viernes, 14 de diciembre de 2018

Capítulo 407 "Descuidado y reseco"

CAPITULO ANTERIOR

Pare y Bello Niño.
Se partió el brazo en dos andando en moto con su Bello Niño, hace un mes, tomaron una loma demasiado alomada y perdió el control, él no se lastimó nada, es un pequeño groso manejando, dice Ella, y se le cae la baba cuando lo dice, pero Ella no pudo controlar el manubrio y cayó de costado sobre el brazo derecho, justo el que mejor maneja, justo con el que mejor me sabe contener. No me lo dijo desde el vamos todo esto. Tampoco me actualizó enseguida sobre el despelote en el que se convirtió su vida desde entonces, se venía arreglando como podía porque no tiene mucho a quien recurrir, el pare del niño, como siempre, no la ayuda en nada, digamos más bien que la desayuda, el Loco de la Colina vive en su nube de pedos eclécticos, y su mare ha empeorado, doña Dolores está con tratamiento ambulatorio, y Ella con un solo brazo. Bello Niño la ayuda un poco pero eso, es un niño.

A veces consigue a alguien para que la releve, entonces se viene a Sevilla a trabajar, ahora la dejó con su hermano pero él tipo también trabaja así que es sólo por esta semana, su mare no puede estar sola, está muy débil por la quimio, no se levanta y si lo hace puede caerse, cosa que ya ha pasado, por suerte no se quebró ningún hueso, me contaba con voz pausada, sentada sobre el sillón rojo, sus piernas cruzadas en posición de loto. Cuando sentí los pasos acercándose a la puerta y abrió… no hay palabra de la Real Academia que describa, ni de la Irreal tampoco. Bajé la mirada, me alejé unos pasos, saqué el teléfono y lo volví a guardar en el morral en un segundo. La puerta se abrió y ahí estaba. Ella. Mi Uma Thurman andaluza, Gitana de mi cuore. Con el brazo enyesado amarrado a un cabestrillo. ¿Qué te pasó?, pregunté, alarmada. Y Ella, como de costumbre, le quitó importancia al melodrama, levantó sus hombros en un gesto despreocupado, mirándome con sus ojos intensos, su energía serena y bien plantada. La miré apenas antes de darle un abrazo fugaz, completamente ausente, no quería apersonarme porque no quería sentirla porque sé lo que siento cuando la siento, y no quería… ¿A qué estaba yo volviendo? Se me había olvidado de pronto. ¿Qué fue lo que me convenció? ¿Cómo es que me había llegado de nuevo hasta Ella? Y no sólo hasta Ella, ¡hasta Ella y Él! Mientras la seguía puertas adentro noté su pelo descuidado y reseco. No la estaba pasando bien. Subimos por el ascensor sin hablar y sin mirarnos. (Sigue)

Continuará...



No hay comentarios.:

Publicar un comentario