda, como para hacer la clase, ya había ido yo a ese lugar cuando mi estadía anterior en su casa, ¿te acordás que vos me habías invitado a ir a bailar flamenco? Bueno, yo me fui para Jeré, nunca te dije y hay momentos en los que una peca de muy estúpida, porque estúpida ya soy, pero a veces me supero a mí misma, escucha: sentía que necesitaba una excusa, que ir a pedirle perdón, a explicarle cómo habían sido las cosas, no era suficiente, no, mi visita tenía que tener otro motivo, uno menos meloso, que me expusiera menos, que no se diera cuenta mi Gitana de que me moría de amor por Ella, de que quería morirme por la que me había mandado. Una vez la abuela de una amiga, mientras nos daba la merienda, nos dijo que no nos enamoráramos nunca porque entonces el hombre haría de nosotras lo que quisiera. En este caso la que estaba haciendo de mi una porquería era La Mujer y no el hombre, pero la viejita qué se podía imaginar, ¿no? Y bueno, se ve que desde entonces me quedó el miedo al amor, lástima que no le pude hacer caso.

(Suspiro hondo). Así que fui dispuesta a hacer la clase pero ya llegada al lugar me di cuenta de la imbecilidad de mi plan. Ella me iba a ver y si no me daba una patada ahí mismo... con todas las viejas adelante y la música de relax sonando. ¿Cómo se me había ocurrido que ese era el mejor lugar, el contexto adecuado? Entré en pánico, claro, no sabía cómo escapar, pero ya estaba ahí, en la puerta, una señora que entraba me reconoció y me saludó, has vuelto, guapa, me dijo. Yo miraba para el piso, no me atrevía a verla a los ojos, a pispear en dónde estaba Ella, no podía. Había empezado a temblar ya en la ruta, cuando todavía faltaba un rato para llegar, imaginate ahí, tenía las piernas duras, me estaba por infartar, me temblaban las manos, sentía que era una locura volverla a ver después de ese mensaje errado y espantoso, me pregunté lo mismo que me preguntaba detrás del escenario cada vez que tenía que salir a actuar, ¿por qué me meto en esto? ¿Por qué no me voy a mi casa y me dejo de joderle las pelotas a la gente? Porque tenía razón la nona, el amor te pierde, si te encuentra. (Sigue)

Continuará...



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