domingo, 20 de enero de 2019

Capítulo 430 "El laberinto Arltiano"

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Porque cuando uno se metejonea es una bisagra, un antes y después de Metejoneo*, como si fuera algo sagrado, un Cristo, uno abandona su vida anterior para meterse en otra, en un Laberinto Arltiano, entramos de cabeza y frenéticamente, al menos eso me pasa a mi y a la gente a la que me cruzo, nos perdemos ahí adentro y nos olvidamos de lo otro por completo, supongo que el olvido de Antonio no tenía que ver con esto pero me dio el pie, mirá vos, Ana, me doy cuenta ahora de eso, de que el Muso me dio el pie para esta reflexión, ahora que te lo cuento a vos mientras destapás el inodoro de mi pieza me doy cuenta, qué escena fellinesca, ¿no? Nunca más lo invito al Gordo Risas a tocar la flauta acá, te lo juro, es un asco, me pidió que mañana lo acompañe a comprarse una malla al centro, yo me muero, ni loca, se anda haciendo el pelotudo por la calle y la gente encima se le ríe, le pide autógrafos y lo felicita, ¡dejame de joder!

Así que con la Morocha Osada me olvidé de la esencia de mi vida anterior. No sé por qué le pedí que me llevara a Madrid, te lo juro, no sé si ya en algún lugar mio ya intuía todo lo que iba a pasar, no lo sé, pero le pedí, tenía que irme, lo de mi mamá iba de mal en peor... Bueno, en realidad con la Gitana también me olvidé de lo anterior, imaginate, una mina, yo había estado siempre con hombres... Pero era distinto, yo era la que había perdido la cordura, yo era la amante y no la amada, ¿mentendes? Yo era la perseguidora y no la perseguida, entonces no lo sufría al acoso, sufría por otra cosa, estaba entretenida padeciendo porque Ella se me escurría de las manos todo el tiempo, estaba como caballa desbocada, ¿entendés?, pero con Rocío sí lo padecí, lo que padece el amado padecí, de una manera que jamás me había pasado, al punto de llegar a extrañar sobremanera mi vida anterior. Al comienzo no, no me daba cuenta de nada al principio por esto del rayo que te cala los huesos y te fríe el seso, el razonamiento, etc. Estaba idiotizada por ella pero después de un tiempito escueto de tanta matraca, de tanto dale y dale, eso ya es bastante personal, el tiempo de aguante, incluso hay gente que no padece nunca olvidarse de su vida anterior simplemente porque no la tenía, andaba boyante y sin rumbo y cuando encuentra a alguien que sí tiene rumbo pretende que ése le dé sentido a su existencia, y eso es imposible, si tu vida no tiene sentido no habrá quien se lo pueda dar, salvo vos mismo. Aunque quizá mañana piense otra cosa, posiblemente.

Álava.
Ella había pujado porque yo me quedara en España cuando le conté que me estaba yendo y que no me quedaba otra, no le di razones, Ana, te lo juro, volvíamos de Álava en el Volvo y estacionó el auto en un pueblito, cerca del de tu novio, Castilfrío… Bueno, de tu amante, lo que quieras vos, ahí paró el auto y me dio el discurso, que yo tenía que hacer lo que sentía y no lo que esperaban los demás de mi, que ella me alojaba y me ayudaba a conseguir pacientes, y a mi, sola y desamparada como me sentía en ese momento, me pareció la persona más divina del mundo la Morocha, completamente desinteresada porque ¿quién te ofrece todo para que tu vida sea mejor a cambio de nada? ¿A nada de conocerte? Hete acá el quid de la cosa: NADIE. Pero se ve que en ese momento el deseo de evadirme de Buenos Aires era tan gordo que me lo olvidé a ese mandamiento. (Sigue)

Continuará...



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