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Lo singular, lo espeluznante, lo insoportable e insostenible, lo que me sacó de las casillas fue que me decía lo mismo, LO MISMO que le había dicho la médica del Hospital Fernández a Patricia. Si tanto te importa tu madre ¿qué haces aquí? ¿No te das cuenta, Marina? Usas a tu madre de excusa, tienes que despegarte de ella, ya eres una mujer grande, guapa, me espetaba la muy drástica en la cara, la Escohotadiana, la usas para no vivir tu vida, deja ya... Y mientras me daba lecciones de vida neurasténicas iba sacando todo lo que tenía adentro de la mochila, me había contado que tenía un toc, ese toc. Y yo claro, trataba de defenderme, que qué sacaba todo si ya nos íbamos, y qué carajo haría ella si tuviera una madre vieja y dependiente. Dejó de sacar cosas de la mochila y me miró, eso me ponía más nerviosa, que por momentos parecía drogada, perdida por completo, y de pronto volvía, la sobria, la del sermón de la montaña, respondió que en primer lugar su madre no estaría en una residencia porque su hija está viva. ¿Entendés? Me hacía sentir la peor de las hijas del mundo, me daba en la llaga, la conocía hacía cinco minutos y se atrevía a hablarme de esta manera, o no, no daba en la llaga, eso lo pienso ahora, porque hablaba sin saber nada de mi, nada de mi madre, nada de lo que había pasado este último año y medio, nada de nada sabía de mi vida, pero en ese momento yo estaba debilucha, en medio del desconcierto, creo que también algo tocada por la maría, y ella se me imponía, me decía las cosas que me decía con una seguridad y una soltura que yo me quedé parapléjica de seso, de razón, de autoestima, ¿mentendés?
No le pedí que guardara más nada, ni le respondí más, salí del departamento en busca de alguien que me ayudara a sacarla de ahí adentro, caminé por el hall hasta la puerta más cercana y golpeé. Pero, ¿entendés? ¿Se habían puesto de acuerdo estas dos minas? ¿La médica y ella? Porque la del Hospital había dicho lo mismo: ¿Cómo que la señora tiene una hija? ¿Y a dónde está la hija que manda a una acompañante y no viene ella? ¿Y cómo que no le hizo la hija hacer el control del papanicolaou el año pasado? Que acabo de enterarme, porque lo tuve que escribir, que no se escribe papa nicolao, se escribe como lo escribí, enterate, Gordo Pelotas, siempre hay algo nuevo que aprender, por eso vale la pena estar vivo. Enterate y no te vayas ahora porque me aceleré. Las dos al mismo tiempo, dame sidra que tengo la boca peor que seca, las dos me decían la misma mierda al unísono, desde distintos continentes, que yo era una hija de puta porque no me había hecho cargo de la desidia de mi madre, y ella, la Intrépida Escohotadiana, agregaba lo peor, que usaba a mi madre de excusa, porque le pedía que se vaya YA para al día siguiente poder estar despierta a la hora que iban al hospital a sacarle sangre, al menos por whatsapp, quería hacer el apoyo logístico. Pero la verdad es que (Sigue)
Un día quise dar con este periodista, empecé a buscarlo, la búsqueda se puso interesante, me senté a escribirla, en el capítulo 5 conseguí su teléfono, en el 14 me animé a llamarlo, en el 30 saqué pasaje (tenía que hacer avanzar la historia), en el 45 le llegó a Campanella justo cuando tenía que viajar, terminé trabajando con él. En el 76 arribé a Sevilla, en el 83 lo puse contra las cuerdas y la aventura continúa... (Vivir para escribirlo luego porque la realidad supera la ficción).
martes, 20 de noviembre de 2018
Capítulo 405 "La verdad se defiende sola"
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