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Miré el móvil dos o tres veces pero ni media respuesta de la Malagueña, empezaba a impacientarme peor, el aburrimiento espabilaba, y a punto de llamarla estaba cuando se me ocurrió escribir una nota al vecino héroe, sí, así de errático funciono, iba a escribirla y a dejársela por debajo de la puerta porque a ver si todavía se quedaban con esa imagen mía para toda la vida, justo de mi, que me importa tanto el qué dirán por esto de que el infierno es la mirada de Sartre. Garabateé algunas excusas como pude, sentía los brazos fatigados, la cabeza embotada, la boca seca, les puse que a la chica la había conocido en el sitio de citas pero que la intención era escribir algo juntas, NO hacer chanchadas, que había anotádome en el Tinder para conocer gente del arte, no buscaba yo sexo lésbico causal, NO ERA CHANCHA.
Necesitaba venderle que era una persona ética y moral, al vecino, esto de ser rebelde sin causa es bastante arduo, por no decir jodido, hay que mantenerse en guardia todo el tiempo, las personas se te enojan, te miran feo, te crucifican, te endivian porque decís lo que ellas gustarían de decir pero no se animan, y a esa hora tras la endrogada velada de cubanas y persecutas ya no tenía energía para hacerme la que no me importaba, necesitaba ser aceptada por gente masa lo que me quedaba de tiempo en Alhaurin, en el apartamento, que me saludaran como a alguien del montón, que nadie me mirara de coté cuando pasara; que nadie me mirara...
Dejé la nota sobre la mesa y marqué el teléfono, no soporté más incertidumbre, aunque sé que se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar, yo ya no daba más, necesitaba saber cómo estaba la piba, si era que me respondía algo, claro, si no era que ahora mismo se estaba golpeando a sí misma para luego ir a la poli a hacerme la denuncia. Andate a dormir, Marina. Marqué el teléfono y entonces me entró su whatsapp, mensaje de voz de más de un minuto. Me quedé mirando el aparatito. Me dio pavura. Corté la comunicación en ese mismo instante. Pavura. Tanto que lo esperaba cuando y entró me quedé apabullada, desconcertada, lo mismo que me pasa con el rayo del amor. ¿Realmente había sido yo la rara? ¿La paranoica? Tomé impulso, puse play y lo escuché, tenía voz lánguida, como de tristeza, aceptab (Sigue)
Continuará...
Un día quise dar con este periodista, empecé a buscarlo, la búsqueda se puso interesante, me senté a escribirla, en el capítulo 5 conseguí su teléfono, en el 14 me animé a llamarlo, en el 30 saqué pasaje (tenía que hacer avanzar la historia), en el 45 le llegó a Campanella justo cuando tenía que viajar, terminé trabajando con él. En el 76 arribé a Sevilla, en el 83 lo puse contra las cuerdas y la aventura continúa... (Vivir para escribirlo luego porque la realidad supera la ficción).
martes, 1 de enero de 2019
Capítulo 419 "La mirada de Sarte"
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