jueves, 18 de octubre de 2018

Capítulo 383 "La gorda de navidad"

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El viento empezaba a levantarse en Málaga, se venía la tormenta. Otra vez la menesunda de las borrascas por estos lares, qué esperaba usted, todo es cíclico. Si quieres soportar la vida prepárate para la muerte, sentenció el Muso, mirándome a los ojos, y dio por terminada la tertulia fúnebre. Canejo. Y tenía yo que irme a dormir sola con mis pensamientos después de esto. Vi que Amalia, a lo lejos, se acercaba caminando hacia nosotros. Seguramente a echarme. ¿Soportar?, pensé. Me dejó muda de nuevo. Muda y escandalizada. Le hubiera preguntado, ¿soportar por qué? ¿Él soportó la vida? ¿Antonio? ¿Es que nadie entonces en la faz de la tierra puede llevarla amenamente entonces? Si tuvo éxito con lo que le gustaba hacer, puede vivir de lo que ganó, cómodamente, está bien cuidado, viajó para acá y para allá, tiene a sus hijos en la fundación… ¿Qué es lo que tuvo que “soportar” Antonio? Me acordé que en algún momento lo escuché decir que si hubiera podido se habría dedicado a otra cosa, que la escritura lo eligió a él y no al revés, así que sí, posiblemente haya soportado la vida, y la sigue soportando, porque uno quiere lo que no tiene. ¿Habrá que resignarse entonces? ¿La vida es un calvario? Y ojo, eso estaría hablando más que bien de la tan infravalorada muerte, ¿o no? ¿O NO? ¿Está mi madre a punto de sacarse el gordo navideño?

Y puede ser, eh, ahora que lo pienso... Hoy pude hablar por teléfono con ella y me contó que estaba aburrida pero de ánimo bien, que estaba pintando mandalas. ¿De ánimo bien? ¡Ella! ¡Que se pasó la vida quejándose por esto y aquello? ¿Desmayándose acá y allá por nervios y depresiones y jodiendo al mundo entero TODO EL TIEMPO? ¿De ánimo bien ahora que le han dicho que quizá tiene que operarse y hacerse biopsia y la mar en coche? Me caí de culo. Y la encargada del hogar me dijo lo mismo, tu mamá está que no se puede creer, contenta y estable… ¿Será que se olvidó ya del asunto? Cuando colgué le mandé un whatsapp a su psicóloga y para mi sorpresa me dijo lo mismo, que ni ella lo podía creer y no, se acuerda muy bien de que tiene turno con el médico ginecólogo el seis de noviembre. ¿Ergo? ¿ERGO? ¿Es la mejoría de la muerte? ¿Es que inconscientemente está aliviada porque al fin se acaba el martirio? ¿Es que quiere aprovechar este último tramo que le queda? ¿O es que sabe que al fin está enferma de verdad y entonces estaremos todos obligados a cuidar de ella? Eso que siempre quiso, no hacerse responsable de su vida.

Al despedirse me dijo algo diferente a lo de Dragún, mi madre, me pareció en ese momento que la fórmula draguniana hacía agua por todos lados, me dijo algo que me aniquiló mientras yo le informaba que ya me iba a ir volviendo para Argentina, si no era ésa la semana siguiente, sin falta. Ella respondió, con una serenidad sin precedentes, que hiciera lo que pudiera, y lo que quisiera. Mi madre. Enferma. Aceptando que yo tuviese mi vida, la que decidiera tener. Que haga lo que sienta y pueda… Me dio de lleno en la llaga, era lo mismo que me había dicho Rocío aquella noche en su piso: (Sigue)

Continuará...



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