martes, 23 de octubre de 2018

Capítulo 385 "Piensa mal"

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Eso
Hacía mucho tiempo que no me tentaban esos vicios, los de disfrutar a solas, ella me había mellado la voluntad pero yo no quería dar el brazo a torcer, no podía involucrarme con nadie más, no debía, no quería, Morocha Osada... Le había hecho el amor toda la noche sola en mi cama porque no me podía dormir. Abrí el cajoncito en busca de algo para amansar la ansiedad y me encontré con eso, ese utensillo tan femenino, era la primera noche en su piso, estaba que no daba más por el viaje de vuelta en el Volvo a ocho mil kilómetros por hora, ella está del tomate, se cree Meteoro, es algo que noté en la gente que tiene mucha plata, piensa que no puede pasarle nada, nunca. Yo no había parado de hablarle sobre la Rubia, pensando que me la había sacado de encima, a la Gitana, me hice la canchera, creí que ya podía usarla, por ejemplo, para ponerle freno a la Morocha sin consecuencias nefastas, pensé que este tiempo en Álava había desintegrado el maleficio, pero pensé mal, piensa mal y acertarás, dice la frase, malpensada frase, a mi nunca me funciona, pienso mal y desacierto, siempre. Creí que podía hablar de Ella sin morirme de la pena, sin que se me lloraran los ojos, sin que se me partiera el alma en unos cuantos pedazos; ilusioné que podía usar a la Gitana para que la Morocha no se me enamorara, que no me ofreciera más nada porque no podía yo con otro quilombo, me tenía que ir. FIN. FIN.

Y no me podía dormir porque ella había pasado hacía una rato toda desnuda escaleras arriba como si fuera una oda, supongo que estaba igual que yo, incapaz de pegar un ojo, subía a tomar airecito a la terraza, en algún momento me había contado que le gustaba hacer eso, las dos borrachas en la Nochevieja, con el de la colina de testigo, ella nos confesó, para subir de tono aquél asunto, que le molaba tomar el airecito y fumar su habano, completamente desnuda, en la noche cálida y estrellada de Madrid.

Así que le hice el amor, intensamente, pero nunca lo supo, su pelo húmedo tenía un perfume riquísimo, llevaba una de esas ropas ajustadas para dormir que se ponen las chicas que se preocupan por la ropa, por el color de sus uñas, por el estado de su pelo, creo que se llama body, un body de encaje tenía, en mi fantasía, no se aguantó más la soledad de la terraza y se vino a mi pieza “a charlar”, pidió permiso antes de entrar por si yo dormía, pero no, yo no dormía nada, la estaba esperando como una loca, y entendí rápidamente que no venía a charlar, la verdad era que no se aguantaba más, que le hubiera hablado de la Gitana la había erotizado muchísimo, la traje hacia mi de la mano, sin perder un momento le besé el cuello mientras ella me devolvía de lo que bien sabe, sentada encima mío, me tuvo todo el tiempo contra el respaldo de la cama, sus piernas abiertas sobre las mías, su sexo contra el mío, Morocha rica. Le había hecho el amor toda la noche sin haberla tocado, y ahora estaba ahí, adelante mío, con la ropa interior en la mano y la sensualidad que le brotaba de todas partes, pidiéndome por favor que no renunciara a la Otra... (Sigue)

Continuará...



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