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Pepegrillos en Córdoba, Andalucía. |
Mientras subíamos en silencio por el elevador las preguntas me cagaban a patadas, me taladraban el seso, me aceleraban el pulso, la inquietud, la inmortalidad. Necesitaba saberlo todo, a sabiendas de que saberlo conduce siempre a Guatepeor. ¿Qué hacíamos de nuevo juntas en el ascensor de la colina si nos habíamos lastimado tanto? ¿Cómo podía tratarme tan indiferente habiendo escuchado el mensaje de whatsapp fallido? ¿No le importaba que Él y yo y Rocío…? ¿Nada de nada? ¿Y Sonia? ¿A dónde había quedado esa tal Sonia? ¿Es que vivían ahora los tres en poliamoroso mode? ¿Tan celosa que parecía aquella noche de la borrasca? ¿Por qué no me decía nada sobre su ex y lo que yo había visto en la habitación aquél día? ¡Se lo acababa de contar! ¿Es que las cosas a esta Mujer le pasan por los costados? ¿Nada le atraviesa el centro nunca?
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Una Gitana en la ventana. |
Intenté recordar porqué había vuelto a Ella cada vez y tampoco pude. ¿Qué me había llevado a Jerez aquella tarde nefasta en la que la descubrí encima del Toni, gozando como una loca? ¿La necesidad de perdirle perdón por lo que había hecho con Él? Perdón es una palabra religiosa, tiene que ver con la culpa, me había dicho Begonia cuando le conté todo, ya de regreso a Álava, recuerdo que ni me salía respirar, me dio un cafecito negro, un asco, no me gusta el cafecito pero me lo tomé porque no razonaba, estaba como ciega de la impresión. Me descoloca descubrir que la gente no tiene principios, sentido común, que no se conduce como pregona, o como yo me imagino que debería, no porque sea una moralista, de ingenua que soy me escandalizo, una tarada. Porque quien dice que acostarse con el ex es algo inmoral. Eso depende. La moral varía dependiendo la cultura etc, ¿no?
No has de pedir perdón, guapa, escucha, ¿puedes escucharme, Marina? Insistía con traerme de vuelta, Begonia, levantando la voz pudo imponerse a mis nervios y concluyó: no has de pedir perdón, guapa, has de explicar porqué reaccionas como reaccionas, si crees que has faltado al respeto pides disculpas, luego el otro verá si puede comprenderte o no, tú debes decir tu verdad. Y lo logró, logró con eso bajarme un poco los decibeles, tía Begonia y tío Gala son el oro preciado de la saga, mis Pepegrillos, mis cómplice y todo. (Pausa). La puerta del elevador se abrió en su piso y, como la primera noche, aquella de la borrasca Ana, sentí unas inmensas ganas de ir al baño. Y de besarla toda toda la noche, La noche estrellada...
(Sigue)
Continuará...
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