viernes, 9 de noviembre de 2018

Capítulo 395 "Prever o no prever"

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Igual está bien, cada tanto, no prever, andar previendo todo el tiempo es un embole bárbaro. Creo que eso quería decirme ella con lo de “animate a vivir”, que dejara de querer preverlo todo, que le permitiera a alguien atravesar mi muralla, mi eterna muralla defensiva... Y mientras, como quien sí quiere la cosa, me estaba haciendo fumar, yo no sé fumar, aspiro pero no aspiro, no sé a dónde se va el humo cuando lo hago porque lo largo y nunca sale nada, soy la boluda que tose en las reuniones fumonas. En la de Escohotado por suerte me la pude aguantar. Ella se reía, me miraba intentar, me sacó la guitarra de las manos y la dejó a un costado, confesó que le gustaban mi nariz y mi voz porque tenían personalidad; se levantó de golpe para mejorar el sonido que salía de la computadora, cantaba Pedro Aznar y saturaba el parlantito, ella sabía de eso porque trabajaba atrás de los escenarios armando y desarmando, conectando y desconectando, entre otras cosas hacía eso que tiene un nombre pero no me lo acuerdo. ¿Que me anime a vivir? ¿Esto que estoy haciendo no es animarme? ¿No es vivir? ¡La puta que la parió!

Iba a preguntarle, algo molesta, qué carajo era para ella animarse a vivir pero se levantó salticando otra vez, no se quedaba quieta ahora, se levantó del sillón tambaleándose un poco, los ojos chinos de droga, se sacó la campera de cuero y entonces pude verle los brazos por primera vez, delgados y fibrosos, era bien flaca y tenía los músculos marcados, porque además era instructora de remo en una escuela del Guadalquivir, digamos que hace de todo un poco, eso me había gustado mucho de ella, que va de acá para allá, hizo el transiberiano comiendo arroz, entonces no tenía un peso partido al medio, no sé cuántos días arriba del tren estuvo la loca, anduvo también por Latinoamérica limpiando barcos de gente con plata, ahí amasó una pequeña fortuna que le duró bastante poco, por esto del exceso y la compulsión que de pronto le agarran y acá está: si no se permite el alcohol se excede con el gasto y si no con la marijuana y si no…

A mi también me gustaba su voz, siempre como pidiendo permiso, excesivamente respetuosa, tenía un acento mezclado, como de varios lugares, a veces le salía el andaluz, a veces algo parecido al chileno… tan tranquila, tan mansa que parecía. Se levantó, se quitó la campera y ahí la vi con otros ojos, de pronto me pregunté qué hacía yo con esa chica en mi apartamento, una chica que era claramente lesbiana, torta, en la jerga despectiva, y si era torta y había venido a mi apartamento... porque yo la había invitado… porque nos caíamos tan bien… Me pidió que volviera a abrir la boca y me tiró el humo adentro de la mía dos o tres veces más. Pensé que me iba a besar, pero (Sigue)

Continuará...





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