jueves, 30 de agosto de 2018

Capítulo 357 "Paréntesis de sueño"

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Me estoy calmando por suerte, como quien no quiere la cosa me estoy bajando los decibeles, escribir me calma, me salv,a por suerte, por suerte me salvba escribir, que no sé de donde me viene pero me vino y soy afortunada. Escribir y dormir también, el paréntesis de sueño es necesario, lo decía Marechal. Así que yo le hablaba de la Gitana sin parar y ella frenó en un momento el Volvo, en donde se le cantó la gana, dejó la llave en contacto para que no se apagara el aire, buscó una estación de radio que le gustara, sus uñas largas y negrísimas, tip tip tip, hacían contra el aparato de la música, de lo más tranquila, con sus collares plateados colgándole del cuello, su piel bronceada y brillosa, la ruta era un quilombo, lleno de autos que no avanzaban, viernes hora pico, gente ofuscada, calor importante, y ella canturreaba y se ponía crema, manchaba el tapizado carísimo ¡y le importaba un carajo! Olía rico la Morocha, estaba divina, divina estaba, olía a mujer, a glamour, a fragilidad, que no es lo mismo que debilidad, estúpidas feministas estúpidas!!!!

La fragilidad de la mujer es hermosa, es erótica, es motivadora, y la primera noche que pasé en su piso, mi pieza estaba en el mismo piso que la de ella, me dio a elegir entre una silenciosa y una con balcón, elegí la del balcón, necesito luz yo, si no me muero, y la primer noche se paseó en pelotas, en realidad salió al baño, creo, o a la cocina, era la madrugada, yo estaba que no podía pegar un ojo, por el desbole del pasaporte no podía, y por lo del auto también, ojo, no duermo con la puerta abierta, dejo apenas una rendija, si no me da sensación de falta de aire, pero el viento se ve que la abrió y en un momento la vi que subía la escalera, sin ropa, con su erótica fragilidad a cuestas, duerme sin ropa, yo también duermo sin ella, no es anormal, en medio de la noche, en su casa… En fin… vengo soportando una de violencias… la desestructura es violencia, y que de pronto me gusten las mujeres es desestructura.

Morocha en Marbella
Así que qué podía hacer yo sino lo que hice, sola en mi cama, quebrada de seso, con todo este acribille seductor por parte de ella, el cambio de pasaje, el adiós para siempre al Loco, a mi Gitana, no sabía si a propósito o no pero se pasaba la crema con las dos manos, desde la rodilla hasta la entrepierna, también manchaba con crema la tanga diminuta... Eso lo hacía conscientemente, ¿o no? La mina linda sabe lo que provoca en el otro, salvo yo, claro, que soy una caída del catre, pero ella sí, rozaba con los pulgares la tanga, ¿podía estar pecando de ingenua? Y lo peor, mientras lo hacía me ignoraba, no del todo, asentía o negaba si le decía algo, sin dirigirme la mirada, como si me escuchara a medias, algo así. Y eso me puede mucho, que me ignoren, que no me miren, que dejen lugar a mi imaginación, así que la terminé mirando toda, Y ELLA SE DIO CUENTA ES IMPOSIBLE OTRA COSA, miré cómo se ponía la crema, con la excusa de qué es lo que estás haciendo justo ahora en medio del embotellamiento la miraba, pero la verdad es que me estaba muriendo, ahí mismo, había pasado de querer sacármela de encima a querer sacarle el pote de crema, correrle la tanga lo justo y necesario, sentarme sobre ella con las piernas abiertas y repetir Nochevieja, Nochevieja sin Él. (Sigue)

Continuará...



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