Pero no puede ser que haya así como así cambiado de rol. Si yo siempre fui la amada, la que huía, la encargada de sostener el misterio, el fuego eterno de la incertidumbre. Porque cuando los amantes se aman mucho, el exceso de amor, como en la escritura, amenaza con apagar la llama esa, la de la pasión, por eso hay tanto divorcio, porque se pegan como sopapas los tipos y así termina la cosa, a los cenicerazos por la cabeza, en el caso de que los amantes fumen, claro, el exceso hace peligrar el enigma que de la ilusión se sostiene, ¿no? Vos me seguís, ya lo sé, pero estoy acostumbrada a tener que explicar, a frenar para que me alcancen, una engreída suena y posiblemente lo sea pero es que estoy harta, Antonio, vos lo sabés, sabés que cuando andás un poco adelante terminás quedándote solo, solo y cansino, cansino y resentido, porque harto de que te miren raro, de que te manden al cuerno por ermitaño o agrandado o inexorable, o se te burlen, me gusta esa palabra, inexorable, la meto en donde se me da la gana, viste vos.
Ella |
Pero me estoy disgregando mucho, tenemos que volver a la acción que los lectores se duermen, viste vos como es la cosa ahora, más de tres minutos no te leen la noticia hasta el final así que vuelvo a la Escohotadiana o sigo con la Gitana o también podemos ir a lo de Rocío, Rocío me volvió loca en Madrid, ahí viene Amalia, te va a decir, lo sé porque soy la autora, te va a decir que llegó Vigorra para hacerte la entrevista y yo puedo escribirme yéndome, claro que sí, no os molestéis que se por donde rajarme, pero me gustaría, si se puede y no molesta, escuchar tras la puerta todo lo que te pregunta el pelado jarote. (Sigue)
Continuará...
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