Rocío era el opuesto. Y acá, mientras Vigorra te entrevista, que imagino va a ser un rato largo, si no lo sacás cagando antes, yo puedo volver a Madrid, a la Morocha Osada. Puedo volver a ella sentadita en tu sofá del living, tan hermoso que se ve el parque Baltasar por la ventana, rodeada de tus perrillos, del silencio, quien lo iba a decir, ¿no?, los perrillos de Antonio a mi lado, se parecen a vos, tienen pocas pulgas, mal carácter de lejos pero después de unas pocas caricias se entregan de espíritu y alma, nobles como robles, dios nos cría y el viento nos amilana. Y me encantaría tener el mate conmigo pero todo no se puede, Gala, ya lo dijiste vos, o el amor o la escritura, aunque el psicólogo de Málaga cuando le conté eso respondió: ahí te estás yendo al pasto de nuevo. ¿Al pasto? Claro, estáis volviendo a lo que sueles hacer, Marina, a quedarte sola, vuelves a escaparte de la gente, debes comprender que hay vínculos y hay escritura, la vida puede combinarse con el arte, sólo debes querer encontrar el vínculo acorde a tu necesidad. ¡Pero yo no puedo pretender que el otro se amolde a mi molde! ¿O sí? ¿Habrá quien haya sido amoldado parecido? Yo no creo que exista eso, no lo creo, no lo sé… El amor perfecto es una amistad con momentos eróticos, habrá que encontrar una amistad entonces, que no compita con mi arte, que no me encienda a mi la competencia con la suya, es lo más difícil del mundo eso, y lo más erotizante también…
Quizá el amor sea simplemente eso, dejó deslizar el Muso ya entrando a la oficina en donde lo esperaba el fulano de la radio, tal vez sea el amor simplemente el gesto de acercarse y olvidarse. Cada uno permanece siendo él mismo, pero hay dos cuerpos que se funden. La asistente que lo acompañaba cerró la puerta atrás de él y yo me quedé con la duda en la punta de la angustia, ¿olvidarse de qué, Antonio? ¿Olvidarse de uno? ¿De lo que pasó? ¿De los desencuentros? Eso me pasaba con la Morocha Osada, y vuelvo a ella, a la vorágine de Madrid, era lo opuesto a la Gitana así que me viene como anillo al dedo, o no, no me viene como anillo al dedo pero algo me lleva a ella de nuevo. Rocío era la amante y yo la amada, a eso estaba acostumbrada, a que me anden atrás y no al revés. Yo acababa de ser herida de vida en Jerez, había descubierto a la Gitana con su ex en la cama a los gemidos limpios y ya no pude más, su amor por el arte o por el Otro, ese dolor celoso lo había piloteado a duras penas pero lo del Toni… Casi me muero ahí mismo, tanto que ni recuerdo cómo me llevé de vuelta a Sevilla y mucho menos hasta Álava, así estaba mi cabeza entonces, irracional porque dolida, dolida porque irracional. (Sigue)
Continuará...
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