Eso |
Y no me podía dormir porque ella había pasado hacía una rato toda desnuda escaleras arriba como si fuera una oda, supongo que estaba igual que yo, incapaz de pegar un ojo, subía a tomar airecito a la terraza, en algún momento me había contado que le gustaba hacer eso, las dos borrachas en la Nochevieja, con el de la colina de testigo, ella nos confesó, para subir de tono aquél asunto, que le molaba tomar el airecito y fumar su habano, completamente desnuda, en la noche cálida y estrellada de Madrid.
Así que le hice el amor, intensamente, pero nunca lo supo, su pelo húmedo tenía un perfume riquísimo, llevaba una de esas ropas ajustadas para dormir que se ponen las chicas que se preocupan por la ropa, por el color de sus uñas, por el estado de su pelo, creo que se llama body, un body de encaje tenía, en mi fantasía, no se aguantó más la soledad de la terraza y se vino a mi pieza “a charlar”, pidió permiso antes de entrar por si yo dormía, pero no, yo no dormía nada, la estaba esperando como una loca, y entendí rápidamente que no venía a charlar, la verdad era que no se aguantaba más, que le hubiera hablado de la Gitana la había erotizado muchísimo, la traje hacia mi de la mano, sin perder un momento le besé el cuello mientras ella me devolvía de lo que bien sabe, sentada encima mío, me tuvo todo el tiempo contra el respaldo de la cama, sus piernas abiertas sobre las mías, su sexo contra el mío, Morocha rica. Le había hecho el amor toda la noche sin haberla tocado, y ahora estaba ahí, adelante mío, con la ropa interior en la mano y la sensualidad que le brotaba de todas partes, pidiéndome por favor que no renunciara a la Otra... (Sigue)
Continuará...
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